Entrevista a Jordi Renom

Entrevista a Jordi Renom

noviembre 14, 2021 Desactivado Por inQualitas
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Jordi Renom
Presidente de la Associació d’Enginyers Industrials de Catalunya (AEIC)
Las mujeres representan tan solo un 17% sobre el global de la población de ingenieros en Cataluña, según el Observatorio de la Ingeniería 2017
Jordi Renom i Sotorra es Ingeniero Industrial por la Universitat Politècnica de Catalunya y máster en Ingeniería Medioambiental del Ministerio de Industria, postgrado en ESADE en Gestión y Dirección de Empresa y en la Función Gerencial de la Administración Pública, en la que cuenta con una larga trayectoria. Ha sido director-gerente de Vivienda y coordinador de Urbanismo de Sabadell, así como director de la Agencia de Residuos de Catalunya y director-gerente del Área Metropolitana de Barcelona. El 2014, llegó a la presidencia de la Associació d’Enginyers Industrials de Catalunya y, en junio de 2018, renovó su mandato para los cuatro años siguientes.

La asociación que preside funciona coordinada con el colegio de los Ingenieros industriales de Catalunya. ¿Cómo se reparten los ámbitos de competencia y de actuación y qué servicios o ventajas ofrecen a los graduados que quieran asociarse?

La Associació d’Enginyers Industrials de Barcelona nace en 1863, después de salir los primeros titulados de los estudios de Ingeniería Industrial en la Escuela de Barcelona y perdura hasta nuestros días como una asociación de derecho privado. En 1949 aparece el Decreto de creación de los Colegios Profesionales, de carácter oficial, de derecho público. Los lazos existentes entre ambas instituciones se entienden en el sentido que los asuntos tratados por una o por otra pertenecen en realidad al mismo colectivo, es decir, a las dos.

Cada entidad tiene sus propios estatutos y su NIF, pero se gobierna coordinadamente, de forma que las Juntas de Gobierno del Colegio y la Juntas Directivas de la Asociación se celebran conjuntamente por las razones expuestas anteriormente.

La Asociación se orienta genéricamente a la Ingeniería. Puede asociar ingenieros pertenecientes a la Asociación de Químicos de Sarriá, AIQS o titulados procedentes de otras ingenierías distintas a la de Industriales, también de Grados, y realiza la prestación de servicios a los profesionales, como la formación, la bolsa de trabajo, documentación, orientación laboral y jurídica, entre otros.

Por su parte, el Colegio se orienta a la defensa de la profesión y las atribuciones de los Ingenieros Industriales, pero también puede admitir otras titulaciones, y realiza la acreditación de los profesionales a través del visado de proyectos, certificados de capacitación o sellos de acreditación profesional AQPE, además de cubrir la Responsabilidad Civil Profesional.

Asociación y Colegio se resumen en una sola marca: Enginyers Industrials de Catalunya (EIC). «Lideramos la evolución tecnológica para el progreso del mundo y las personas» es nuestro Propósito común, que proclamamos en la última edición de nuestro Día de la Ingeniería, el pasado mes de junio.

 

 

Después de la Directiva de Servicios aprobada por la UE en 2006, por la que se liberalizaba su sector y de la crisis económica del 2008 ¿cómo se han adaptado a los nuevos tiempos? Y en la actualidad, ¿hay un antes y un después de la crisis sanitario-económica de 2020 para su profesión?

Instituciones que vienen de tan lejos y perduran en el tiempo sólo se puede explicar por su capacidad de adaptación en cada momento a la coyuntura socioeconómica y política. Efectivamente, la liberalización de la Directiva representó un cambio de modelo y una disminución de los ingresos por visados del 80 por ciento, por lo que fue preciso dar una nueva orientación a la prestación y eficiencia en los servicios al colectivo, la digitalización y un mayor grado de profesionalización de la estructura y un impulso a las comisiones de conocimiento y networking, nuevos instrumentos colaborativos y nuevos canales de comunicación. Como resultado de estos cambios estratégicos, los últimos cinco años hemos cerrado el ejercicio con números positivos.

