El fomento de la creatividad en la vida y en la empresa
diciembre 10, 2012Pep Torres
Fundador y director de miBa (Museo de Ideas e Inventos de Barcelona)
«Un creativo es un niño que se ha salvado»
Josep Torres es consultor, colaborador en radio y TV y escritor. Ha participado como jurado internacional en prestigiosas ferias de innovación, como Inpex en Pittsburgh, Inova en Zagreb, Euro Invent en Rumanía o British Invention Show en Londres. Desde 2005 dirige el estudio de invención y creatividad Stereonoise S.L., dedicado al diseño de nuevos productos, a la consultoría creativa y a generar «ruido mediático». Sus inventos y propuestas creativas han aparecido en medios de comunicación de todo el mundo y, en 2006, fue galardonado con el Premi Ciutat de Barcelona en el apartado Multimedia por su exposición «Futour, un tour pel futur».
¿Qué es el miBa y por qué un museo de ideas e inventos?
Yo me considero muy renacentista. Ya desde niño, cuando me preguntaban «¿Qué quieres ser de mayor?» contestaba que escritor, profesor, músico… Luego me decían: «Pero tienes que centrarte, hombre». Estoy muy centrado, se llama creatividad, pero la creatividad tiene muchos lenguajes. Estoy centradísimo, en la creatividad, pero hay veces que lo expresas escribiendo, hay veces que lo expresas haciendo música, o haciendo ilusionismo o inventando un objeto o diseñando una web… A mí me gusta todo, me gusta Crear, en mayúsculas. Este «museo», para de nominarlo en la terminología tradicional, nació en mi mente hace muchos, muchos años. Siempre había soñado con tener un espacio donde pasasen cosas, más que un museo un espacio donde realmente la gente pudiese ver la creatividad, la generación de las ideas, y se pudiese motivar. Es decir, mi obsesión es que las personas piensen que son capaces de hacer lo que tienen dentro, que no digan «Yo no sé». No hay nadie que no pueda realizar lo que lleva dentro. Lo que sea, da igual. Puede ser un invento, puede ser dar la vuelta al mundo, puede ser declararse a la persona que amas, puede ser irte a la India… Cuando algo te hierve dentro, y realmente te hierve, lo único que te impide hacerlo son prejuicios o miedos, y mi función en este espacio, llámale espacio/metáfora, es darte una colleja, o un empujón que te diga «Hazlo». Porque ya está, lo tienes que hacer y no pasa nada. Y lo he hecho mediante el invento o el mundo de los inventos, que es una de las vocaciones que siempre he tenido, el ser inventor. Así pues, hace quince años ya tenía in mente este espacio, y fue pasando el tiempo hasta que finalmente encontramos este local y fue como cuando dices «Ahora es el momento», como cuando buscas un piso y de repente el comedor es pequeño y la terraza no es la que querías, pero te sientes en casa. Vi este local y dije «Es aquí».
¿Se trata también de un espacio de diálogo, por ejemplo con los Free days? ¿Puede explicarnos en que consisten estas sesiones abiertas a los visitantes?
