La industria farmacéutica y las starts-ups biotecnológicas

Fundador y CEO de Anaxomics

«Las farmacéuticas han reducido sus equipos internos de I+D. Los descubrimientos más rompedores los están realizando las starts-ups biotecnológicas»

Anaxomics ha desarrollado una tecnología propia que permite integrar toda la información conocida sobre redes biológicas y mecanismos de acción de medicamentos en una gran red interconectada, una especie de “paciente virtual” y posteriormente “entrenar” esta red para predecir la futura eficacia y seguridad de medicamentos en desarrollo. Anaxomics trabaja con las principales compañías farmacéuticas a nivel global, y es líder en soluciones de biología de sistemas para el descubrimiento de nuevos fármacos.
Anaxomics se fundó en 2008. Durante los primeros años ha desarrollado una plataforma tecnológica propia, y actualmente tiene clientes en España, Europa y Norteamérica. Anaxomics emplea a veinte personas, la mayoría con el doctorado.

Muchas compañías disponen de moléculas “guardadas en un cajón”, es decir, compuestos que, aun siendo seguros, han sido abandonados por falta de eficacia para el uso para el que fueron diseñados. Pero existen muchos ejemplos de fármacos que han tenido éxito en un nuevo uso distinto al original (el viagra, sin ir más lejos). Nosotros proponemos a las compañías farmacéuticas que nos dejen investigar con estos compuestos abandonados para averiguar si podemos encontrarles una nueva indicación terapéutica, por ejemplo, en enfermedades huérfanas (enfermedades poco frecuentes). Dado que creemos firmemente en nuestra tecnología, podemos realizar el proyecto sin coste para el laboratorio, y compartir futuros beneficios si encontramos un nuevo uso para la molécula.

Anaxomics es principalmente una empresa de servicios, líder global en aplicación de las nuevas tecnologías de biología de sistemas para el descubrimiento de nuevos fármacos. Ofrecemos proyectos de alto valor añadido para nuestros clientes, que son principalmente compañías biofarmacéuticas, tanto pequeñas start-ups, como empresas medianas y grandes. Asimismo, trabajamos para inversores y venture capital, ayudándoles a decidir cuáles son las moléculas potencialmente más seguras en las que invertir, dentro siempre del sector biotech.

La oficina principal es la de Barcelona. En Lausanne tenemos una oficina comercial, y en Boston por ahora sólo una oficina virtual. Estamos buscando personal capacitado para expandir nuestros servicios en Estados Unidos.

Facebook es una red de personas (los “nodos”), conectados por relaciones (que pueden ser de varios tipos: profesionales, amistad, familiares). Los mensajes se transmiten de nodo a nodo utilizando varios caminos posibles, de modo que es difícil predecir qué camino en concreto va a llevar un mensaje de una persona a otra situada a dos o tres saltos (por ejemplo, entre un amigo de la escuela y la vecina del quinto), pero en global, sí que podemos estudiar con bastante precisión qué mensajes se distribuyen y cuáles no. En el comportamiento de nuestra red biológica ante una enfermedad y ante el efecto terapéutico de un fármaco pasa algo parecido. Los nodos serían proteínas individuales, que se relacionan unas con otras de diferente modo (inhibiendo o activando, por ejemplo), de modo que una señal se transmite de proteína a proteína por varios caminos posibles, hasta que llega a proteínas que hacen cosas buenas (curan enfermedades), o cosas malas (producen efectos secundarios). Es decir, podemos estudiar el comportamiento de la red biológica a nivel global del mismo modo que podemos predecir el comportamiento de la red social a nivel global. En ambos casos, lo que nos interesa es el resultado final, porque asumimos que los caminos de transmisión pueden ser diversos. Además, las técnicas matemáticas y de modelado que se utilizan en ambos casos son las mismas. Nuestra aproximación permite proponer hipótesis con un alto grado de certeza, por ejemplo saber qué medicamento será seguro, o qué medicamento podrá ser más eficaz para curar una determinada enfermedad.

Hemos hallado una serie de medicamentos de uso común para varias patologías que, en combinación, podrían tener un nuevo uso en la enfermedad de Alzheimer. Se trata de fármacos para los cuales, en base a su efecto sobre la red biológica, hemos predicho un nuevo mecanismo de acción. Hemos probado algunos de ellos en modelos animales de la enfermedad, y los resultados son muy prometedores. Como siempre, es necesario decir que estamos a varios años de poder hallar algo de utilidad real en pacientes humanos, pero estamos muy satisfechos porque estos resultados validan la precisión de nuestras metodologías.

Todavía no hemos cerrado acuerdos, puesto que necesitamos datos más concluyentes.

Habría que ver a qué se refieren las farmacéuticas cuando hablan de recorte en I+D. No estoy seguro de que se refieran a las fases de descubrimiento o desarrollo de nuevos fármacos, sino más bien a los estudios que se realizan cuando los fármacos están ya en el mercado, y que tienen un marcado componente comercial.
En general y a nivel global, cada vez hay mayor inversión en I+D, puesto que las farmacéuticas necesitan desarrollar nuevos compuestos, y cada vez es más complicado, con lo que el grado de innovación, inversión y nivel científico de los nuevos proyectos es mayor. En este sentido, la estrategia que ha demostrado ser más eficaz para las compañías farmacéuticas es reducir sus departamentos de I+D internos y promover un ecosistema de pequeñas compañías altamente innovadoras, que son las que realmente realizan los descubrimientos más rompedores, tanto en moléculas concretas, como en plataformas tecnológicas para nuevas aproximaciones terapéuticas. Cuando una start-up o pequeña biotech hace un descubrimiento relevante, las compañías farmacéuticas, que han acumulado ingentes cantidades de cash en los últimos treinta años, no tienen más que detectarlas y adquirirlas. Este es un modelo de negocio muy positivo, puesto que favorece y premia la innovación, con un alto grado de libertad para inventar.

La administración tiene instrumentos basados en el crédito que permiten poner en marcha los proyectos, y esto es positivo. Lo que debería favorecer son dos cosas que no tienen coste: en primer lugar, favorecer y premiar a aquellos profesores e investigadores que participan en la creación de una empresa. Creo que deberían obtener todo tipo de facilidades para compaginar su actividad docente o investigadora con la actividad empresarial. La innovación proviene en muchas ocasiones de investigadores con mucha experiencia, pero que se ven frenados por trabas burocráticas que les impiden lanzarse libremente a la aventura, incluso a tiempo parcial. En segundo lugar, las empresas innovadoras deberían obtener tax credits en sus primeros años, por ejemplo en cuotas a la seguridad social de doctores en plantilla, o estando exentas del impuesto de sociedades durante los primeros años de vida. Crear una empresa debe ser visto y promovido como una actividad positiva y esencial, y todo deberían ser facilidades, que repito, no necesariamente deben ser económicas o comportar coste.

Este premio tiene un elevado reconocimiento a nivel mundial, puesto que compañías como Google, Facebook o la catalana Fractus lo ganaron en su momento. Supone una tarjeta de presentación muy positiva en diferentes sectores, y un aval a nuestra firme apuesta por la innovación.