Expoquimia

Expoquimia

julio 3, 2013 Desactivado Por inQualitas
Albert Punsola

Albert Punsola Vilar

Licenciado en Ciencias de la Información y en Ciencias Políticas, ha desarrollado su labor profesional en prensa y en televisión, como redactor y guionista especializado en temas ambientales. Actualmente escribe en el diario Ara, en la revista Ciudad Sostenible y en el portal Sostenible.cat, y colabora con la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona. Es autor de varios libros entre los que destaca L’ hora del tren, un ensayo sobre el presente y el futuro del ferrocarril. En 2009, creó  la empresa Cos12 especializada en comunicación corporativa.

EXPOQUIMIA: UNA PANORÁMICA HISTÓRICA

Expoquimia se celebró por primera vez del 3 al 14 de diciembre de 1965 en Barcelona. Nacía así un certamen que con el tiempo se convertiría en el salón de referencia para la industria química y los profesionales de este ámbito y que, casi medio siglo después, ha consolidado ampliamente su prestigio. En 1960 la capital catalana ya había acogido una feria de proyección internacional dedicada al sector, que no tuvo continuidad, aunque en cierto modo anunciaba que la ciudad estaba preparada para impulsar un evento importante con la química como protagonista.

La propuesta inicial de Expoquimia se debió a Josep Agell (El Masnou, 1882 – Barcelona, 1973). Licenciado en Ciencias Físicas y Químicas por las Universidades de Barcelona y Madrid, Agell desarrollaría estudios de postgrado en La Sorbona y en el Instituto Pasteur. En 1902 fundó la revista El Mundo Farmacéutico y cinco años más tarde Farmacia Catalana. Asimismo fue el creador y director de la primera planta para la producción de ácidos sulfúrico, hidroclórico y nítrico del país, e impulsó la Escuela de Directores de Industrias Químicas y la del Instituto de Química Aplicada. Ambos centros contribuirían en buena medida el desarrollo de este sector en la industria española. Josep Agell, que en los años 60 presidía la Sociedad Española de Química Industrial, contó para su propuesta de certamen con la colaboración de un grupo de empresarios y ejecutivos del sector coordinados por José María Dot, con el significativo apoyo de Julio San Miguel, decano del colegio de químicos y concejal del Ayuntamiento de Barcelona en aquel momento.

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De tres certámenes a uno

La primera Expoquimia, cuyo nombre iba acompañado de la denominación Feria Técnica de la Química Aplicada, no sólo fue el fruto de una idea sino que surgió de una necesidad objetiva. En 1964 la producción del sector en más de un 10% las previsiones del Plan de Desarrollo. La pujanza del sector reclamaba una mayor divulgación de su importancia y la creación de un salón era el instrumento adecuado para hacerlo en dos sentidos: explicar su realidad presente y proyectar sus posibilidades hacia el futuro.

El crecimiento del sector químico debe entenderse en el contexto de la nueva etapa iniciada en 1959 con la entrada de los tecnócratas en el gobierno y con el célebre Plan de Estabilización que marcaría un antes y un después en la evolución de la economía española. A partir de ese año la liberalización y la apertura al exterior empezaban a llegar a diversos sectores, dejando atrás la autarquía impuesta dos décadas atrás. Este cambio fue beneficioso para la economía en general y para el sector químico en particular, y explica el nivel de desarrollo alcanzado a mediados de los años 60. Cabe señalar que las primeras instalaciones de lo que sería la petroquímica de Tarragona empezaron a funcionar en 1965.

El gobierno vio con buenos ojos la propuesta de contribuir a la promoción de un sector tan relevante. Sin embargo consideró que para reflejar su actividad era mejor utilizar tres certámenes. Así en febrero de 1965 se firmaba en la capital de España un convenio entre la Feria de muestras de Bilbao, la Cámara Oficial de Comercio de Madrid y la Feria Oficial e Internacional de Muestras de Barcelona para la celebración de un salón en cada una de las tres capitales. El primero sería en Barcelona, y los dos siguientes estaban previstos para 1966, en Madrid, y 1967, en Bilbao. La ciudad vasca celebraría dos ediciones de Expoquimia y Madrid una edición de Expoplástica bajo los auspicios del departamento de Plásticos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

