Presentar es un arte.

Presentar es un arte.

julio 17, 2012 Desactivado Por inQualitas
Gonzalo Álvarez Marañón
Gonzalo Álvarez Marañón es ingeniero de Telecomunicación y doctor en Informática. Experto en Criptología y seguridad en Internet, trabaja como científico titular en el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).

Capítulo 1
Presentar es un arte

«El arte es cualquier cosa que sea creativa, apasionada y personal. El verdadero arte resuena con el receptor, no sólo con el creador. (…) Un artista es alguien cuyo coraje, intuición, creatividad y valentía desafían el statu quo.»

Seth Godin,
¿Eres imprescindible?

Componer canciones es un arte. ¿Y las presentaciones? Mucha gente me pregunta por qué sostengo que presentar es un arte: «¿Por qué hablas de El arte de presentar?». Posiblemente hasta tú te hayas hecho esa misma pregunta al leer el título de este libro. ¿Acaso lo digo porque considero que hay que ser un artista para presentar? No.

Creo con todo mi corazón que el arte, para ser verdadero, debe producir un cambio en quien lo recibe. Si no hay cambio, no hay arte. Para mí ésa es la medida del arte, y no la pericia técnica o las cualidades estéticas. Si sólo fuera cuestión de técnica, un artista podría ser sustituido por una máquina.

En el arte siempre existe un presente, un regalo por parte del artista. Algo que no puede pagarse con dinero. El cambio que produce en quien lo recibe no tiene precio.

 

No temas equivocarte, teme no probar nada nuevo

El arte no está libre de defectos. No te obsesiones con la perfección. Las creaciones extraordinarias nunca cumplen las especificaciones porque, si lo hicieran, podrían estandarizarse y dejarían de despertar admiración.

El arte de presentar no tiene que ver tanto con crear transparencias bonitas como con comunicar ideas que cambien a los oyentes a través de tu historia, de tu pasión y de tu diseño. Una presentación no tiene que ser decorativa: será puro arte en la medida en que cambie a la audiencia.

Te transformas en un artista de las presentaciones cuando éstas constituyen un regalo personal con el potencial de cambiar a quienes lo reciben. En veinte minutos puedes dar algo a una persona que lleve consigo el resto de sus días. ¿Puedes imaginar mayor regalo?

 

No busques más, el arte ya está dentro de ti

Como ves, no hay que ser un artista en el sentido tradicional del término para realizar grandes presentaciones. Si eres un buen comunicador no tienes por qué ser diseñador, ni dibujante, ni actor. En su lugar, pregúntate:

¿Soy capaz de poner pasión y contagiar emoción en mis intervenciones?

¿Antepongo los intereses de quienes me escuchan a los míos propios?

¿Estoy dispuesto a inspirar un cambio en este público con mis exposiciones?

Si la respuesta a todas las preguntas es afirmativa, entonces ya eres por derecho propio un maestro del arte de presentar. El resto no son más que meras cuestiones técnicas que desde mi experiencia tendré mucho gusto en compartir contigo a lo largo de estas páginas.

 

Las presentaciones mediocres son invisibles

«El mundo real no es un lugar, es una excusa. Es una justificación para no arriesgar.»

Jason Fried y David H. Hansson,
Reinicia

No sé en tu caso, pero en el mío, entre tesis, tesinas, foros de inversión, eventos, inauguraciones, presentaciones de libros, talleres, reuniones, seguimiento de proyectos, ruedas de prensa y demás, asisto a cientos de charlas y conferencias al cabo del año. Si representásemos en una gráfica cuántos de esos actos son horribles, mediocres y excelentes, comprobaríamos que se trata de una distribución gaussiana: aproximadamente el 10 por ciento de las presentaciones es horrible, el 80 por ciento, mediocre, y el 10 por ciento, excelente. Nuestro objetivo es desplazar nuestras presentaciones todo lo posible hacia la derecha, hacia ese glorioso 10 por ciento.

