En la primavera árabe la verdadera revolución llegará cuando haya un primer gobierno legitimado y estable
mayo 31, 2011Javier Albarracín
Responsable del Área de Desarrollo Socioeconómico en el Institut Europeu de la Mediterrània (IEMed)
«En la primavera árabe la verdadera revolución llegará cuando haya un primer gobierno legitimado y estable; hasta ahora es la revuelta, la pasión»
Javier Albarracín Corredor es licenciado en Ciencias Políticas y está especializado en Relaciones Internacionales y Economía de Oriente Medio. Durante siete años ha sido responsable del Área Mediterránea y del Oriente Medio del COPCA (Consorci de Promoció Comercial de la Generalitat de Catalunya, integrado actualmente en ACC1Ó). También ha trabajado en la Oficina Económica y Comercial de España en Estambul (Turquía). En la actualidad coordina el Área de Desarrollo Socioeconómico en el Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMed).
¿Cuáles son las funciones del IEMed y en qué consiste su trabajo como responsable de Desarrollo Socioeconómico?
El IEMed es un centro de investigación sobre el Mediterráneo y sobre las relaciones euromediterráneas. Es un consorcio formado por la Generalitat de Cataluña, el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Ayuntamiento de Barcelona. La mayor aportación de ingresos la hace el gobierno catalán, después el Estado y luego el consistorio. Somos un think tank multidimensional, dentro de IEMed hay un departamento de temas políticos, otro de temas culturales, etc., y yo soy el responsable del departamento socioeconómico. Intentamos entender, reflexionar y sugerir sobre lo que está pasando en las economías de los países de la cuenca mediterránea y su impacto en las sociedades. Así como también, evidentemente, sobre las relaciones euromediterráneas. Pero en mi caso desde un punto de vista económico, aunque en la zona mediterránea las realidades política y económica no es que vayan de la mano sino que son lo mismo, las dos caras de una misma moneda. Esto pasa en general en todas partes, pero en especial en las economías del norte de África y el Oriente medio, donde el peso del Estado es muy relevante en la estructura social y económica. Son países en los que, por supuesto, este modelo de desarrollo que han escogido en el pasado condiciona lo que está pasando ahora y está en la base de las revueltas que se están produciendo en la ribera sur del Mediterráneo.
O sea que el peso del Estado es decisivo en la economía, ¿pero cómo ve el de la sociedad civil?
Estamos hablando de un área de muchos países, no tiene nada que ver la dinámica económica y de desarrollo por los que optaron en su momento Libia, Siria o Argelia. Y utilizo esta gradación expresamente, porque el sector privado no existe en Libia; existe un poco más en Siria, pero no es el mayoritario, y existe un poco más en Argelia, pero está interferido y no constituye la parte mayoritaria de la economía. Aun así, en el Mediterráneo también encuentras países como Israel, donde el sector privado está absolutamente desarrollado y maduro, ya sea el sector financiero, la innovación, la investigación… Y Turquía, que es una de las grandes economías emergentes, en estos momentos es la quinceava economía del mundo con un crecimiento absolutamente espectacular, muy por encima de la media de la OCDE. Por ejemplo el año pasado creció un 8,9%, y desde 2002 hasta ahora lleva un crecimiento acumulado de más del 40%, y esto liderado por el sector privado, ésta es la gran novedad histórica de la economía turca. Un crecimiento, por cierto, que está muy liderado por la pequeña y mediana empresa, porque el 99% de su economía son PYMES.
Conferencia-coloquio de Recep Tayyip Erdogan, primer ministro de Turquía, en Madrid, el 22 de febrero de 2010. En la foto aperece también el embajador Senén Florensa, exdirector del IEMed y en la actualidad director general d’Afers Exteriors de la Generalitat de Catalunya
¿De ahí vienen las revueltas de la sociedad civil que dice «yo también quiero intervenir en la economía»?