La primera Expoquimia consiguió los objetivos que se había propuesto con una importante afluencia de expositores y un gran número de contactos profesionales. Barcelona acogería el salón de nuevo en 1968 y posteriormente en 1971. En la segunda edición -la de 1968- el certamen aumentó la superfície expositiva en un 50% respecto a la inicial. En cuanto al número de visitantes La Vanguardia del 5 de diciembre de 1968 apuntaba que “en 1965 hubo 125.000 Ahora se prevén más de 200.000”. El rotativo barcelonés se refería en su crónica a la investigación y las novedades tecnológicas, como aspectos más destacados, junto al creciente interés extranjero por el certamen. Todo ello contribuía a enraizarlo en la ciudad. En la edición de 1968 quedó claro que Expoquimia, por su organización y actividad, constituía un fiel reflejo de un sector que entonces ocupaba el cuarto lugar en su aportación al Producto Industrial Bruto.

La edición de 1971 consolidó la línea iniciada 6 años atrás. Uno de los máximos atractivos, a nivel popular, fue una reproducción a escala reducida de la plataforma petrolífera Chaparral instalada en la plaza del universo de la feria. La plataforma real estaba situada en las costas de Tarragona y representaba la esperanza de poder obtener cada vez más petróleo: todo un símbolo de aquella era.

Tras el éxito de estas primeras ediciones se vio que tres acontecimientos en años sucesivos en distintas ciudades no necesariamente otorgaban más fuerza a la promoción de la industria química. De hecho, la tendencia en otros países era concentrar los certámenes especializados. De manera que se rectificó la decisión inicial: la comisión ejecutiva de la Unión de Empresarios del Sindicato Nacional de Industrias Químicas acordó celebrar un solo salón con una periodicidad de tres años con sede en Barcelona.

Otros factores que habían jugado a favor del éxito del certamen eran la concentración de la industria química en Cataluña y la larga trayectoria de la ciudad en el campo ferial. Además de su atractivo para los profesionales, Expoquimia se convirtió en un auténtico evento social hasta el punto que contaba con su propio diario editado durante el salón por el Colegio Oficial de químicos y la propia organización.

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Hacia la internacionalización

El fallecimiento de Josep Agell en 1973 daría paso a la presidencia de Fernando Gimeno, cuya larga experiencia en el sector, serviría para dar un nuevo impulso a Expoquimia que incluiría el carácter internacional del certamen reconocido oficialmente por la Comisión General de Ferias. Con este reconocimiento, que tuvo lugar en junio de 1973, Expoquimia se incorporaba al calendario europeo de ferias. Precisamente a raíz de esta nueva dimensión del certamen más allá de las fronteras, su carácter trienal sufrió un ajuste para encajar en el citado calendario, de manera que la siguiente edición se celebraría en 1975, y no en 1976. En aquellos años la industria química a nivel mundial vivía momentos de tensión derivados de la crisis del petróleo generada por el conflicto en oriente próximo que había estallado en 1973. A pesar de la dificultad del contexto, la edición de 1975, que tuvo un recuerdo especial para Josep Agell, pondría a Expoquimia en el mapa mundial como un encuentro de referencia.

En la década de los 70 hubo un gran desarrollo de la investigación y de las patentes. Fueron años fértiles en la adopción de nuevas técnicas productivas: se incrementaba la generación de conocimiento, al tiempo que se abrían paso conceptos como la calidad y la seguridad en la industria. Este clima de innovación se reflejó en Expoquimia con la promoción de eventos anexos al certamen como congresos, jornadas, y simposios que servían para divulgar el ingente volumen de novedades del sector. Un ejemplo fueron las primeras Jornadas de Análisis Instrumental, las populares JAI de Expoquimia y uno de sus principales signos de identidad.

En el número de 10 de marzo del diario de Expoquimia de ese año se publicaba una entrevista con José María Dot, decano del colegio oficial de químicos y vicepresidente de Feria de Barcelona. En ella Dot reflexionaba sobre la importancia del sector químico en el acceso por parte de España al entonces denominado Mercado Común, en el sentido que el sector era una destacada tarjeta de presentación de una economía homologable a la de otros países europeos. José María Dot también valoraba positivamente el proceso de internacionalización del certamen que empezaba a acumular prestigio y que servía para proyectar al exterior los avances del sector en un país en pleno desarrollo. Expoquimia cumplía una función de gran escaparate y, en este sentido, recibía numerosos visitantes del cuerpo diplomático y consular acreditado en España, jefes de multinacionales y a personalidades como Robert Malpas, consejero ejecutivo de Imperial Chemical Industries quién en ese mismo año de 1975 pronosticaba, en su visita al salón, que España sería miembro del mercado común en una década.

