Entrevista a Antonio Garrigues Walker
enero 27, 2010EN EXCLUSIVA para El Tema de los Temas, por Francesc Ribera / Javier López García
Antonio Garrigues Walker es jurista y presidente del despacho de abogados Garrigues. Participa activamente en el mundo de la empresa, es doctor honoris causa por las Universidades Europea y Pontificia de Comillas de Madrid y Ramon Llull de Barcelona, y fundador del Capítulo Español de Transparencia Internacional (TI), organismo para la lucha contra la corrupción.
Antonio Garrigues Walker es jurista y presidente del despacho de abogados Garrigues. Participa activamente en el mundo de la empresa, es doctor honoris causa por las Universidades Europea y Pontificia de Comillas de Madrid y Ramon Llull de Barcelona, y fundador del Capítulo Español de Transparencia Internacional (TI), organismo para la lucha contra la corrupción.
Hemos dejado atrás un 2009 que además de crisis económica nos ha traído notables casos de corrupción política. ¿Qué opinión le han merecido los escándalos que han afectado, a la generalidad de tendencias políticas, en Madrid, Cataluña, Valencia, Andalucía, etc.?
Al colocar al estamento político como una de sus preocupaciones más serias —la tercera preocupación después de la crisis económica y el paro— la ciudadanía está denunciando, a voz en grito, a un estamento a quien parece traerle sin cuidado perder su credibilidad a marchas forzadas. El sistema democrático se perjudica y se deteriora si la imagen de los políticos y los partidos políticos se relaciona —y eso es lo que está sucediendo— con la corrupción, la falta de principios, el tacticismo, la ineficacia, la doble moral y otros males.
¿Marcan una tendencia o sólo se trata de una simple coincidencia? ¿Qué podemos hacer para tener una política y unos políticos de calidad? Crispación y desafección política son los principales males que sufre el ciudadano. ¿Cómo volver a conquistarle?
Los políticos tienen que convencerse y convencer a la ciudadanía del papel necesario e insustituible del estamento político en un régimen democrático. Si no lo hacen —y es difícil tener esperanzas— iremos poco a poco a una italianización del sistema. Y el peligro es cierto.
¿Qué perspectivas ve en el año que comienza para nuestra economía? ¿España va a conseguir salir de la crisis?
Pienso que sí. Pienso que notaremos una mejora que animará a ver el futuro con menos pesimismo.
¿Qué medidas cree que debería tomar el Gobierno para volver a generar empleo?
Entre ellas favorecer, y no obstaculizar, un pacto social que ha sido una clave en la última época y debe serlo ahora. Sin pacto social va a ser muy difícil buscar soluciones válidas y además del pacto social habrá que buscar el pacto político. Hay que crear un clima más esperanzado. Este clima es el ingrediente esencial para salir de la crisis.
¿De qué modo ha afectado la crisis global al mundo de la abogacía? ¿Cómo se presenta el 2010 para Garrigues?
Nos ha afectado como a todo el mundo pero hemos mantenido un nivel de actividad muy aceptable y no miramos el futuro con inquietud. Siempre hemos sabido adaptarnos a las circunstancias.
Garrigues se ha ganado a lo largo de los años una muy buena imagen de marca y ha consolidado un sello propio. ¿Qué acciones se plantean para que la firma que usted preside pueda mantener el liderazgo? ¿Cuáles son los principales desafíos profesionales y empresariales en su sector?
Efectivamente, Garrigues es una firma con buena reputación y con una sólida imagen de marca porque, a mi entender, trata de actuar siempre en coherencia con sus valores; es decir, de forma ética en el ejercicio profesional, buscando la excelencia en el servicio al cliente, siendo responsable con la sociedad y apoyando en todo lo posible a sus profesionales. Esta coherencia con nuestra visión y misión empresariales no siempre transcurre por el camino más lógico ni más sencillo —especialmente en estos tiempos de crisis— pero es la que nos imponemos seguir manteniendo.
La crisis parece que ahora lo preside todo, proyectando, sobre la clase política y el entramado empresarial, una preocupación y una incertidumbre a las que no puede ser ajeno el sector de los Servicios Jurídicos. Creo que las empresas no se pueden permitir el lujo de caer ahora en el pesimismo; el tejido empresarial de nuestro país y la clase política deben remar, unidos, para superar la crisis cuanto antes y de la mejor manera.
En ese contexto, creo que las empresas de servicios –y los despachos de abogados lo son– deberían tener como primer objetivo el de ayudar a sus clientes en esa tarea, que no parece sencilla. Más que nunca, despachos y clientes deberían ir de la mano, alineando objetivos y haciéndose más ‘complices’.
La formación es un elemento clave para garantizar el progreso de nuestras empresas y organizaciones, y, junto a ella, la creación y el arraigo de culturas de calidad. ¿Cómo se plantea Garrigues colaborar en estos dos factores centrales en nuestro devenir empresarial?
La formación y el conocimiento permiten alcanzar la excelencia a los profesionales de la firma, lo que resulta clave en el éxito de Garrigues.
El despacho considera esencial proporcionar a todo su personal las oportunidades de formación para potenciar sus conocimientos técnicos y habilidades personales. Nuestro objetivo es que las personas alcancen y mantengan las competencias en todos los niveles profesionales y en todas las funciones que desempeñen, con el fin de contribuir a su desarrollo profesional y personal, asegurando la máxima calidad del servicio a los clientes. En este sentido, en Garrigues se han desarrollado distintos programas de formación adecuados a los diferentes niveles de experiencia y especialización de nuestros profesionales. Estamos continuamente estudiando y explorando nuevos caminos para mejorar la gestión de la formación y el conocimiento.
Buena parte de nuestros lectores son gente del mundo de la empresa, el marketing, la comunicación… ¿Qué consejo les daría a los profesionales de cualquier ámbito para llegar a ser un profesional de éxito? ¿Qué reglas ha seguido usted?
Aspirar siempre a la excelencia, tener buenos conocimientos de idiomas y saber que, al vivir en una economía globalizada, nada de lo que sucede más allá de nuestras fronteras les debería ser ajeno.