Efectivamente hay un antes y un después de la crisis sanitaria, pero en mi opinión la profesión ha salido reforzada. Hemos realizado un profundo proceso de reimaginarnos en unas instituciones – Asociación y Colegio – modernas, ágiles, atractivas y al servicio de los ingenieros comprometidos con la digitalización y con la sostenibilidad.

La crisis del Covid-19 ha puesto de manifiesto que la transformación digital en las organizaciones es necesaria e imprescindible. La transformación digital de las empresas y la sostenibilidad de la actividad industrial aparece como el nuevo binomio de la competitividad. Este nuevo paradigma es eminentemente tecnológico y tiene sus bases en la ingeniería.

La evolución tecnológica vuelve a tener hoy el máximo protagonismo en la recuperación económica y en la transformación de la sociedad. Sabemos que detrás del creciente bienestar siempre ha habido la ingeniería, y siempre estará ahí.

La profesión está en movimiento en un horizonte incierto. Los Ingenieros Industriales estamos convencidos que la industria puede ser el vector donde pivotar la recuperación económica de nuestro país por su capacidad de crear valor añadido de calidad y mayor y más estable nivel de ocupación.

*Datos extraidos en la Jornada 2018, en la consulta realizada a los ingenieros e ingenieras sobre en que grado (escala de 1 a 10) pueden contribuir los ingenieros a la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible fijados por la ONU para 2030

La influencia de un entorno virtuoso en cuanto a la formación universitaria y la I+D+i parece fundamental para atraer capital e iniciar nuevos proyectos industriales. La consolidación de Volkswagen en Martorell y ahora la recuperación de las fábricas que abandona Nissan en la Zona Franca y otras localizaciones parece que se deben a esta base humana. ¿La cuidamos como se merece? ¿Qué les aconsejaría un profesional veterano a los jóvenes ingenieros que comienzan su trayectoria laboral?

La transformación digital y sostenible de la que hemos hablado requiere de más talento, sin el cual la competitividad no florecerá, y mejor liderazgo, en una nueva cultura empresarial que permita la creación de entornos fértiles y flexibles.

La gestión del talento representa uno de los principales retos de la nueva etapa que estamos iniciando. ¿Cómo podremos conservarlo? ¿Cómo podremos atraerlo? O, aún más importante, ¿cómo podremos ayudar a crear más, a hacerlo crecer?

Las nuevas promociones de ingenieras e ingenieros son los que deben hacer posible la nueva industria, motor del nuevo progreso. Para hacer frente a estos retos, hoy en EIC hemos puesto en marcha un nuevo instrumento, la Cátedra EIC-UPC Ingeniería y Empresa.

Esta Cátedra universitaria Ingeniería y Empresa que ha iniciado su andadura hace unos meses es la otra pieza que nos ayudará a cerrar el círculo del talento, para conectar —aún más estrechamente— con el mundo universitario, con las escuelas de Ingeniería de toda Cataluña, para hacerlas aún más partícipes de nuestra institución, permeabilizando las barreras entre la academia y la profesión.

La nueva Cátedra tiene como compromiso la empleabilidad de los futuros ingenieros e ingenieras y su incorporación al mundo profesional, desde el conocimiento de la práctica profesional y la mentorización de los jóvenes estudiantes de Ingeniería.

La participación de un grupo de empresas de primer nivel, que forman parte de la Fundación, ofrecerá recursos a la Cátedra para facilitar la incorporación profesional del talento surgido de las Escuelas.

A los jóvenes ingenieros que comienzan su trayectoria laboral les aconsejaría que no vayan nunca solos, que se asocien, donde quieran, pero que compartan sus proyectos, sus retos, sus dudas, sus sueños y sus objetivos profesionales. Juntos siempre llegamos más lejos.