Cuenta Seth Godin que el hecho de ver vacas cuando se conduce por una carretera pintoresca puede resultar interesante al principio, pero rápidamente se vuelve aburrido. Una vaca es igual a otra vaca. Claro que si hubiera una vaca púrpura…, ¡qué interesante!

Las presentaciones son cada día menos y menos eficaces. Cualquiera de ellas es igual a otra. La gente está harta de ver las mismas presentaciones de siempre: PowerPoint y más PowerPoint. ¡Basta ya! Necesitas una vaca púrpura en cada una de las tuyas. El 80 por ciento de las que ves en las salas de congresos y conferencias del mundo entero son iguales unas a otras, indistinguibles entre sí, invisibles.

¿Quieres que tus intervenciones descuellen? ¿Quieres que hablen de ti, de tu producto, de tu empresa? ¿Quieres ser recordado? Si al crear y exponer tus presentaciones dejas que las ruedas de tu carro avancen por los viejos surcos, llegarás a los mismos aburridos destinos de siempre. Salirse de los viejos surcos es arriesgado porque puedes llegar a destinos insospechados. Pero sólo esos nuevos destinos serán dignos de ser recordados, comentados y admirados.

 

O encajas o destacas

Tememos sobresalir, no nos gusta destacar: preferimos encajar, pasar inadvertidos. Por eso nos refugiamos detrás de transparencias antes que salir a hablar a pecho descubierto. Anteponemos un documento muerto al acto vivo de comunicar. Volcamos datos desde la cabeza en vez de contar historias desde el corazón.

Con esta actitud, nuestras presentaciones no descuellan ni para bien ni para mal. No serán excelentes, pero tampoco horribles. No llamarán la atención ni en una dirección ni en otra.

Serán, en definitiva, invisibles. ¿Eso es lo que quieres para ti y para tu empresa? ¿Que nadie se acuerde cuando termine tu exposición?

En este libro te propongo un enfoque radicalmente nuevo de las presentaciones, que chocará frontalmente con lo que estás acostumbrado a ver y a hacer. Será muy distinto de lo que te imponen en tu empresa. Te propongo llevar tus charlas al siguiente nivel. Al principio te sentirás incómodo y cometerás errores. Explora, experimenta, innova. A la larga, buscar siempre la seguridad en todo lo que haces es el camino más arriesgado.

 

Nuestras creencias limitan drásticamente lo que llegamos a hacer con nuestros propios recursos internos

Nuestras creencias son atajos para no pensar y excusas para no actuar. En la medida en que no te desprendas de tus viejas creencias limitadoras y las sustituyas por otras que sean potenciadoras de tus capacidades, cargarás sobre tus espaldas con un lastre que te dificultará el avance hacia la construcción de una sólida identidad como orador.

Este libro te proporcionará las herramientas necesarias para que aprendas a dibujar tu propio mapa. Te revelará las claves para situar tus presentaciones en el 10 por ciento de las excelentes.

 

Capítulo 2
Construye tu presentación sobre pilares sólidos

«Saber expresar una idea es tan importante como la idea misma.»

Aristóteles

Si, según la canción, «tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor», las presentaciones multimedia sólidas se apoyan a su vez sobre tres pilares firmes: contenido, diseño y exposición. Las presentaciones que inspiran a las audiencias a cambiar, que dejan una huella indeleble en los asistentes, alcanzan un equilibrio razonable entre un contenido original, un diseño agradable y una exposición apasionada. Elimina cualquiera de las tres patas y la presentación se tambaleará.

 

Cuenta algo valioso de interés para la audiencia

Una buena presentación debe aportar contenido de calidad: ideas estimulantes o rompedoras, conocimiento nuevo y actualizado, datos veraces y contrastados, historias originales e inspiradoras, ejemplos o estudios de casos prácticos e ilustrativos, siempre de interés para la audiencia. Las ideas constituyen la columna vertebral de la presentación. Muchas presentaciones cojean precisamente por carecer de buenas ideas, por pretender enlatar demasiadas o por mostrarlas sin una estructura clara. Un ponente sin un pensamiento sólido y reflexivo no desarrollará una buena intervención por llamativas que sean sus transparencias y magnífica que resulte su técnica de exposición oral.