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El certamen durante la transición

La edición de 1978 fue, en distintos aspectos, reflejo del cambio que en tres años había experimentado el país en lo político y en lo social. El ministro de industria Agustín Rodríguez Sahagún inauguraba el certamen junto al conseller de Gobernación de la recientemente recuperada Generalitat de Cataluña, Manuel Ortínez. En esta edición se celebraron por primera vez dos importantes eventos internacionales: el Congreso Mediterráneo de Ingeniería Química, que incluyó jornadas sobre ecología, y el Congreso Internacional sobre Técnicas Analíticas en Química Ambiental, es decir de técnicas que vinculan la química con la protección ambiental. En este congreso se trató de un reto para el futuro que hoy es de la máxima actualidad: la eficiencia energética. Eran signos de que los tiempos estaban cambiando y que la sociedad empezaba a desarrollar una sensibilidad en este campo. De hecho durante la inauguración de la edición de 1978 se incidió, por primera vez, en la imagen de la industria en relación a sus efectos sobre el entorno.

La edición de 1981 se celebró en plena crisis económica y fue un mal año para el sector en España y en el resto de Europa, con recesión en algunos subsectores como el plástico, pero la afluencia de visitantes y de expositores se mantuvo a pesar de que en todo el continente las ferias experimentaron en general un fuerte descenso de participación.

En la segunda mitad de los años 70 y los primeros años 80 se vivía un gran desarrollo de la industria química española y en especial de la petroquímica. El sector se preparaba para el ingreso del país en la CEE que tendría lugar en 1985 y junto al importante polo tarraconense despuntaban otras zonas industriales como Huelva. En el último salón celebrado antes del ingreso en las instituciones europeas, el de 1984, Expoquimia demostró que mantenía todo su vigor. Se llegó a más de 500 expositores y de 1500 firmas representadas en un total 26.000 metros cuadrados de exposición, con la celebración de 8 congresos y encuentros científicos. Fernando Gimeno, el presidente del certamen afirmaba en el órgano de comunicación de Expoquimia que en esta edición se acentuaba como nunca el grado de la internacionalización ya que ninguna empresa de nivel mundial con peso específico en el sector estaría ausente. En 1984 se atrajeron certámenes paralelos como fue el caso de Equiplast (Salón Internacional del Plástico y el Caucho). Ambos se celebraron conjuntamente como un ejemplo de la conexión entre los fabricantes de materias primas y los transformadores de las mismas. Esta fórmula se repitió en 1987 con la incorporación de un tercer salón: Eurosurfas, salón internacional de la pintura y el tratamiento de superficies, lo que significaba tener bajo un mismo techo la producción química y las técnicas aplicadas.

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Un gran salón para un gran mercado

En 1987 el certamen marcó otro punto de inflexión. Fue una edición excelente, la primera tras la entrada de España en la CEE, con la consecuente abertura de mercados y el despegue del sector. Ese año se incrementó en un 115% el espacio para los expositores en lo que fue un salto sin precedentes mientras que el número de expositores llegaba a 900. Fue una edición presidida por el optimismo derivado de este hecho y de la recuperación económica del sector con un fuerte empuje de la demanda interna y una recuperación en el ámbito europeo. Aquel año el certamen sería calificado de “extraordinario” por Fernando Gimeno quien reveló que ya era la segunda de Europa.

En 1990 la Guerra del Golfo generó una gran inquietud en el mundo económico y la prensa internacional reflejaba que el sector químico estaba siendo muy perjudicado por esta crisis con una importante desaceleración. A pesar de ello, la Expoquimia de ese año incrementó en más del 20% el número de expositores y llegó a ocupar la totalidad del recinto ferial con más de 70.000 metros cuadrados de stands.