Hasta ahora parecía que la opción eran los regímenes más depredadores política y económicamente, porque si no la alternativa era el caos islamista, y con esa dicotomía nos hemos mantenido décadas. Lo que se ha demostrado es que ha sido por el camino del medio, donde está el pueblo, en donde se ha roto, no solamente esa falsa dicotomía, sino que además ha derribado estos regímenes… En algunos casos, en otros no, o ya veremos como acaba la cosa. Porque el caso es que la situación no se ha consolidado ni siquiera en los países donde ya se ha cambiado el régimen, como es el caso de Túnez o Egipto. Debemos entender que son regímenes que se han estado construyendo durante 25 o 30 años y que ahora llevan en una revuelta permanente, en una efervescencia política y social absoluta, en el mejor de los casos, desde enero. La verdadera revolución llegará cuando haya un primer gobierno suficientemente legítimo y estable, hasta ahora es la revuelta, la pasión. Será cuando se cambie estructuralmente a esos países en lo que sus ciudadanos demandan: luchar contra la corrupción, las políticas neoliberales que se han estado implantando indiscriminadamente hasta ahora… Eso creo yo que requerirá, como mínimo, unos cinco años desde que haya un primer gobierno suficientemente legítimo y estable. Ahora deben empezar a implementarse políticas de redistribución de la riqueza y de crecimiento inclusivo, que tengan una repercusión vertical en toda la sociedad.
¿Cuál es la situación de las empresas españolas implantadas en esos países en conflicto?
Nos dicen que, a corto plazo, no ven muchas posibilidades de hacer negocio, primero porque ellos mismos están a la espera de ver hacia qué lado se decanta la situación. Pero, en un segundo momento, también nos comentan que esas economías sí que, objetivamente, han sido interesantes porque aunque el modelo de intrusismo del Estado no sacaba lo mejor de todo el potencial, sí que son países que tienen grandes activos. Son países como Marruecos, o como Egipto, que tiene 72 millones de habitantes, con unos recursos humanos considerables, con muchas personas muy preparadas, estratégicamente ubicado para acceder a otros mercados, con una serie de activos valiosísimos como el turismo, el canal de Suez, recursos naturales… Si antes ya eran países que resultaban interesantes, a medio plazo lo serán aún más. Si se implementan las políticas necesarias para satisfacer las demandas económicas que han generado las revueltas, se espera que aquellos que tienen recursos sigan creciendo; en ellos los grandes sectores de la economía, las grandes constructoras, las grandes empresas energéticas, etc. no dejaran de crecer. Pero también se espera que la clase media crezca con parámetros de mercado, como está ocurriendo en las economías emergentes. Eso hará a estos mercados más atractivos, ya que son poblaciones con crecimientos demográficos importantes. También en algunos casos, como Egipto, se trata de países con unas grandes capacidades en el sector farmacéutico, en el sector logístico, el de las telecomunicaciones, la informática, etc. La Caixa, por ejemplo, abre ahora una oficina en El Cairo, en septiembre estará operativa, con revueltas o sin revueltas, una gran empresa financiera apuesta por ese mercado. Por lo tanto, a corto plazo, pequeñas, medianas y grandes empresas están viendo qué pasa y hacia donde se decantan. Y no hay duda de que si la situación política tiende hacia donde sería deseable, aunque nadie puede garantizarlo, serán países muy atractivos para invertir. Aunque, insisto, hay que distinguir atinadamente entre ellos, no es lo mismo un país que otro.
Estambul, 3-4 de Abril de 2009, Sesión plenaria de la 1ª Conferencia España-Turquía, organizada por IEMed y el Istanbul Policy Center (IPC)
¿Cuál cree que va a ser la actitud de los líderes europeos? ¿Ayudará Europa a que estos cambios avancen o se nos están escapando de las manos?
