Entrevista a Perla Wahnón
febrero 5, 2020COSCE – Confederación de Sociedades Científicas de España
¿Cómo sienta ser la primera mujer que preside la principal organización de los científicos españoles? ¿Cuáles son retos que tiene o que tienen por delante nuestros científicos y científicas?
Ser presidenta de la COSCE es un orgullo en sí mismo, independientemente de que uno sea hombre o mujer. Personalmente, le concedo un valor muy relativo a ser la primera mujer que ocupa este cargo. Para mí lo importante es ayudar a resolver los retos de nuestros científicos y científicas. Uno de ellos es, por supuesto, que las científicas alcancen los cargos que por méritos les corresponden y que, por ejemplo, haya más mujeres catedráticas o en puestos de decisión. En la junta de la COSCE trabajamos tanto hombres como mujeres y representamos a 40.000 científicos y científicas. Si en algo puede ayudar mi experiencia para que otras mujeres se atrevan a dar un paso adelante y alcancen sus objetivos, me daré por satisfecha a este respecto.
¿Su nombramiento es un hecho anecdótico o es un síntoma de que algo está cambiando para alcanzar un equilibrio en la presencia de las mujeres en las carreras técnicas y científicas? ¿Se aprovecha suficientemente el talento femenino en las carreras STEM?
Creo que mi nombramiento no es más que un reflejo de una realidad social y una demanda latente. Afortunadamente, en España hay un gran nivel de talento masculino y femenino. Un talento que, sin duda, podría aprovecharse más si dispusiéramos de más recursos. Pero, más que aprovechar el talento de aquellas mujeres que ya están en las carreras STEM, el objetivo debería ser que hubiera más mujeres en estas carreras, un problema que realmente existe y que hay que enfrentar desde la educación primaria.
Con respecto al colectivo en general de los científicos e investigadores, aparte de la cuestión económica, ¿cuál diría que son sus principales problemas y/o líneas de trabajo abiertas? ¿Puede ofrecernos una breve panorámica del momento actual?
Ciertamente, la cuestión económica no es la única relevante. En el último informe de la COSCE sobre las políticas científicas considerábamos necesario que, además de un crecimiento mantenido y sostenible de la inversión, debe existir una política de Estado que dé continuidad a las políticas científicas y desligue la ciencia de los ciclos políticos. Las reformas necesarias se pueden resumir en los cuatro puntos del Manifiesto por la Ciencia impulsado por COSCE: un ministerio de Ciencia con mayor peso político; la firma de un Pacto de Estado por la Ciencia; la puesta en marcha de una Agencia Estatal de Investigación realmente independiente de la Administración y gestionada por personas expertas de la comunidad científica; y la institucionalización de asesores científicos tanto para el Gobierno como para el Parlamento. En este caso, consideramos necesario la institución de un plenario anual en el Congreso de los Diputados dedicado en exclusiva a la Ciencia.
Tan importante como los recursos, es disponer de unos instrumentos eficaces, capaces de gestionarlos. En este sentido, es crítico que la Agencia Estatal de Investigación disponga de la autonomía y la capacidad de gestión plurianual que el Sistema de Ciencia requiere.
¿Cómo hizo frente a esta situación la junta anterior y cómo encara la coyuntura actual su equipo en la dirección de COSCE? ¿Cuáles son sus prioridades y principales líneas de trabajo?
Estamos en una carrera de fondo y hemos de ser muy constantes. Desde que se creó la COSCE en 2003, hemos dado pasos muy importantes para lograr el reconocimiento de la ciencia y transmitir su valor a las autoridades y los ciudadanos. La COSCE es una iniciativa única en Europa y sus presidentes y juntas han trabajado en diferentes líneas. Cambian los presidentes, pero los objetivos siguen siendo los mismos: contribuir al desarrollo científico y tecnológico de nuestro país; y ser un interlocutor cualificado ante la sociedad civil y los poderes públicos representativos en asuntos que afecten a la ciencia. Se trata de promover el papel de la ciencia y contribuir a su difusión como un ingrediente necesario e imprescindible de la cultura.
Uno de los grandes avances en este sentido han sido los acuerdos alcanzados con otras organizaciones como la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (FACME), que agrupa a 42 sociedades del sector médico y representa a los médicos españoles. Juntos estamos desarrollando un buen número de iniciativas, como por ejemplo una para combatir las pseudociencias.
A mediados de 2011 se aprobó la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. ¿Puede resumirnos en qué ha mejorado desde entonces el sistema español de investigación y la situación de sus profesionales?
Las pocas mejoras que puedan haberse producido son parches. Decisiones coyunturales o dirigidas a solucionar cuestiones urgentes como pasó con el real Decreto Ley 3/2019, que impulsó medidas de carácter netamente coyuntural. Pero no se abordaban las medidas imprescindibles de carácter estructural que deberían emprenderse. La realidad es que desde 2011 no han dejado de caer los presupuestos destinados a ciencia y uno de los principales compromisos de la Ley de 2011, sigue en el limbo: la creación de la Agencia Estatal de Investigación, instrumento imprescindible para el funcionamiento del Sistema Español de Ciencia, Tecnología e Innovación. La Agencia se creó a trancas y barrancas. A día de hoy, la AEI carece de un presupuesto plurianual y de la independencia suficiente para cumplir su misión.