Las ediciones de 1993 y 1996 fueron menos expansivas que las anteriores pero estuvieron marcadas por la continuidad y consolidación. En 1996 se utilizó por primera vez una parte del nuevo recinto ferial, con espacios mejores y más modernos para los expositores. Se trataba de la ampliación de la feria de Barcelona en el polígono Pedrosa de L’Hospitalet de Llobregat, que había sido inaugurada en 1995 y que hoy, como gran recinto ferial Gran Vía, se ha convertido en el destino de los mayores salones de la ciudad condal. En 1999 aumentaron una vez más los expositores e hicieron irrupción en el certamen los conceptos de innovación y competitividad como retos de futuro del sector. Una novedad de ese año sería la creación de un fórum de discusión económica e industrial del sector que tendría muy buena acogida.

En 1997, Fernando Gimeno había abandonado la presidencia dando paso a Rafael Foguet, quién había sido vicepresidente del certamen durante muchos años. Foguet era una figura ampliamente reconocida en el mundo de la química con decenas de publicaciones técnicas y patentes en su haber. En la década de los 90 Expoquimia estaba experimentando un problema derivado de su propio éxito. El espacio ferial se hacía pequeño para un evento que a cada edición suscitaba mayor interés. La solución fue que Expoquímia y Eurosurfas permanecían en la tradicional sede de Feria de Barcelona en Montjuïc mientras que Equiplast se instalaba en la sede de L’Hospitalet.

La dirección de Rafael Foguet rápidamente estuvo atenta a las nuevas orientaciones de la química que apuntaban en dos grandes direcciones: bioquímica, sobre la base de la biotecnología, y nuevos materiales. A finales del siglo XX y principios del siglo XXI los nombres de genómica, proteómica, biología molecular y biomateriales se convertían en términos de uso cada vez más frecuente. Expoquimia sintonizó rápidamente con estas novedades y en la edición de 2002 los congresos y jornadas del certamen incorporaron en buena medida comunicaciones relacionadas con estas disciplinas.

En 2005 los tres salones se celebraron por primera vez en el recinto Gran Vía de la Feria y la I+D+i tuvo un protagonismo evidente. De hecho Expoquimia abrió con una jornada monográfica dedicada a la biotecnología y la química de los nuevos materiales. En esta edición se concedieron los primeros Premios Expoquimia destinada a los investigadores jóvenes. En la siguiente, la de 2008, se profundizó en esta línea de diversificación incorporando Lab&Bio que agrupaba a empresas de química fina y principios activos farmacéuticos.

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Proyectando la Expoquimia de 2030

La celebración de 2011 tuvo una especial significación por coincidir con el Año Internacional de la Química. Pese al contexto de crisis, acudieron al salón más de 600 expositores de 15 países, presentando un total de 200 novedades. Siguiendo la estrategia de atención a las últimas tendencias, Expoquimia 2011 estrenó dos nuevos espacios expositivos: Pharma Process, dedicada a la industria de proceso farmacéutica, y Food Innovation, con las más recientes aportaciones de la química a la industria de la alimentación. Estos espacios complementaban a Lab&Bio Compositech –destinado a nuevos materiales- y CosmeticDate – centrado en cosmética industrial.

En esa misma edición, Expoquimia fue la sede del 5º Congreso español y 16º Iberoamericano de Mantenimiento, dedicado al buen funcionamiento de las plantas de proceso; y del Congreso de Ingeniería Química del Mediterráneo. Además, se llevaron a cabo los actos de clausura del Año Internacional de la Química instituido por las Naciones Unidas. Durante unos días Barcelona se erigió en capital mundial de este sector y ámbito de conocimiento.

Hoy Expoquimia es un certamen plenamente consolidado que mira más que nunca al futuro y sus organizadores ya están planeando cómo será el salón del 2030. En este sentido, se han desarrollado algunas ideas-fuerza como las posibilidades de potenciar un enclave logístico de categoría mundial aprovechando el contexto industrial y de investigación cercano, con piezas tan importantes como la petroquímica de Tarragona, o el Sincrotrón Alba, en la comarca del Vallés, o el superordenador Mare Nostrum, en Barcelona.

Todos estos retos habrán de afrontarse en un nuevo marco de relación entre química y sociedad que haya superado las fricciones del pasado, integrando la química en un concepto avanzado de bienestar colectivo, porque tal como escribió el 7 de diciembre de 1968 Josep Agell en el diario del certamen: “la química puede resolverlo todo. Convertir zonas yermas en productivas, no permitir que la humanidad muera de hambre ni de frío y procurar el máximo confort y comodidad”.

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Más información:
www.expoquimia.com