Europa “first”

Europa “first”

julio 4, 2021 Desactivado Por José Mompín Poblet
José Mompín Poblet
José Mompín Poblet Ingeniero técnico industrial y periodista especializado en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), ha dirigido durante catorce años la revista Mundo Electrónico de Boixareu Editores, que en su día llegó a ser considerada la primera en el ámbito hispánico y una de las cinco mejores del mundo. Simultáneamente, coordinó para la editorial Marcombo numerosas publicaciones técnicas, entre ellas las colecciones de libros “Mundo Electrónico” y “Prodúctica”. Es miembro fundador de la Asociación Iberoamericana de Periodistas Especializados y Técnicos (AIPET), de la que ha sido presidente. Ha fundado las empresas Eikona Comunicación e Ikonos, dedicadas a la comunicación empresarial y especializadas en el Sector TIC. Ha organizado y dirigido numerosas jornadas técnicas encuentros profesionales y certámenes del sector, entre los que destacan la Diada de les Telecomunicacions y la Nit de les Telecomunicacions, para los Colegios de ingenieros e ingenieros técnicos en Telecomunicación de Cataluña. En la actualidad es asesor externo de Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, que cuenta con el supercomputador MareNostrum; este centro coordina, además, la Red Española de Supercomputación (RES).

Reindustrializar España. Hay que protegerse ante la invasión de fabricados asiáticos

La crisis del coronavirus nos está obligando a replantearnos muchas cosas, materiales, sociales y éticas. Esta tribuna la dedico a hablar sobre la necesidad de reindustrializar España. Nos hemos visto obligados a recurrir a China para adquirir mascarillas, test y respiradores, al precio que fuera, con el dinero por delante, y compitiendo con los demás países, todos abrumados por el virus maldito…

Nos habíamos creído que España era unos de los países más potentes del mundo, desde el punto de vista económico e industrial, pero no teníamos quien fabricara simples mascarillas, geles, batas quirúrgicas o respiradores. Además de “papá Estado”, que ha ido comprando tarde y mal estos componentes, ha habido una gran cantidad de empresas privadas que se han encargado de comprar en el “zoco” chino algunos de estos productos, para donarlos a  algunos hospitales y Autonomías, empezando por las empresas de Amancio Ortega, El Corte Inglés, Iberdrola, Banco Santander, etc.

En las últimas décadas el peso de la industria española ha pasado de ser el  17,8% del PIB, al actual 14%, y esto contabilizando a las potentes industrias automovilísticas que operan en nuestro país. Aquí teníamos una serie de subsectores industriales potentes y de prestigio internacional, que —gracias a los chinos y otros países asiáticos—, se nos fueron al garete: textil, calzado, juguetes, muebles, industria naval… Recuerdo con indignación a un ex presidente de la Generalitat saliendo en TV3 inaugurando ufano una empresa catalana en China; una deslocalización. Desmantelar una empresa aquí, dejar en el paro a una serie de españoles, para instalarse en China, donde su empresa sobrevivirá uno o dos años, pasado los cuales, le copiarán la tecnología, e instalarán una fábrica igualita en la acera de enfrente. Y así ha sucedido en muchísimos casos. Pan para hoy (para el empresario), pero hambre para los trabajadores que ha despedido…

Para escribir esta tribuna me he tomado la molestia de repasar uno a uno los 9.902 ítems del CNAE (Clasificación Nacional de Actividades Económicas), y he constatado que  España es una potencia mundial en servicios, especialmente en turismo, y todo lo que conlleva atender a 83 millones de turistas extranjeros (hoteles, restaurantes, bares, agencias de viaje…). También somos fuertes en el sector alimentario, hortofrutícola, energías alternativas, obra civil, construcción de material móvil como el Tren de Alta Velocidad y sus infraestructuras, las varias fábricas de automóviles, la Bioingeniería, y un largo etc., tales como la pesca y acuicultura, el aceite de oliva, las bebidas alcohólicas, las artes gráficas, la industria química, los laboratorios farmacéuticos, fábricas de armas y municiones, material eléctrico, máquina herramienta y de control numérico, la construcción naval de buques, petroleros, fragatas y embarcaciones de recreo, la producción eólica y fotovoltaica, la construcción de viviendas y oficinas, la construcción de carreteras  y autopistas y, por supuesto, las actividades financieras y de seguros (considero que estos últimos no crean gran valor añadido y poco trabajo humano).

Sin embrago, observad que en la lista que acabo de esbozar aparecen muchos conceptos, muchos subsectores o productos/servicios, pero falta la Electrónica, la Informática y las telecomunicaciones (TIC), todos subsectores importantísimos, alrededor de los cuales giran las empresas punteras, de gran valor añadido y mano de obra cualificada. Y en esto, España, poco, muy poco…

Por esto, mi osadía me lleva a proponer algo que los economistas ortodoxos me tildarán de desnortado y antiguo:

 

Europa “first”. Europa tiene que protegerse

No voy a decir que Europa no tiene que comercializar con el resto del mundo. Tenemos que hacerlo, pero no como hasta ahora, en donde la globalización nos ha llevado a desmantelar muchas de nuestras industrias, para engordar la maquinaria china, coreana y de algunos países más asiáticos, los cuales utilizan mano  de obra barata, y con empleados que gozan de muy pocas prestaciones sociales. Y con esto Europa, nunca podrá competir. Por tanto, mi opinión es que con estos competidores hay que establecer nuevas reglas de juego, llámese aranceles o listas o cupos de fabricados, cuya importación deberá estar regulada. Pero Europa no puede verse otra vez abocada a una dependencia de China tan asfixiante como la que estamos pasando. Además de la “fábrica del mundo”, el gigante  asiático  tiene cada vez más alta tecnología, y ha adquirido deuda externa de muchos países, empezando por los EE.UU. de América, invirtiendo en todos los continentes, comprando empresas estratégicas, alquilando enormes extensiones de tierras, etc. Es, pues, una amenaza económica para el resto del mundo.

No es fácil poner de acuerdo a 27 países de la UE, pero sería deseable que se estudiaran los puntos fuertes industriales de cada país, a fin de potenciar y estimular la especialización en determinados sectores o productos, algo así como lo que hacía la antigua URSS, sin llegar a asfixiar el libre mercado europeo. Sería una  manera de racionalizar costes/producción, sin renunciar a producir otros muchos productos. Pero Europa estaría abastecida, igual que se está haciendo con  el Programa PRACE de supercomputación; una red de supercomputadores europeos, para facilitar la I+D de los científicos y empresarios, y competir en igualdad de condiciones con norteamericanos, chinos y japoneses…

España debe volver a industrializarse. Ya hemos visto la fragilidad del sector turístico, y de servicios en general. Pero ante todo hay que reconvertir a muchos de los trabajadores actuales. Y para ello, ¡formación, formación y formación! Y que los bancos y grandes empresas inviertan en empresas de alto valor añadido. Y una última apreciación: las empresas deben contar con los investigadores que tenemos en los más de 500 Institutos y Centros de Investigación, para que les ayuden en sus diseños y desarrollos. Basta de que los muy buenos investigadores que tenemos en España se dediquen a estudiar el “sexo de los ángeles”. Como bien dice el profesor  Mateo Valero, del Barcelona Supercomputing Center: “la investigación que no se traduce en un producto, en dinero, en riqueza para el país, no sirve…”.

Así que, amigos, apliquémonos el cuento.

 

 

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