Entrevista a Juan Carlos Cubeiro
noviembre 2, 2022El Premio Nacional de Management 2022 viene a culminar una larga trayectoria como consultor y experto en liderazgo, ¿se atrevería a resumir los hitos más destacados?
Muchas gracias, pero no me gustaría hablar de “culminación”. A pesar de que lleve más de 35 años como consultor de transformación y más de un cuarto de siglo como coach estratégico, mi frase favorita es: “lo mejor está por llegar”. Soy muy joven para el management. Mis hitos más destacados como coach de CEOs, consultor de grandes organizaciones, conferenciante internacional, consejero y persona comprometida con la educación, además de escritor y articulista, son básicamente los de una carrera profesional que me ha dado muchas alegrías.
¿La época que se inicia con la crisis de 2008 y se consolida con las crisis de 2020-2022, ha supuesto o supone un antes y un después en su quehacer profesional?
Se trata de dos crisis muy distintas, porque la de 2008, fruto de una burbuja especulativa, se resolvió con “deflación social” (rescatar a los bancos y reducir el poder adquisitivo de los empleados). Esta de 2020, tras la pandemia, es de “estanflación” y se caracteriza por la escasez de talento. No pretendamos resolverla de la misma manera.
¿Cuál es el nivel medio de nuestros directivos en cuanto a capacitación, productividad y creación de valor para las empresas?
No tengo buenas noticias al respecto. Según el Foro Económico de Davos, en su análisis de competitividad global, la nuestra, que es una de las 15 mayores economías del planeta, ocupa el puesto nº 43 en Calidad Directiva. Un dato terrible. Y en selección y desvinculación de talento, los 116º. Verdaderamente lamentable. Somos un país de Quijotes, de raras excepciones (como Pablo Isla, elegido el mejor CEO del mundo), en un desierto de jefes anticuados.
Las consecuencias son evidentes: nuestra productividad es baja y ha caído, a pesar del desarrollo tecnológico, un 6,6% en 2021. La capacitación se suele ver como un lujo, no como un requisito de supervivencia.
Por sectores de actividad o por el tamaño de las organizaciones administradas de nuestras empresas, ¿qué distinciones podrían hacerse?
Salvo excepciones muy honrosas, nuestras pymes tienen mucho que mejorar en calidad directiva, que es por lo que el 90% acaba fracasando. Por sectores, los más competitivos y globales cuentan con mejores directivos. Por poner un ejemplo positivo, el sector de la logística lo ha hecho maravillosamente durante la pandemia y apenas ha sabido contarlo.
¿En qué cree que somos buenos y en qué seguimos fallando?
Tom Peters, el megagurú del management, nos enseñó que “la pasión sin sistema es tan peligrosa como el sistema sin pasión”. Suena a tópico, pero la pasión es lo nuestro. Cuando las empresas apuestan por la Calidad, con mayúsculas, por la profesionalidad en los procesos, nuestras empresas son muy especiales. Por ello, por citar otro caso, el Club de Excelencia en Gestión, con el modelo EFQM, de nuestro país destaca respecto al resto de países de Europa. Pasión y sistema.
¿Para competir en unos mercados cada vez más complejos, este largo periodo de crisis que ya supera la década puede ser positivo o negativo, para eliminar grasas inútiles o para muscular nuestro tejido productivo?
En la crisis de 2008 las mejores empresas destacaron por su capacidad exportadora, porque la globalización es una fuerza determinante. En esta de 2020 las empresas triunfantes son y serán las que mejor atraigan, fidelicen y desarrollen el talento, sin ninguna duda. Por tanto, las mejor lideradas.
Defínanos por favor las principales cualidades y actuaciones de un buen liderazgo.
El liderazgo pospandémico no es simplemente “ser un jefe majo con habilidades blandas”. Es mucho más: es hacer equipo, porque no hay líder sin equipo ni equipo sin líder. Si quien lleva el equipo no se comporta como un auténtico líder, su gente se va. De ahí “la gran desbandada”, que afecta al 40% de los empleados. Al líder de hoy se le exige que sea inspirador e integrador, que viva el propósito de la empresa, que fomente la imaginación y la intuición. El Liderazgo, como talento para influir en los demás desde la credibilidad, la autoridad moral y el ejemplo, es clave para la atracción del talento y el aprendizaje de la empresa.
Todo el mundo habla de talento, pero, en los entornos en los que usted desarrolla su trabajo, ¿cuáles son sus principales características?
Todo el mundo habla de talento, efectivamente, pero pocas empresas lo practican en su gestión. El talento es tanto capacidad, esto es, aptitud más actitud, por compromiso, la energía que ponemos a lo que hacemos. El talento que hoy necesitan las empresas y que buscan desesperadamente es una rara combinación de resiliencia, criterio (pensamiento crítico, analítico, conceptual), compromiso y colaboración (ser un verdadero jugador de equipo).
El entorno social, político e institucional condiciona la actividad económica de profesionales y empresarios, ¿puede plantearse una mejora en la calidad del desempeño en los directivos públicos similar a la que usted trabaja en la gerencia y dirección de negocios privados?
Precisamente porque el entorno se encuentra en máximos en términos de incertidumbre, la empresa no puede contagiarse del caos. La mentalidad de abundancia es tener claridad de ideas, apostar por la productividad (talento), la innovación y la excelencia en el servicio al cliente para que la empresa tenga una rentabilidad sostenible. Un propósito diferencial, una visión estimulante y perseverancia.
¿En qué medida cree que el teletrabajo e internet están cambiando o cambiarán la actividad del directivo?
Tenemos una de las culturas empresariales más presencialistas, por desconfianza de los mandos intermedios. En el confinamiento se acabaron las excusas. Desde entonces, el talento desea trabajar hasta un 40% de su semana laboral donde y cuando quiera. Los directivos que no sean sensibles a esta realidad perderán a los mejores.
Los nuevos medios de comunicación digitales han abaratado costes y favorecido la democratización de los contenidos: ¿esta transformación influirá en la concepción del aprendizaje y en el trabajo habitual del directivo?
Ya está influyendo. Aprender, que es ser consciente para ser competente, es requisito de empleabilidad. Los profesionales hemos de ir más allá del titular, de lo superficial, y convertir la formación en desarrollo, los conocimientos en comportamientos, en hábitos. Un sano equilibrio entre lo virtual y lo presencial me parece lo más deseable.
¿Qué tiene que ver la Educación con la Calidad?
Creo que la Educación, con mayúsculas, es la única esperanza para esta sociedad polarizada, empobrecida y cabreada en la que los jóvenes piensan que van a vivir peor que sus padres. La Educación es Calidad Humana. En esta sociedad del espectáculo, deberíamos dedicar al menos un 5% del PIB a la educación, a la consecución de una sociedad que piense, sanamente critica, que no consuma tanta telebasura y sea más feliz. La ansiedad se ha disparado porque la educación se ha descuidado.
Redacción Barcelona
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