La cuestión es que con este espacio lo que yo quiero es, como he dicho antes, animar a la gente a que tire adelante sus proyectos, que no se queden con los proyectos por hacer, que nunca puedas decir cuando eres mayor «Tendría que haberlo hecho y no lo hice». Sino que, como mínimo, digas «Lo intenté». Si funcionó o no, eso ya es otra historia, pero como mínimo lo intenté, o «Todas las cosas que tenía por hacer, las hice y me siento satisfecho». Y yo sé que muchas veces las personas tienen un proyecto, tienen una idea, pero no saben qué hacer. Por ejemplo: ¿Lo tengo que patentar? Tengo una idea de negocio pero no estoy seguro de que pueda encajar en mi proyecto, o ¿cómo lo hago para que la gente venga?, ¿cómo me doy a conocer?, ¿cuál sería el mejor eslogan?, ¿qué productos puedo vender?, etc. Hay millones de preguntas y la gente, cuando tiene una idea, no sabe qué hacer, y no sabe dónde ir. Tú puedes ir a los lugares habituales, puedes ir a un Barcelona Activa, por ejemplo, puedes ir a los recorridos habituales, pero creo que esos recorridos son demasiado «académicos», y quizá falta un cierto push con una persona que te escuche, que sea creativa, que sepa entender lo que te pasa dentro de la cabeza cuando estás diciendo «Tengo una idea». Para que te pongas en su piel y puedas darle un consejo realmente de valor, que no sea lo de siempre: » Tienes que hacer un plan de negocio, tienes que hacer tal o cual»… Eso no vale. Y eso es lo que hago con los Free days. Cada viernes, de 10 a 14 h., gratuitamente hago de consultor durante 45 minutos. Cuando antes yo cobraba mucho dinero para hacerlo para empresas, lo hago para la gente gratuitamente. Me siento 45 minutos, escucho, siempre pido que no tarden más de 15 minutos para contar la historia, y que me queden 30 minutos a mí para poder carburar y pensar cosas. Y en 45 minutos todos salen con una idea debajo el brazo como mínimo, una o más. Ideas que dicen «Ostras, me has hecho pensar y ahora tengo un camino», o «Me has animado», o «Salgo con las pilas puestas».
Aquí se ven muchos niños, ¿a qué público objetivo va dirigida vuestra oferta?
Esto es como una película de Pixar, como Los increíbles o Toy Story, son películas que están hechas con mucha vista, en el sentido de que gustan a los niños pero los llevan los padres porque también quieren disfrutarlas. Porque hay una doble lectura, hay como dos capas simultáneas de lenguaje: los niños se están destornillando de risa y mientras los padres van diciendo «¡qué fuerte!» y están llorando, porque ven a Mr. Increíble que tiene un trabajo en una agencia de seguros y dicen «¡es real como la vida misma!». Estas dos lecturas son las que mantenemos aquí. Aquí viene el espectador que se lo pasa bien con los inventos y el creador que dice «¡qué buenas estas ideas, cómo me hacen pensar!» Hay dos códigos simultáneos en este museo que es lo que hace que todo el mundo tenga una lectura posible. Viene gente mayor y se lo pasan genial, viene un chaval joven, un niño, y se lo pasa genial, viene un diseñador industrial, viene el emprendedor… Y todos sacan su lectura.
Sin embargo, ¿puede afirmarse que los niños y las escuelas son vuestros mejores «clientes»?
Los niños son un público natural, pero no son un público buscado en el sentido que no es un museo que tenga colorines, no es un museo que esté pensado para niños, todo lo contrario: el día antes de inaugurar (abrimos un 23 de marzo del 2012), estábamos paseando por dentro del museo y pensábamos «Esto no es para niños, no vendrá ningún niño, es un museo de arte contemporáneo, un museo con piedra y acero inoxidable, con cristal, no hay colores, ¡ostras!» Pero les encanta. Les encanta porque quizá por primera vez les enseñan un mundo de adultos sin tratarlos como niños. Todo está a su altura, lo pueden ver, es decir que está pensado para que esté a su alcance, pero no está pensado para niños específicamente, sino que es un museo de adultos. Y en cambio nuestro público más fiel son, efectivamente, los niños.
La entrada del miBa Museum con la tienda en el interior.
¿Se puede fomentar la capacidad de invención, como el espíritu emprendedor entre los escolares?