 

Cada vez que aparece en los medios un problema con la energía, las infraestructuras físicas o de comunicación, etc. la sociedad catalana recurre a la opinión experta de los ingenieros de EIC. Nadie pone en duda su visión en el ámbito catalán, ¿pero en el español y en el europeo disponen de altavoces mediáticos e institucionales para hacer oír su voz?

A nivel español participamos en los órganos colegiados institucionales como son el Consejo de Colegios de Ingenieros Industriales, la Federación de Asociaciones de Ingenieros Industriales de España y el Instituto de Ingenieros de España. Y lideramos con Madrid y Valencia el proyecto del Observatorio de la Ingeniería.

En el ámbito europeo hemos puesto en marcha un nuevo proyecto dirigido a los ingenieros catalanes que viven y trabajan fuera de Cataluña: la creación de la Comisión Internacional de la Asociación y el Colegio de Ingenieros Industriales de Cataluña. Los ingenieros expatriados pueden acceder a la plataforma Catalan Engineers Worldwide, desde donde trabajamos para dar respuesta a sus intereses y necesidades, y a los de las empresas que deseen internacionalizarse.

Además, disponemos de un marco positivo y constructivo con las entidades que representan a los ingenieros de los diferentes campos industriales en las cuatro regiones más industrializadas de Europa, los llamados 4 Motores para Europa (4MFE), donde participamos desde nuestras instituciones junto a la Ordine degli Ingeneri di Milano, los Ingenieurs et Scientifiques de France y la Baden-Württemberg Chamber of Engineers.

 

Los desafíos a los que se enfrenta nuestra sociedad son enormes. ¿Qué le parece si desgranamos algunos de los más significativos? Empezando por la energía, ¿cómo enfocarían la solución? ¿Cuántos mitos y verdades a medias hay que ir combatiendo para que el público empiece a comprender la gravedad del problema?

Todos los factores que rodean a la actual crisis energética hacen pensar que empiezan a ponerse de manifiesto los problemas que el Sistema Eléctrico sufrirá en su tránsito desde el modelo actual al modelo descarbonizado que prevé el PNIEC —Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, 2021-2030— en el que las energías renovables, la parada de las nucleares y la utilización marginal de las centrales de ciclo combinado estarán en el centro del mix del sistema eléctrico en el horizonte de 2030.

Lo que no se había previsto en esta transición es que se pudiera romper el equilibrio en el mundo de la energía y de las materias primas, que recuerda las crisis del Petróleo del 73 y del 78. El impacto del conflicto del suministro de gas, una aplicación no justa de la tasa de CO2 —que lleva a un encarecimiento de costes de la energía— y el sistema de fijación de precios ilustran a la perfección estas dificultades.

Llegaremos tarde en lo referente a renovables, especialmente en Cataluña, si realmente se quiere promover la implantación de las energías renovables para llegar a los 15.000 MW, que resultan de la implementación de los objetivos antes mencionados para el 2030.

Y debemos seguir trabajando en dos aspectos esenciales olvidados en el PNIEC: el almacenamiento y la incorporación de gases renovables en la composición del nuevo mix energético

 

¿Las energías renovables y la eficiencia en la gestión energética son las mejores soluciones o al menos una parte de la solución? ¿Cómo actuar? ¿En qué tiempos, con qué acciones concretas por parte de las administraciones públicas y de la ciudadanía?

La transición climática y energética es una transición más social que tecnológica. Para el cumplimiento de los objetivos climáticos y de autosuficiencia energética catalana no puede obviarse una también necesaria participación del territorio en su articulación para asegurar y concretar la equidad económica, compensando diferencias significativas en parámetros generación/consumo.

En el despliegue de las infraestructuras para generar energías renovables vemos la necesidad de evitar una visión contrapuesta con el turismo y el ocio, y una necesaria coexistencia con las zonas agrícolas y ganaderas.