Los dos primeros objetivos de este libro son ayudarte a planificar y estructurar el contenido de tus presentaciones. Los capítulos de las partes II y III están dedicados a ello.

 

Muestra visuales que ayuden a comprender tu mensaje

No olvides que un diseño adecuado es el mejor aliado de un buen ponente en las presentaciones multimedia. Cuando el orador tiene calidad y el contenido es interesante, resulta doblemente frustrante que los elementos visuales no estén a la altura. Al final, la charla queda deslucida y el público se marcha con mal sabor de boca porque aun de un modo inconsciente percibe que algo faltaba. Efectivamente, un buen diseño es lo que se echaba de menos.

El tercer objetivo de este libro consiste en ayudarte a elaborar eficazmente los visuales de tu presentación y conocer las distintas formas de diseñar el texto, cómo incluir los elementos multimedia y la manera de utilizar los mejores gráficos para comunicar datos. En los capítulos de la parte IV encontrarás todo lo necesario para crear grandes visuales.

 

Comunica no sólo con tus palabras, también con el cuerpo y con la voz

En una brillante conferencia, oí explicar al famoso presentador de televisión Manuel Campo Vidal que los españoles comunicamos tan mal porque de niños no nos sacaban a la pizarra, a diferencia de lo que ocurre en otros países. En España, el canal de transmisión de conocimiento del profesor al alumno es oral, mientras que el de retorno, del alumno al profesor, es escrito. En nuestro sistema educativo, salir a la pizarra se considera un castigo. Y claro, cuando luego saltamos a la vida profesional llega el «llanto y crujir de dientes» a la hora de hablar en público. Saber hablar bien es hoy más que nunca una necesidad, ya que el modo de expresarse está convirtiéndose cada vez más en una vara de medir la profesionalidad en la actividad laboral.

El cuarto objetivo de este libro es ayudarte a exponer con confianza y naturalidad, de manera que aprendas a dominar las posturas, las expresiones, los gestos, el atuendo, la posición, los movimientos, la entonación, el entusiasmo, las pausas y la mirada, con el fin de conectar con la audiencia y superar el miedo a hablar en público. En los capítulos de la parte V obtendrás todos los recursos que necesitas.

 

Toda presentación persigue tres objetivos

«La verdadera elocuencia consiste en decir todo lo debido y en no decir más de lo debido.»

François de la Rochefoucauld

Existen tres objetivos para cualquier tipo de conferencia, ya sea científica, comercial o financiera. No suponen un fin en sí mismos, sino un medio para conseguir inspirar un cambio en la audiencia que la ayude a pasar de una situación de carencia o desequilibrio a una de plenitud o equilibrio.

 

Conectar es tender puentes

«No puedes dar algo que no tienes, no puedes contar algo que no conoces, no puedes compartir algo que no sientes.»

John C. Maxwell,
El poder de las relaciones

Conectar con la audiencia es crear un puente entre lo que puedes ofrecer y lo que la audiencia necesita recibir. Debes derribar los muros interpuestos entre tú y tu audiencia y construir con esas piedras un puente que una tu mundo con el de tus oyentes.

 

Conecta intelectualmente desde lo que tú y tu audiencia sabéis

Una vez que conocemos algo, nos es muy duro imaginarnos qué implica no conocerlo. En consecuencia, nos es difícil compartir nuestro conocimiento con otros porque somos incapaces de recrear el estado mental de nuestra audiencia.