Desde la ribera sur se dice que las revueltas no han tenido ayuda procedente de Europa ni de Estados Unidos y, es más, consideran que una de las cosas que ha generado las revueltas ha sido precisamente el apoyo de Occidente a sus regímenes, así como el resultado de las políticas liberalizadoras que antes comentábamos, básicamente impulsadas por Occidente, ya sea por sus acuerdos con la Unión Europea, con el FMI y con Estados Unidos. Se les pedía y en algunos casos se les obligaba a seguir con esa pauta e implementar esas políticas neoliberales para ser beneficiarios de beneficios comerciales, fondos inversores, etc. Y el resultado ha sido el que ha sido. Pero es que desde un punto de vista político, quien mantenía a Ben Alí o a Mubarak era también Occidente. Por lo tanto, hay bastante malestar entre las capas sociales que se alzaron porque piensan que Occidente no ha sido especialmente sensible ni política ni económicamente con sus demandas. Dicen: ¿por qué ahora deberías capitalizar nuestro proceso de revuelta? Por ello prefieren inventar su propio modelo. Evidentemente necesitarán ayuda, de hecho Egipto ahora mismo necesita alrededor de 9.000 millones de dólares. Pensemos que a corto plazo sus capacidades económicas se han reducido absolutamente. En países como Túnez o Egipto el turismo ha representado una fuente inmensa de recursos y ha pasado de cien a cero, la atracción por la inversión internacional ha pasado de ochenta a cero, porque cualquiera hace ahora una inversión en Túnez sin saber quién es el ministro con el que tienes que hablar o cuánto tiempo durará la licencia que te han concedido si mañana se cambian las leyes. Se están produciendo muchas huelgas, se ha abierto la caja de Pandora, antes no podía haber demandas sindicales, demandas de mejoras de las condiciones de la administración pública, de la policía, de los horneros, de la industria metalúrgica, etc. etc. Y se ha desbordado la situación, porque, claro está, ahora no puedes pedirle a gente que lleva treinta años teniendo paciencia, o que ha estado obligada a tener paciencia, que esperen otros diez años más. Porque ellos quieren para hoy mismo el aumento de salario, la mejora de las condiciones laborales o el derecho a la huelga. Es un momento de absoluta ebullición de demandas, algunas de ellas asumibles, otras no. Por lo tanto, a la inestabilidad macroeconómica (no hay turismo y no hay atractivo para la inversión) se añade que en la parte microeconómica hay problemas de distribución o de logística de bienes de consumo, o de cualquier elemento básico para la producción, por ejemplo hay plantas que han tenido que parar, inversores españoles que no pueden producir porque sus obreros sencillamente han dejado de ir a trabajar.
Encuentro Económico Euromediterráneo en Barcelona, 3 junio de 2010, para analizar los principales sectores en estas economías
¿Cuánto cree que pueden alargarse los procesos y hasta dónde pueden llegar las reformas?
Yo creo que estamos ante un proceso que empezó en diciembre de 2010 y de una forma efectiva estalló en enero de 2011, pero que tiene por delante unos cinco años más de desarrollo. Ahora bien, no habrá ni un solo país árabe, ni países musulmanes no árabes, como es el caso de Irán, que no queden salpicados de una manera o de otra otra por las revueltas y, en consecuencia, tengan que hacer reformas. ¿Cuáles? No tengo ni idea, ni en qué grado ni hacia qué dirección. Pueden ser reformas hacia todavía más involución, de seguir reprimiendo a la mayoría. También hay un dato a tener en cuenta que ayuda a comprender la causa de las revueltas: los líderes de muchos de esos países tienen más de setenta años mientras que el 70% de su población tiene menos de treinta. Por lo tanto, lo que esperan del futuro los menores de treinta y lo que esperan del presente los de más de setenta es como el blanco y el negro. Unos dicen: yo me quiero morir aquí, y otros dicen: o cambiamos esto absolutamente o morimos en el proceso. Eso da idea de la absoluta polaridad de expectativas.
¿Qué repercusiones económicas están teniendo los conflictos para los países de la parte norte del Mediterráneo?
Para las economías que realmente tienen intereses en esa zona, incluiría a España pero sobre todo a Francia e Italia, hay dos grados. Uno es si tienen dependencia energética de esos países, la suerte es que viene el verano y el gas que se necesita no es para las calefacciones de cada casa, sino para hacer funcionar las industrias, que es muy importante pero nadie se muere de frío. Para Italia, el hecho de abastecerse básicamente de gas libio, le condiciona mucho su postura respecto a esa zona y respecto a su propia industria. En el caso de España, como el gas es de Argelia y no hay previsiones de alteración del flujo, no hay problemas. En el caso de las PYMES, que tienen inversiones o partners comerciales importantes en esos países, o aquellas que se suministran de componentes, están un poco en stand by y buscando planes B, pero son relativamente optimistas a medio plazo. Insisto que depende mucho del tipo de inversión y del lugar en dónde se tienen: serás seguramente más optimista si tienes inversiones textiles en Marruecos que si las tienes en Siria. En un año y medio se puede haber aclarado, como mínimo, hacia donde irá el nuevo gobierno. No quiere esto decir que veamos las consecuencias de las políticas que llevan a cabo, porque muchas de las políticas de incentivación a las empresas, a la inversión privada, o a poner en marcha un buen sistema fiscal (una de las claves en esos países para evitar corruptelas y generar recursos para el Estado para que hacer políticas sociales) requieren un tiempo para ver un resultado. Pero de aquí a un año y medio, a finales de 2012, creo que podemos empezar a ver quién puede llevar a cabo esas políticas con más o menos estabilidad.
