Conceptos básicos sobre productividad
abril 24, 2011Francisco López Martínez es licenciado en Ciencias Empresariales, MBA por ESADE, y licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona. Ha estudiado en el Centro de Formación Andersen (Chicago, USA) y en centros especializados como IESE, Harvard Business School (Boston, USA) o Insead (Fontainebleau, Francia). Ha trabajado como adjunto a la dirección general del Grupo Editorial Planeta, y ha formado parte de reputadas empresas de consultoría como Financial Management Consulting, Grupo CMC Consultores, Andersen Consulting, Arthur Andersen Business Consulting o BearingPoint España, y en la actualidad dirige su propio despacho profesional. Ha colaborado como profesor en ESADE, IESE e Instituto de Empresa y ha escrito numerosos artículos en revistas especializadas. Es autor de las obras: Manual del Cash Management, Manual de la Dirección de Finanzas, An-entropía: el secreto de las empresas exitosas, Valoración de empresas: una introducción práctica, La empresa explicada de forma sencilla, La Cuenta de Resultados y El legado de Arthur Andersen.
Las empresas hablan de «productividad» muy a menudo. La oirás mencionar frecuentemente a los empresarios, los sindicatos, los economistas e incluso los políticos. Por ejemplo, se critica la falta de productividad de las empresas españolas en general.
Merece la pena profundizar un poco en ese tan manoseado concepto, tratando de explicarlo de manera sencilla.
Cuando se usa el término productividad se hace para referirse al rendimiento de algo. Algo que se aporta, como unas horas de trabajo, o una suma de capital, y se compara con lo que «produce» ese trabajo o capital. Es decir, se trata de comparar el input (personal o capital) con el output (producto o ventas).
La productividad de la que se habla habitualmente es la productividad del trabajo, de los trabajadores. Se mide calculando la producción obtenida por una determinada cantidad de tiempo de trabajo aplicada a producirla. Por ejemplo, se dice que la fábrica de coches de SEAT fabrica 10 coches por hora. O que los altos hornos producen 100Tm de acero al día. O que una firma de consultoría factura 100.000€ por persona.
Usando esa medida de la productividad se pueden hacer comparaciones prácticas. Por ejemplo, ¿por qué SEAT produce menos coches por hora, supongamos que sean 10, que Skoda, que pongamos que produce 15?
A partir de ese dato, podemos empezar a sacar conclusiones, y a analizar las razones de la diferencia. Parece, a priori, que si una fábrica de coches produce 15 unidades a la hora, es más eficiente que otra que produce 10. Los costes de esta última (SEAT, en el ejemplo ficticio que estamos usando), serán superiores que los de Skoda, y por tanto, si ambas empresas vendiesen los coches al mismo precio, Skoda ganaría más que SEAT. Eso aseguraría el futuro de Skoda a largo plazo, y pondría en peligro el de SEAT.
Como ves, la productividad es un concepto esencial en la empresa. Toda empresa trabaja para ser lo más productiva posible. Y, sobre todo, para alcanzar, y a poder ser superar la productividad de sus competidores más directos.
En ese sentido, hay más formas de medir la productividad, que facilitan mejor la comparación.
Voy a citar sólo dos, porque no quiero complicar en exceso la explicación.
La primera es la productividad expresada como ventas o facturación por persona o, mucho mejor, por ventas por cada euro de coste de personal. En ese sentido, y si seguimos con el ejemplo anterior, SEAT produce 10 coches a la hora, pero BMW sólo produce 6. Podríamos decir que SEAT es más productiva; pero sacaríamos conclusiones precipitadas. SEAT factura, supongamos, 200.000 euros por trabajador y año, y BMW factura 500.000 euros por trabajador y año; luego BMW es mucho más productiva en términos de facturación por trabajador. Pero si lo calculamos respecto al coste de personal, tendremos una imagen más real de las respectivas productividades.
Supongamos que en SEAT el coste de cada trabajador son 50.000 euros al año (todo incluido, salarios y costes de seguridad social, formación, etc.), y en BMW son 80.000 euros. La productividad sería de 4€ ingresados por ventas por cada euro de coste de personal en SEAT (200.000/50.000), pero de 6,25€ en el caso de BMW (500.000/80.000). Esos datos nos confirmarían una mayor productividad y rentabilidad en BMW que en SEAT.
¿Ves cómo la información de productividad es muy interesante, y dice mucho de cómo funciona una empresa?
La productividad del capital
Aparte de los datos de productividad de los trabajadores, o de las fábricas, a los accionistas de una empresa lo que les interesa es la productividad de su capital. El beneficio que les reporta el dinero que han metido en la empresa. Eso también es productividad. Y es el dato de productividad, al fin y a la postre, más importante, porque los accionistas son los dueños de las empresas, y son los que toman las últimas decisiones. Y si no están contentos con la productividad de su capital, pues venden la empresa, o la cierran.
La productividad del capital es la relación entre lo que gana una empresa y el capital que requiere. Hay empresas que ganan 20€ por cada 100€ invertidos, y las hay que ganan 50€ ó 5€.
Indudablemente, las que ganan un 50% son más rentables, más productivas, que las que ganan sólo el 5%. Es un objetivo de toda empresa tratar de ganar el máximo porcentaje sobre el capital invertido. Cuanto más gana, más vale, y más contentos están sus accionistas, y por tanto más dispuestos a invertir más, ampliando las fábricas o las oficinas, lanzando nuevos productos, contratando a más empleados, etc.
También es verdad que no vale la misma tasa de rentabilidad para todas las empresas. Un 10% puede ser una buena rentabilidad para el capital invertido en unas empresas, y ser bajo para el capital invertido en otras.
Los accionistas que ponen el dinero para una nueva empresa de investigación biotecnológica esperan ganar más que los que ponen el dinero en una compañía eléctrica o en un banco. ¿Por qué? Pues porque invertir en un negocio nuevo (sin historia, que empieza) y además en un sector basado en el desarrollo de nuevos fármacos, como es el de la biotecnología, que depende muchas veces de la suerte, es más arriesgado que invertir en un banco. Es más incierto conseguir beneficios en una nueva empresa biotecnológica. Y la mayor incertidumbre, el mayor riesgo, sólo se compensa con una promesa de mayores beneficios.
Si un inversor obtiene un 5% de rentabilidad del capital que ha invertido en una biotecnológica, estará descontento, porque pensará que para eso hubiera preferido invertir en la eléctrica Iberdrola, o en el Banco Santander, que son empresas consolidadas, que aportan una rentabilidad casi garantizada, y que son una inversión casi sin riesgo.
Extracto de la obra La empresa, explicada de forma sencilla (todo lo que se tiene que saber para no sentirse perdido en el mundo de la empresa) Libros de Cabecera, 2009