Si das por hecho que tu público posee la misma información o igual conocimiento que tú y no es así, no lograrás conectar con él. Éste es el problema de la mayoría de los oradores: saben tanto sobre un tema que terminan quedándose solos cuando hablan sobre él: han olvidado cómo era vivir sin ese conocimiento que entonces dominan, han perdido la capacidad de empatía, es decir, de ponerse en el mismo lugar que el otro. El resultado final es que uno termina hablando para sí mismo y no para quienes le escuchan. Cuando se muestra la última transparencia con la lista de conclusiones, se tiene la sensación de haber comunicado las ideas, cuando en realidad lo único que se ha hecho ha sido vomitar datos sin digerir.

 

Conecta emocionalmente desde lo que tú y tu audiencia sentís

Sólo si sientes pasión por el tema de tu charla, podrás contagiar entusiasmo a la audiencia. Sin éste, jamás conectarás con la audiencia. Los oradores más cautivadores en negocios, ciencia e ingeniería son los que aman su materia y la conocen a fondo. Si no estás interesado en el contenido de tu presentación ni te entusiasmas con él, ¿cómo esperas que importe a tu público?

Para conectar emocionalmente con quienes te escuchan no sólo debes apasionarte por tu tema, sino que también es importante cómo les haces sentir. John C. Maxwell nos aporta valiosísimos consejos en este sentido:

  • Deben sentir que disfrutas estando con ellos y que deseas ayudarlos. Muéstrales que en ese momento no hay otro lugar en el mundo en el que te gustaría estar más que allí con ellos; comunícales tu deseo de aportarles valor; recíprocamente, hazles saber cómo ellos o su organización te aportan valor a ti; diles que el tiempo que pases con ellos es tu máxima prioridad en ese día.
  • Deben sentirse apreciados como si fueras su amigo. Si consideras que tu mensaje y tú mismo sois más importantes que la audiencia, crearás una barrera invisible que te impedirá conectar con ella. Demuestra que la aprecias haciendo algo que estime especial: expresa tu consideración por los asistentes y por la ocasión en cuanto puedas; crea contenido único para cada público; mira a cada miembro del auditorio como una persona valiosa para ti y para el resto; cuando termines, diles cuánto has disfrutado de su compañía.
  • Deben sentir que eres auténtico y vulnerable, no perfecto. Maxwell nos advierte contra el peligro de querer aparentar perfección: «Si quieres impresionar a tu audiencia, háblale de tus éxitos; ahora bien, si quieres que se identifique contigo, háblale de tus fracasos». No te muestres como un dios, sino como una persona igual que tus oyentes. Para ser creíble no tienes que ser perfecto, debes estar dispuesto a admitir la imperfección.
  • Deben sentir que estás conversando con ellos, no dogmatizando desde las alturas. El modelo de presentación tradicional reproduce el arquetipo del rey absolutista: el ponente omnisciente inalcanzable subido al trono de su sabiduría infinita imparte conocimiento desde el estrado a una multitud de súbditos ignorantes que beben con temor reverencial sus palabras sin osar interrumpirlas ni cuestionarlas. Consigue que tus interlocutores se sientan más inteligentes, más confiados, con capacidad de dar lo mejor de sí mismos desplegando posibilidades que nosabían que tenían.
  • Deben sentir que crees en ellos y que pueden creer en sí mismos. Tienes que creer en las personas ante las que hablas si quieres ayudarlas a realizar grandes obras. Trata a los demás no como las personas que son, sino como las que podrían llegar a ser, y recibirán la inspiración para elevarse a la altura de las expectativas. Da lo mejor de ti mismo a la audiencia y ella podrá dar lo mejor de sí misma. En lugar de darle instrucciones sobre cómo actuar, inspírala para que desee actuar.

 

Conecta éticamente desde lo que tú y tu audiencia hacéis

No conectarás con el auditorio si no confía en ti. Durante una presentación, tus actos presentes y pasados hablan tan alto que no dejan que el público oiga tus palabras. Para que resultes creíble, lo que dices debe estar en sintonía con lo que haces. Para conectar con los oyentes, debes encarnar el cambio que deseas inspirar en ellos, tienes que poseer las habilidades sobre las que enseñas, debes vivir lo que comunicas, porque tú eres tu mensaje.