En cuanto al problema de la financiación, llevamos varios ejercicios con recortes presupuestarios serios en el apartado de I+D+i. ¿Cómo han incidido estas restricciones en la situación laboral de los investigadores y en sus trabajos concretos?
Uno de los grandes problemas ha sido la caída constante de los presupuestos durante los últimos años. Por ejemplo, los presupuestos destinados a ciencia cayeron un 34 % en el periodo 2009-2013, lo que situó a España como el país europeo con mayor descenso de la OCDE. Para recuperar en 2026 la dotación presupuestaria que teníamos en 2009 sería necesario un crecimiento anual sostenido de los presupuestos dedicados a ciencia de más de un 4% .
Más allá de la financiación debemos reflexionar sobre los problemas estructurales. Uno de ellos es la importante carga regulatoria que lastra el funcionamiento de la actividad científica con trámites en muchos casos innecesarios, lo que hace que la ciencia española esté en desventaja frente a otros países con los que debería equipararse. Hay una tremenda proliferación de normas y controles, diversos organismos y convocatorias, lo que hace que los profesores e investigadores tengan que dedicarse a tareas administrativas que acaban reduciendo su competitividad.
Llevamos diez años editando esta revista y desde el principio constatamos que ha sido una reivindicación permanente de los científicos españoles una mejor dotación presupuestaria, ¿cree que con la nueva legislatura que comienza puede resolverse o empezar a resolverse esta cuestión?
Es una cuestión de voluntad política. Solo se destinarán los recursos necesarios cuando se reconozca el valor de la ciencia en el desarrollo de nuestro país. La ciencia debe ser una parte fundamental de las políticas de Gobierno, al margen de cambios circunstanciales y políticos en recursos e instrumentos. Debe crearse un itinerario pactado que impulse un ecosistema de ciencia, tecnología e innovación de calidad, independiente, eficaz y eficiente.
Esperemos que la investigación financiada con recursos públicos mejore, pero ¿y la privada? ¿En el Estado español las empresas invierten lo necesario en I+D+i? ¿En qué sectores somos competitivos y en cuáles seguimos dependiendo demasiado del “que inventen ellos”?
No solo debe impulsarse la inversión privada, sino también estimular la colaboración público-privada. Recientemente, nos hacíamos eco en nuestro Twitter de una información del Hub de Ciencia de la UE que analizaba como invierten las empresas europea en I+D. Una de las conclusiones es que España ocupa el décimo lugar con solo 21 empresas entre las 1.000 compañías europeas con mayor inversión en ciencia. Para enfrentar esta situación, la COSCE está poniendo en marcha el proyecto Ciencia y Empresa, un proyecto similar a la exitosa iniciativa australiana, Science Meets Business. El proyecto se basa en tres grandes objetivos: reunir a líderes científicos y figuras emergentes STEM con representantes destacados de la empresa privada; conocer y compartir los planes de investigación y desarrollo, y promover un intercambio directo, intenso y continuado de información y novedades del mundo de la ciencia para identificar y compartir aquellos avances que pueden tener interés empresarial.
En cualquier caso, todos estos proyectos son independientes del impulso público a la investigación, que debe verse no solo incrementado, sino cumplido. Los presupuestos han estado dominados por las partidas financieras, es decir por créditos, que, desafortunadamente, no se utilizaban ni aportaban nada al sistema. Eso ha hecho que no se ejecuten, que no se gasten.
¿Cree que su trabajo está suficientemente reconocido por el conjunto de la sociedad? ¿Se sienten bien tratados en cuanto a su capacidad de influencia e incluso de decisión en los puestos clave, tanto del sector público como en el empresarial?
Este es uno de los grandes retos que tenemos en COSCE. Son muchos los factores que influyen para que se produzca una mayor conexión entre ciencia y sociedad y logremos una mayor implicación de los ciudadanos. Por ejemplo, la educación. Pero hemos de reconocer que es una responsabilidad de todos: por supuesto, de las autoridades, pero también de los propios científicos, que hemos de abrirnos a la sociedad y explicar con claridad cuál es nuestra actividad y aportación. La ciencia es una parte esencial de nuestra sociedad y sin su contribución es impensable mantener y mejorar los niveles de progreso, tecnología, calidad de vida y conocimiento que nos hemos impuesto como objetivos para el siglo XXI. Y hemos de ser nosotros los primeros en comunicarlo.
¿Qué puede hacerse para motivar al conjunto de la sociedad y, volviendo, al inicio de la entrevista, habida cuenta de la desproporción (alarmante en algunas especialidades) en favor de los hombres, cómo animar a las chicas para que elijan carreras y profesiones relacionadas con la ciencia y la técnica, al menos en un grado parecido al de otras ramas del saber y del quehacer profesional?
La respuesta a ambas preguntas está en que exista una adecuada formación científica en primaria y secundaria. Precisamente en esta área, la COSCE ha puesto en marcha un proyecto que ayuda a los profesores de estos niveles a introducir la ciencia en las aulas. Ya llevamos dos ediciones en las que han participado más de quinientos profesores de primaria y secundaria y es impresionante ver como profesores y alumnos y alumnas de toda España comparten sus experiencias científicas. A todos los que estén interesados, les recomiendo que entren en la web del proyecto, que se llama ACIERTAS y que está apoyado por el Ministerio de Ciencia y la Fundación “la Caixa”.
Redacción Madrid
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