¿Con qué políticas cree que deberían responder los líderes europeos?
Es clave el trato que se dé a los inmigrantes cuando vengan, en este punto creo que también hay mucha demagogia, así como en el trato que puedan dar a las verdaderas fuerzas emergentes de esas sociedades. Cuando digo trato me refiero a interlocución, reconocimiento político y recursos económicos. El incentivo de si os portáis bien (implementar las políticas neoliberales) os daremos X millones de euros, no era especialmente motivador hasta ahora. Y lo digo por la gente de Túnez mismo, porque hace un par de años decían: si el dinero no me lo dan los europeos, me lo traerán los chinos, y si no el Golfo Pérsico, y si no Estados Unidos. Depende de qué países, tienen suficientes recursos: Argelia, Arabia Saudita, Qatar… Ahora, en esas economías en revuelta, el dinero puede ser un gran problema. Lo necesitan para comprar cierta estabilidad social, para compensar a los perdedores de las necesarias reformas económicas y para compensar la falta de ingresos en turismo y las disrupciones en la producción. Por lo tanto, el dinero ahora es importante, pero también canalizarlo bien y de manera eficiente. Ese es un papel importante que puede jugar Europa, pero Europa tiene un hándicap y es que hay interlocutores del sur que le dicen: estamos como estamos porque vosotros habéis apoyado a quien habéis apoyado y como lo habéis apoyado. Existe una relación de necesidad-odio, muy lícita por cierto si nos ponemos en su piel.
Barcelona, 7 de mayo de 2010. Reunión del grupo de trabajo IEMed-CEPS de alto nivel sobre cómo mejorar la financiación de las pymes en el área mediterránea
¿Ante este panorama qué puede decirnos de la Unión para el Mediterráneo?
Es un organismo con sede en el Palacio de Pedralbes de Barcelona que tiene a todos los países de la Unión Europea, a todos los países europeos que no son de la Unión pero son mediterráneos, y a todos los países ribereños mediterráneos desde Turquía hasta Marruecos. En teoría en situación de igualdad. No depende ni de la Unión ni de la Comisión europeas, es un organismo internacional independiente con 43 miembros. Quien más dinero pone para la organización del Secretariado es España y la Comisión Europea. Hay una copresidencia, tienen que ser siempre un país del norte y uno del sur. Ahora el país del norte es Francia y el país del sur es Egipto, y no solo Egipto sino que era Mubarak, precisamente, con lo cual está decapitado el tema. Después están las cumbres de jefes de Estado y de Gobierno de los 43 países, que se encuentran una vez al año, en teoría, para aprobar las directrices del año siguiente… Eso ha pasado una vez, hay dos veces más que tendría que haber pasado y se ha pospuesto. Porque, por ejemplo, está el problema de Gaza, está el Gobierno israelí enfrentado a sus vecinos… También hay un secretario general que era jordano y que ha dimitido. Por lo tanto, en estos momentos no hay copresidente del sur ni secretario general. Después hay seis secretarios generales adjuntos con seis grandes proyectos: uno es italiano, otro maltés, uno es griego, uno es turco, uno es israelí y el otro es palestino. El delegado italiano, Lino Cardarelli, es ahora el secretario general en funciones. Los proyectos son infraestructuras terrestres y marítimas, un plan solar mediterráneo muy ambicioso, de 5.000 millones de euros, descontaminación del Mediterráneo y gestión de agua urbana y agrícola, la creación de un instrumento financiero para las PYMES, y después dos que no tienen connotaciones económicas y que son un espacio universitario y de investigación común y la cooperación en la protección civil y en las problemáticas de la mujer. El nuevo secretario general debe ser nombrado por todos los estados. Hay un candidato firme, el secretario de Estado de Asunto Exteriores de Marruecos. Es un candidato que sube con mucha fuerza, de hecho se ha postulado ya oficialmente y si nadie lo veta tiene muchas posibilidades. Tiene que ser un candidato al que todo el mundo pueda aprobar, eso quiere decir también el Estado de Israel. Es decir, que tenga no solo buena relación, sino, seguramente, reconocimiento diplomático por parte del Estado de Israel. Por eso antes parece que sólo podía ser jordano, porque el resto o no tenían relaciones diplomáticas o se anulaban los unos a los otros por diversos motivos.
Más información:
www.iemed.org
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Rubén Urdiales