¿Qué valores y creencias pueden leerse entre líneas en tus actos? ¿Qué imagen comunicas al hablar en público? Quienes te escuchan no son tontos y percibirán con claridad si tu mensaje está alineado con tu forma de sentir y actuar. Una cosa es hablar sobre lo que has leído y otra muy distinta hacerlo sobre lo que has vivido. No puedes inspirar en ellos un cambio que tú mismo no has experimentado.

 

La Retórica de Aristóteles: ethos, pathos y logos

Hace más de dos mil trescientos años Aristóteles escribió en su famosa Retórica que existen tres tipos de argumentos persuasivos o modos de apelación en un discurso: los relativos al ethos, el pathos y el logos.

Argumentos ligados al ethos De orden afectivo y moral, atañen al emisor del discurso. Apelan a la autoridad y honestidad del orador, a su credibilidad y relación con la audiencia. Son, en suma, las actitudes que debe adoptar éste para inspirar confianza a su auditorio. Estos argumentos producen la conexión ética.

Argumentos referidos al pathos De orden puramente afectivo y ligados fundamentalmente al receptor del discurso, producen la conexión emocional. Los seres humanos somos irracionales. Como argumentos emocionales pueden utilizarse historias, anécdotas, analogías, metáforas, símiles, todo ello contado con pasión. Las historias eficaces resuenan en el corazón de la audiencia.

Argumentos ligados al logos De orden lógico y racional, se ciñen al tema y al mensaje mismo del discurso. Aquí se entra en el dominio propio de la dialéctica. Se utilizan los argumentos lógicos apoyados con evidencias sólidas, apelando a la razón y a la inteligencia del auditorio. Producen la conexión intelectual.

 

Dirigir y mantener la atención

«La capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente espoleada por la provocación»

Albert Camus

La atención de la audiencia es como un pez escurridizo: difícil de pescar y más difícil aún de retener. Hay que atraparla desde el principio y conservarla hasta el final. Debes conducirla para que preste atención a lo que es importante. Una buena estructura de la presentación, ayudada por un buen diseño del material multimedia que la acompaña (transparencias, vídeos, animaciones, etc.), junto con anécdotas, historias, ejemplos, analogías, juegos, dinámicas de grupo y otros, son como anzuelos que ayudan a repescar el interés y mantenerlo.

En la siguiente figura he representado la curva de la atención del público durante una presentación. Nada más empezar, suele hacerse un gran silencio y durante uno o dos minutos los asistentes te prestarán una atención total. A partir de ahí, si no haces nada digno de mantener su atención, a medida que vaya transcurriendo el tiempo, ésta irá decayendo, hasta que llegado a un punto en torno a los veinte minutos, se habrá disipado casi por completo: habrás perdido a la mayoría del auditorio. Cuando estés a punto de concluir y anuncies «Bueno, y ya para terminar…», verás que muchas cabezas se levantan del portátil o del móvil para prestarte nuevamente uno o dos minutos de fugaz atención. Es triste reconocerlo, pero la mayor parte del tiempo habrás estado predicando en el desierto.

 

Fomentar la comprensión y el recuerdo

«Educar a los hombres no es como llenar un vaso, es como encender un fuego»

Aristófanes

Incluso los mayores sabios del mundo poseen una capacidad intelectual finita. Existe un límite a la cantidad de datos que pueden asimilarse en un tiempo dado. Inundar con información a la asistencia no ayudará a que ésta la comprenda ni la recuerde. Una presentación debe ser fácil de seguir, comprender y recordar. La psicología y las neurociencias acuden en nuestro apoyo en este aspecto. El conocimiento de cómo funcionan los procesos cognitivos de nuestro cerebro nos ayudará a crear presentaciones que permitan al público comprender y retener el material más fácilmente.

