Difusión social de la Química y de la industria química

Difusión social de la Química y de la industria química

mayo 27, 2013 Desactivado Por inQualitas
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Rafael Foguet
Presidente emérito de Expoquimia
«No se insiste lo suficiente en explicar y destacar el valor de la Química y de la industria química»

Rafael Foguet Ambrós es Premio Extraordinario de Licenciatura en Química y doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona. Referente de la industria química española, fue presidente entre 2003 y 2011 de la Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona. Desde 1997 hasta principios de 2013, ha presidido el salón Expoquimia, del que ahora es presidente emérito. En los últimos 31 años de su profesión, hasta la jubilación, a los 72 años, fue Consejero Delegado y Vicepresidente del Grupo Ferrer Internacional.

Usted se licenció en Química en 1957 en la Universidad de Barcelona. ¿Cómo recuerda la formación que se impartía en aquella época y su enfoque hacia la investigación y la industria?
Tengo un recuerdo positivo de la universidad de aquella época, con todas las deficiencias que pudiera tener. El programa de la carrera era muy generalista, pero muy denso y con una cierta transversalidad, con lo que veías un poco de biología, de geología, de química médica, pero las asignaturas fuertes y las relacionadas con la física eran muy potentes. El conjunto estaba bien, pero el país era el que era y dar una visión industrial no era fácil, aunque había unos pocos catedráticos con posturas más industriales. Te las transmitían y tuve la suerte de tener cuatro o cinco profesores excepcionales que te enseñaban no sólo las materias propias sino también complementos importantes como la proyección y presentación exterior de los conocimientos y aplicaciones. Interpretándolo correctamente te permitía acabar la carrera con unas ideas claras sobre tu orientación, por eso, aunque tuve ofertas de cursar el doctorado, decidí hacer la opción industrial. Justo es reconocer que el nivel de la Universidad de Barcelona era superior a la media del país, ya que podías adquirir cierta orientación hacia investigación o industria, que dependía, claro, de las ganas que uno mismo tuviera de aprender.
Ya desde el inicio de su trayectoria, usted se distinguió por la incorporación de los procesos y sistemas más innovadores. En un entorno que cambia continuamente, como es el de la industria química, ¿qué papel juega la innovación?
Terminada la carrera y ya en período industrial mantuve el contacto con algunos de aquellos profesores excepcionales, que me animaron mucho y me completaban una visión amplia del sector químico. Y esto me dio la posibilidad junto a la experiencia creciente industrial de seguir lo que hacían otros y saber por donde iban las nuevas líneas de investigación y desarrollo técnico.
Cuando la maquinaria industrial del país se plantea hacer cosas nuevas es a partir del 1959, con el Plan de Estabilización Económica. Un mercado creciente de productos o derivados químicos, mayoritariamente de importación, planteó la necesidad de producirlos en España. Hasta cierto punto se puso de moda la industria química, porque era la solución a carencias o problemas en múltiples campos, como por ejemplo en fertilizantes de alta concentración para la producción agrícola, en plásticos de diversos usos, en textiles, disolventes, plaguicidas etc. Se comenzaron a diseñar y construir los polígonos industriales químicos y pude intervenir con proyectos en los de Tarragona y Huelva. De todo esto arrancan las ganas de conocer y aplicar procesos químicos innovadores con la utilización de instalaciones construidas con los entonces nuevos materiales ebonitados, acero inoxidable, grafito, teflón… que ofrecían una nueva gama de posibilidades a la ingeniería química. Me impuse la obligación de asimilarlo y pude hacerlo.
Durante sus diecisiete años en el grupo Cros cooperó y lideró una gran expansión de esta empresa, especialmente en los años 60 y 70. ¿Qué destacaría de aquella etapa?
Dentro del referido proceso de creación de polígonos industriales, de nuevas empresas y de fábricas, tuve la oportunidad de ser un espectador activo de primera línea con enlaces en una parte de la gran química europea y también americana, en especial Alemania (Hoechst y Wacker Chemie), en Francia ( Progil y PEC) y en USA (Hooker y Standard Oil). Con el desempeño de mis funciones adquirí conocimientos y técnicas modernas en una gama diversa de productos, lo que permitió la elaboración de proyectos y nuevas fabricaciones contando siempre con el apoyo de gerencia y de los consejos de administración. El trinomio nuevos productos, nuevas instalaciones y nuevos mercados configura el vector que he tenido siempre en cuenta en mi vida profesional. A título de ejemplo Cros era una gran compañía que producía, en su mayoría, ácidos y fertilizantes de bajo contenido en nitrógeno. El objetivo fue seguir creciendo en fertilizantes de alto contenido en nitrógeno y conseguir una diversificación en química fina, aditivos alimentarios, pinturas, farmacia, plaguicidas, servicios de ingeniería química… Y todo ello gracias, también, a un tema que ha sido una constante de mi vida profesional: tener al lado el mejor equipo de colaboradores. También hay que decir que los años de desarrollismo industrial químico, en los que España y Japón crecían en química porcentajes de dos dígitos anuales, el país adquirió un entusiasmo que ayudaba a lograr estas cosas.