Los criterios de impulso de la transición energética deben contrastarse con los criterios agrícolas, urbanísticos, culturales, medioambientales y de paisaje, para alcanzar el punto óptimo de encuentro, en términos de calidad de vida y de impulso económico. Pero hay que huir del discurso fácil de oposición a la ocupación de campos de cultivo, para integrar la energía fotovoltaica y el autoconsumo.

Debemos ser claros. Para el cumplimiento de los objetivos climáticos y de autosuficiencia energética catalana no será suficiente la instalación de fotovoltaica en las cubiertas de los edificios públicos y privados y la reducción de la actividad económica. Será necesaria más producción de energía eólica en suelo y marina, y más implantación fotovoltaica.

Debemos acelerar además la puesta en práctica de medidas tecnológicas como el control inteligente de las redes eléctricas, las placas fotovoltaicas de elevada eficiencia, las bombas de calor en geotermia, aerotermia o solares, las baterías de almacenamiento, el coche eléctrico, la mejora en la recuperación de productos… Todo esto acompañado de cambios conductuales de la ciudadanía y de las propias administraciones.

 

¿Las infraestructuras de transporte y la movilidad en las ciudades forman parte del problema, pero en sí mismas, desde el punto de vista técnico-económico, las tenemos bien planteadas? Por ejemplo, en el transporte ferroviario, ¿cómo se entiende que tengamos tanta Alta velocidad para los pasajeros y tan pocas vías férreas eficientes para las mercancías?

Es imprescindible la aceleración de las infraestructuras críticas para la movilidad, que generen crecimiento económico y ocupación durante su construcción y mejoren la competitividad de la economía una vez estén puestas en servicio. Es necesario que las decisiones de inversión sigan siempre los criterios de maximización del retorno económico, social y ambiental.

En lo referente al transporte ferroviario es necesario modificar la cuota modal del ferrocarril que tiene un consumo de energía específico y costes externos 6 veces más bajos que la carretera. Sin embargo, no ha habido un aumento en la participación del transporte de mercancías por ferrocarril en Europa en los últimos 15 años.

En Europa en 2018, el rendimiento total del transporte de mercancías en la UE27 (sin Reino Unido) fue de 2.267 mil millones de toneladas-kilómetro de las que 75,4% por carretera, 18,7% por ferrocarril y 6% por vía navegable.

En España, la cuota de mercancías que es transportada por ferrocarril es irrelevante. A pesar de que el MITMA (Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana) ha puesto en marcha el programa Mercancías 30, que tiene por objetivo incrementar la cuota hasta el 10% en 2030, RENFE Mercancias reconoce su incapacidad para hacerlo de forma viable y confía en un futuro socio industrial. Los últimos datos reflejan una pérdida de volumen de mercancías transportadas y un importante déficit en las cuentas de explotación.

Parece como si hubiera instalado en el conjunto de la sociedad una prevención hacia lo industrial. ¿Con los fondos Next Generation de la UE conseguiremos volver a crecer en este terreno o, definitivamente, podemos considerar al conjunto ibérico como una economía de servicios?

Ahora más que nunca es el momento de aprovechar las ayudas y dar apoyo a la nueva industria, a los sectores industriales, que han sido el pilar de la economía catalana cada vez que, desde mediados del siglo XIX, hemos dado un paso sólido adelante.

La Estrategia Industrial Europea y el Plan de Acción de Economía Circular apuntan las acciones que necesitamos. Movilizar los ingentes recursos previstos en el Mecanismo de Transición Justa (hasta 100.000 millones de euros en el período 2021-2027) y el Plan de inversiones del Pacto Verde pueden ser claves para recuperarnos a medio plazo de la crisis económica en la que nos encontramos inmersos.

En este sentido, es necesario trabajar y estar activos para aprovecharlos con una perspectiva más local y explicar ampliamente las oportunidades y orientar nuestras empresas —muchas de ellas PYMES y en las que quiere incidir especialmente la UE— hacia las políticas previstas.