 

Comprende y supera las limitaciones de las presentaciones

Cuando efectúes tu presentación, te enfrentarás a dos limitaciones fundamentales:

  • La cantidad de tiempo disponible: El volumen de información que manejas será muy superior al que puedes encapsular en una disertación de veinte o sesenta minutos.
  • La capacidad cognitiva de la audiencia: Por muy inteligente que sea, no podrá absorber grandes cantidades de datos y teorías en tan breve espacio de tiempo. La capacidad cognitiva de los asistentes está limitada por dos factores: las limitaciones de la memoria y las de la capacidad de procesamiento.

El biólogo molecular John Medina explica con gran sencillez que poseemos tres tipos de memoria, aceptados generalmente por los psicólogos cognitivos: la memoria sensorial, con capacidad prácticamente ilimitada para explorar el entorno en busca de nueva información; la memoria de trabajo, para prestar atención y procesar la nueva información, y la memoria a largo plazo, con capacidad prácticamente ilimitada para almacenar información una vez asimilada.

Investigación tras investigación se viene a confirmar que cuanta más información das, menos recuerdan los oyentes. Éstos necesitan que filtres previamente cuanto les explicas. Cuanto menos sobrecargues la memoria de trabajo de los asistentes, mayores serán la comprensión y el recuerdo.

Además de proporcionar la información justa para no sobrecargar la memoria de trabajo de la gente, también es importante guiar su atención para que en cada momento atienda a los detalles visuales y verbales más importantes. El diseño de las transparencias resulta crucial para guiar constructivamente la atención de los asistentes.

 

Poseemos tres tipos de memoria

Memoria sensorial: Corresponde a parte de los procesos de memoria en los que la gente almacena brevemente las impresiones iniciales recibidas a través de los sentidos, principalmente estímulos visuales y auditivos mientras ve y escucha tu presentación. La memoria sensorial posee una capacidad potencialmente ilimitada de explorar el entorno, aunque las imágenes y los sonidos no persistirán en ella más de un segundo.

Memoria de trabajo: Llamada también a veces memoria a corto plazo, corresponde al lugar en el que la información se almacena temporalmente para ser manipulada por la atención consciente. Nuestra capacidad de atender a la información a través de nuestra memoria de trabajo está severamente limitada. Se estima que la audiencia sólo puede conservar alrededor de tres o cuatro ideas en la memoria de trabajo.

Memoria a largo plazo: Corresponde a parte de los procesos de memoria en los que las personas almacenan información durante períodos de tiempo más extensos, desde treinta segundos hasta toda una vida. Posee una capacidad de almacenamiento de información potencialmente ilimitada. Ésta es la memoria de los asistentes en la que te interesa que permanezca la información de tu presentación para fomentar el recuerdo. Además, no sólo te interesa que la recuerden, sino que sepan aplicarla; es decir, que la hayan asimilado, para lo que debes fomentar su comprensión.

 

Todas las presentaciones siguen el mismo proceso creativo

«Hay una diferencia entre conocer el camino y recorrer el camino»

Morfeo,
The Matrix

Dedica tiempo y cariño a crear tu presentación y esta preparación se verá reflejada en el resultado final. Crear una presentación no es producir un PowerPoint más o menos bonito. Éste es solamente uno de los elementos de la misma y ni siquiera el más importante. El proceso creativo de una presentación multimedia implica cuatro etapas desde que el organizador del evento te la encarga hasta que la audiencia la recibe:

 

Planifica con antelación tu presentación

Una charla no empieza cuando arrancas a hablar, sino en el momento en el que te la encargan. Tan pronto conoces la fecha de este acto, lo primero que debes hacer es planificarlo. Las primeras preguntas a las que debes buscar respuesta son las siguientes:

  • ¿Cuál es el propósito del acto? ¿Informar, defender, vender, convencer, inspirar…? ¿Qué cambio se espera que produzca en la audiencia?
  • ¿Cómo son los asistentes? ¿Cuál es su edad media, nivel de formación medio, conocimientos previos? ¿Qué esperan de este acto? ¿Qué necesitan?
  • ¿De cuánto tiempo se dispone? ¿Cuáles son las circunstancias de la exposición? ¿En qué contexto se desarrolla?
  • ¿Cómo es el local? ¿Qué posibilidades ofrece?
  • ¿Cuál es la idea fundamental que se desea comunicar? En otras palabras, ¿cuál es el mensaje que se desea transmitir? ¿Cuál es la mejor estrategia para conseguirlo? ¿Qué puedo ofrecer al auditorio? ¿Qué ideas debo transmitir?
  • ¿Qué conocimiento debo poseer como ponente? ¿Sé todo lo que preciso? ¿Necesito aprender algo? ¿Qué recursos personales se requieren?