Posteriormente usted fue nombrado consejero delegado de un grupo de siete pequeñas compañía que más tarde se convertirían en el Grupo Ferrer Internacional, con más de 33 sociedades en diversos países. ¿Cuáles fueron los elementos clave de esta gran expansión?
Conocía a Carlos Ferrer-Salat, ya muy conocido por sus actividades diversas y propietario de los laboratorios farmacéuticos Ferrer, por haber participado conjuntamente en diversas reuniones técnicas en la Cámara de Comercio e Industria de Barcelona y nos teníamos un cierto afecto y respeto mutuo. En 1974, Carlos Ferrer conocía mi trayectoria profesional y necesitaba cubrir el puesto directivo de Laboratorios Ferrer S.L que había dejado su primo Jordi Ferrer, farmacéutico y socio fundador que decidió orientarse profesionalmente hacia otros horizontes. Por esto me ofreció el cargo de Consejero Delegado del grupito de compañías para que hiciera lo que había hecho en Cros, con total libertad para gestionar, aunque siempre compartía y sometía a su aprobación las decisiones importantes. Amplié contactos con el exterior, reuní un equipo de muy buenos colaboradores y diseñamos un plan estratégico sobre innovación , fábricas nuevas, mercados, internacionalización y diversificación.
Estos dos últimos objetivos eran fundamentales ya que la farmacia en los laboratorios Ferrer, a mitad de los 70, representaba casi la totalidad de la facturación y convenía cubrir otras áreas y especialmente la exterior. En pocos años se estructuró un Grupo creciendo no sólo cuantitativamente sino también ampliándolo con más del 40% de giro anual en química fina, diagnóstico y alimentación con un porcentaje parecido, sobre el total, de facturación internacional. En la década de los ’90 se amplió el área exterior con las “minifiliales” con poca inversión y alta eficiencia mercantil. Así se cumplía el plan estratégico en diversificación sectorial y territorial con buenos resultados.
¿Es el sector químico-farmacéutico uno de los ofrece mayores oportunidades hoy dentro de la industria química?
Aunque algunos países lo tengan más o menos resuelto tenemos actualmente en el mundo unas problemáticas muy concretas en salud, alimentación, higiene y salubridad, nuevos materiales, movilidad, medio ambiente y energía. Para resolver estos problemas transformamos o consumimos materias primas que podemos llamar clásicas: minerales, energías fósiles y productos naturales. Algunas se están agotando o será cada vez más difícil y caro obtenerlas. El reto actual es desarrollar unos substitutos que pueden venir en buena parte de la bioquímica y la biotecnología. Cosa que ya está sucediendo cuando hablamos de, biomateriales, biosensores, energía de biomasa, biochips, etc.
El sector químico-farmacéutico, que está a caballo de la química fina, la bioquímica y de la línea biotecnológica tiene un largo y necesario recorrido por las altas exigencias en salud e higiene de la sociedad moderna. Entre las distintas subdisciplinas químicas la Bionanoquímica en terapia farmacéutica ha de permitir tratamientos personalizados mediante cantidades minúsculas (nanogramos) caracterizados por su mayor eficacia y reducción del riesgo de reacciones secundarias.
Precisamente uno de los temas que usted ha tratado más en sus discursos conferencias es el de la investigación. ¿Cómo valora la importancia que se da actualmente a la investigación científica en Cataluña y en España?
A juzgar por la atención que recibe a nivel general, la valoración de la I+D es muy mejorable, como lo es el poco conocimiento y aprecio de lo bueno que tenemos, tanto en la pública como en la privada. En Cataluña y especialmente en el área de Barcelona contamos con unos clústers de investigación muy notables, algunos más apreciados fuera que aquí. Lo lógico es potenciarlos y protegerlos gestionando los recursos (tanto estatales como autonómicos) y actuar discriminadamente a favor de aquello que tenga futuro y que presente un retorno en forma de patentes, de know how, de transferencia de tecnología o de publicaciones break-through. Sin olvidar la investigación básica de alto nivel que al final se acaba aplicando de un modo u otro.
Aquella posición, por suerte cada vez más rara, pero que todavía perdura en algunos lugares de “Déme el dinero y yo elegiré la investigación que me parezca” no es recomendable con dinero público.
¿Quizá haya pocos incentivos fiscales o de otro tipo para que se invierta más en este campo desde el sector privado?