Conscientes del momento, hemos hecho llegar a las principales instituciones catalanas un extenso documento, «La industria: vector de recuperación económica en Cataluña», donde recogemos 40 propuestas y recomendaciones concretas para ayudar a dar forma a la respuesta política y económica y en las iniciativas de las empresas y profesionales, para salir de la crisis del Covid-19.

Mientras tanto serán necesarias medidas a corto plazo que garanticen disponer de un tejido industrial preparado para las oportunidades. Desde EIC apostamos decididamente por impulsar proyectos para consolidar y hacer crecer las start-ups y pymes.

Otra cuestión que en esta revista nos inquieta es la escasa presencia de mujeres en los estudios de Ingeniería y en todos los estudios que abarca el acrónimo inglés STEM. ¿Cómo podemos resolver esta grave pérdida de talento? ¿Es la Ingeniería una profesión solo para hombres? ¿Qué les diría a las chicas que en el bachillerato dudan si escoger o no esta vía de estudio?

Ciertamente, la presencia femenina entre estudiantes de la Escuela de Ingeniería Industrial de Barcelona no alcanza el 25%. Y sobre el global de la población de ingenieros en Cataluña, las mujeres representan sólo un 17%, según el Observatorio de la Ingeniería 2017, un nivel parecido al de Italia y Alemania, mientras que en Francia es del 22%.

Seguramente deberíamos saber explicar mejor el retorno social que puede tener la tecnología sobre el progreso de las personas. Para romper tópicos y miedos, debemos comunicar que la tecnología puede ser (y es, ¡se lo aseguro!) divertida, útil y creativa.

Asociación y Colegio disponemos de un Decálogo de Equidad para dar visibilidad a las mujeres ingenieras, mostrando referentes, cuidando el lenguaje de comunicación, promoviendo la equidad laboral, fomentando las STEMS, poniendo de manifiesto la riqueza de la inclusión y la diversidad social y cultural en todos los ámbitos.

 

¿Los ingenieros y su trabajo están suficientemente reconocidos por el conjunto de la sociedad? ¿Se sienten a gusto con su capacidad actual de decisión e influencia o al menos de influencia en las decisiones y en los puestos clave, tanto de la empresa privada como del sector público?

Desgraciadamente este es un tema estructural en nuestro país: hay un bajo reconocimiento de la sociedad a los profesionales que le aportan más valor. Lo hemos visto y se ha puesto dramáticamente de manifiesto en los últimos años en el caso de los profesionales sanitarios. Pero también en el de los ingenieros.

Si no obtenemos este reconocimiento, en forma de remuneraciones a la altura del valor añadido que los ingenieros aportan a la sociedad y de desarrollo de sus carreras profesionales, no podremos evitar la pérdida de talento hacia otros lugares.

Como ejemplo, en Cataluña, el salario medio de un ingeniero o ingeniera es un 20% inferior al de los profesionales en Francia o un 33% menos que en Alemania, según los datos recogidos en la primera edición del Observatorio de la Ingeniería en Cataluña. Desgraciadamente, estas cifras no se están corrigiendo. Más aún: las diferencias son mucho más relevantes si hablamos de las retribuciones entre los más jóvenes y los proyectos que se les ofrecen, cuando apenas comienzan sus trayectorias profesionales.

No obstante, debemos resaltar que, en los años de plenitud profesional, la “no ocupación” entre ingenieros es inferior al 4%, la media salarial de un ingeniero en Cataluña es superior al de otras disciplinas y los datos apuntan a un necesario incremento del número de ingenieros en el mercado de trabajo en los próximos años.

Ciertamente, es también el momento del reconocimiento a los profesionales, y en particular de los ingenieros e ingenieras. Más aún: de los más jóvenes. Es el momento de adoptar una fuerte cultura en la que innovar y desplegar tecnología esté prestigiado y reconocido, alentando a nuestros jóvenes a ser parte activa y a contribuir desde aquí a un mejor futuro.

                                                                                     Redacción Barcelona

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www.eic.cat