En esta primera etapa, todavía no has abierto PowerPoint ni ninguna otra herramienta de creación de presentaciones. Durante la fase de planificación da mejores resultados utilizar lápiz y papel o la pizarra.

 

Selecciona y estructura tus ideas

Una vez que se ha respondido a los interrogantes anteriores, conviene comenzar a reunir el material y estructurarlo según la información recién obtenida. Normalmente, toda presentación se organiza en tres elementos fundamentales: introducción, cuerpo y conclusión. A su vez, la parte central o cuerpo suele subdividirse en otras varias en función de los conceptos que se desee transmitir.

Ahora es cuando debes pensar qué contenido tendrá cada una de ellas, cuánto tiempo les asignarás, con qué profundidad y alcance los cubrirás, etc. También es un buen momento para reflexionar acerca de qué materiales de apoyo puedes incluir y en qué instante de la presentación: anécdotas, historias, vídeos, fotografías, ejemplos, explicaciones adicionales, preguntas a la audiencia, prácticas, casos de uso, demos, etc.

Sigues sin haber abierto aún PowerPoint, ni Keynote, ni ningún otro software de presentaciones o diseño gráfico. El ordenador descansa mientras continúas el trabajo usando papel, pizarra y notas adhesivas.

 

Diseña los visuales en presentaciones multimedia

Ya cuentas con el material en bruto de la charla y se sabe dónde encajará cada elemento. Si vas a usar software de presentaciones, se trata ahora de presentarlo con un diseño atractivo y cautivante. Habrá que prestar atención a cómo se incluirá el texto: la elección de las fuentes, el uso de listas de viñetas, los títulos, las tablas, las ecuaciones, etc. A continuación, si decides utilizar material multimedia adicional, como vídeos, audios, animaciones, gráficos, fotografías, y demás, habrá que pensar igualmente de qué modo incluirlo para que cause un impacto visual favorable. Debes hacer igualmente un uso racional y comprensible de los gráficos (circulares, de barras, de líneas…).

El objetivo que te animará a lo largo de toda esta fase es conseguir un diseño sencillo y a la vez atractivo de tus transparencias, huyendo de las listas de viñetas y del clipart, así como de los gráficos de baja calidad. Cada transparencia de tu presentación debería merecer figurar como un anuncio de una valla publicitaria o de una revista.

 

Expón en público con seguridad y confianza

Llega por fin la última y más temida etapa de la presentación, aquella en la que culmina todo tu trabajo anterior: la exposición delante de la audiencia. Para que este acto sea un éxito debes tener en cuenta componentes de lenguaje verbal (lo que se dice; esto es, el contenido que se pondría por escrito en una transcripción) y de lenguaje no verbal (lo que no se registraría en papel).

A su vez, dentro del lenguaje no verbal suelen distinguirse dos categorías. En primer lugar, el lenguaje paraverbal: cómo se pronuncia el mensaje; es decir, la entonación, la proyección, el tono, el énfasis, las pausas, el ritmo, las muletillas, etc. En segundo, el corporal: lo que el cuerpo transmite a través de los gestos, las posturas, la mirada, el movimiento de los ojos, la respiración, los desplazamientos…

 

La estructura del libro sigue este proceso

¿Tienes alguna futura presentación a la vista? Pon en práctica el siguiente método y obtendrás unos resultados que la harán descollar.

Extracto de la obra El arte de presentar. Ediciones Gestión 2000, 2012