Hay dos aspectos que no deberíamos olvidar, uno que es necesario que el sector privado invierta más en investigación propia o pública y el otro que ni los incentivos fiscales ni el ordenamiento administrativo, laboral y financiero actuales son suficientes para reindustrializar el país a través de un Política Industrial adecuada. El mayor peso de la inversión privada en innovación se corresponde con la existencia de más empresa privada, entre otras cosas porque existe una retroalimentación entre la investigación pública y la empresa. Si la primera vende tecnología a la empresa, ésta la transforma para colocarla en el mercado, obtiene beneficios con los que contrata más investigación. Además dado que la empresa tiene toda la información sobre la demanda, puede al contratar con universidades o centros públicos orientar la investigación aplicada.
El gasto en I+D en la industria presenta una asimetría sectorial importante, ya que entre seis sectores industriales gastan cerca del 80% del total privado, lo que debería condicionar una atención especial hacia ellos, que no siempre ocurre. La inversión en innovación de calidad tiene a medio plazo un retorno socio-económico y una posibilidad de recuperar parte del coste de la pública via transferencias e impuestos de las empresas.
Usted es presidente emérito del salón Expoquimia. Si tuviera que destacar unos cuantos hechos relevantes en la historia de Expoquimia, ¿cuáles serían?
Tal como ya he apuntado antes, el Plan de Estabilización de 1959 y los siguientes Planes de Desarrollo Económico y Social iniciaron el despegue de un país agrícola y muy atrasado a un país industrial y moderno. La química se presentó como una de las disciplinas importantes para que el país arrancara. Y en ese contexto nace Expoquimia impulsada por un pequeño grupo de ejecutivos químicos y al amparo de Fira de Barcelona.
Diría que las claves para tener un salón de éxito fueron exponer el mundo de la química de forma integral, dando visibilidad a los fabricantes de productos químicos, pero también a fabricantes de maquinaria, de sistemas de control, de instrumentos de medida, a empresas de servicios… Así en un único salón el visitante podía hallar la solución a cualquier problema o demanda. El Comité Organizador lo han formado siempre los números uno de las principales empresas químicas y paraquímicas con algunos representantes significados y autoridades del área química. Pronto se dotó del apoyo técnico y científico de congresos y se estableció una conexión con las universidades, el CSIC y con entidades privadas de investigación. Pasadas las primeras ediciones el Salón se hizo internacional y se iniciaron las misiones técnicas comerciales tanto directas como inversas. Actualmente en Europa ya sólo queda Achema de Frankfurt y Expoquimia con este formato.
Finalmente, también fue importante el traslado de Montjuïc a Fira 2, en Gran Vía, donde tuvimos mucho más espacio, sobre todo para exponer maquinaria de gran tamaño, y un conjunto de servicios de gran nivel.
¿Y cómo cree que debe enfocar el futuro?
Una institución que se ha acreditado durante 47 años, que ha adquirido una experiencia contrastada con el mercado mutante y un grupo de profesionales de Fira de Barcelona de gran calidad son un valor de cara al futuro. En términos de una instalación química solemos decir si funciona bien, no lo cambies. A lo largo de las múltiples ediciones de Expoquimia ya se han introducido cambios, nuevos subsectores, incorporado todas las nuevas tecnologías, marketing, regulatory affairs, seguridad, logística, lo cual no excluye que haya que seguir haciendo ajustes y mejoras dentro de una concepción general que funciona bien. El “fine tunning” se tiene que realizar siempre, pero ya tenemos la emisora sintonizada en la frecuencia correcta.
Sin duda, Expoquimia es muy importante para el sector pero también para difundir entre el público la importancia de la Química. ¿Cómo ve el futuro de esta a veces complicada relación entre química y sociedad?
Desde el origen una de las misiones de Expoquimia ha sido abrirse a la sociedad explicando el rol de la química en el día a día. En todas las ediciones se ha hecho un acercamiento a las universidades, instituciones científicas y culturales, incluso a las escuelas preuniversitarias que nos lo han pedido. Hemos publicado multitud de opúsculos, folletos, proceedings científico-técnicos y hasta editar un cómic sobre la historia de la química desde la prehistórica Edad de los Metales hasta la actualidad. Acogemos visitas de colectivos, asociaciones profesionales y propiciamos reuniones empresariales (FEIQUE, ANQUE, CEFIC entre otros). Aún así los resultados no son espectaculares porque la cultura industrial no es una opción generalizada del país. Utilizamos a diario productos y máquinas (por ejemplo medicamentos y aparatos electrónicos) muy sofisticados pero no valoramos la cuantía de investigación y trabajo que los han hecho posibles. Se han banalizado, porque desde la escuela primaria no se ha insistido suficientemente en explicar y destacar su valor y el de la industria que los produce. Debemos reformar la universidad, pero también los estudios previos para acercar los alumnos al estudio de la naturaleza y a la experimentación científica. No es nada nuevo, otros países lo hacen.

Xavier Duran – Albert Punsola
Más información:
www.expoquimia.com