No es solo que sea fomentable, es que se debe hacer. Es una obligación que debería estar amparada en la Constitución, debería ser un requisito indispensable de todo gobierno potenciar la inspiración y la motivación de las personas. No dejarlos como «Bueno, si quieres, puedes hacerlo». No: ¡es que lo tienes que hacer! Porque tu calidad de vida, tu futuro, depende en gran medida de cómo eres tú capaz, frente a una adversidad, de darle la vuelta, de saltarla, de inventarte alguna historia. Aquí tenemos muchos problemas a nivel de tesorería, este museo es un museo privado, y sin subvenciones sufrimos económicamente. Ahora bien, delante de cada problema nos sentamos y decimos «¿Cómo podemos darle la vuelta?». Y en cada cosa en que hemos encontrado un problema, le hemos dado la vuelta y se ha convertido en un éxito. Desde la cartelería que tenemos aquí, que no teníamos dinero cuando lo montamos y son todos los soportes de lámparas de IKEA, cortadas y montadas al revés. Y podría explicar mil ejemplos en este sentido. Al final la vida es tirar de la inspiración para poder dar la vuelta a lo que ya de por si es difícil.
¿Esta iniciativa tiene relación con ATTIC, la Feria Internacional de Ideas e Inventos de Vilanova i la Geltrú?, ¿puede hablarnos un poco de esta otra iniciativa?
Me contrató el Ayuntamiento de Vilanova porque querían que alguien se hiciese cargo de su Feria de Inventos, que antes se llamaba Galáctica, y le querían dar un giro. Acepté la propuesta, firmé un contrato de tres años y durante este tiempo reconvertí Galáctica en ATTIC, y con una nueva forma de enfocar lo que sería una feria de inventos e inventores. De hecho, ATTIC fue como el precursor de lo que sería este museo de inventos, en el sentido de que yo la invención la veo así, no la veo en un polideportivo con trescientos inventores cutres, a ver qué pueden vender. Lo veo de una forma muy diferente. Por eso en la feria ATTIC del primer año en las conferencias eran todos emprendedores: estaba Carlota Mateos, de la sociedad Rusticae, estaba Xavier Gabriel, y otros que te contaban cómo consiguieron que su proyecto fuese una realidad. Porque en una feria de inventores no es necesario hablar solo de inventos.
Además, las ideas siempre salen del lugar más insospechado. Hace poco estuve en Buenos Aires, en una conferencia, en el Food Technology Submit. Me invitaron con cuatrocientos expertos de alimentación y de bebidas. Yo hacía la clausura, y mi conclusión de cierre de congreso fue que todas las preguntas que se hacían, todas las respuestas que buscaban, estaban muy lejos del lugar donde estaban sentados en ese momento. Lo último que tenían que hacer era ir a un congreso de alimentación para encontrar respuestas de alimentación. No creo que me contraten más…
Además, las ideas siempre salen del lugar más insospechado. Hace poco estuve en Buenos Aires, en una conferencia, en el Food Technology Submit. Me invitaron con cuatrocientos expertos de alimentación y de bebidas. Yo hacía la clausura, y mi conclusión de cierre de congreso fue que todas las preguntas que se hacían, todas las respuestas que buscaban, estaban muy lejos del lugar donde estaban sentados en ese momento. Lo último que tenían que hacer era ir a un congreso de alimentación para encontrar respuestas de alimentación. No creo que me contraten más…
Continuamente hay que innovar, descubrir nuevos caminos para después comunicar, o sea, dar publicidad a lo que se hace, ¿de ahí viene Stereonoise?
Es muy difícil de explicar, aunque es como si hubiese seguido un hilo conductor, como una pieza de dominó. Empecé con los inventos, me arruiné, y, como vivía en Sevilla intentando vender inventos, como una solución encontré salir en la tele para explicar inventos. Y me contrataron en Crónicas Marcianas. Empecé a trabajar en televisión el año 99 como colaborador. Después pasé a Canal Sur, TV3… Y a raíz de esto empecé a trabajar dentro de la tele y a conocer por qué a los medios les interesa una noticia o una cosa determinada. Y empecé a ser muy conciente de la importancia de que, además de saber hacer alguna cosa, la tienes que saber contar. Una idea muy buena no es aquella que es buena, sino que, además, se percibe como buena, que se presenta como buena, que la gente interpreta como buena. Una idea fantástica en un cajón es una porquería, las ideas son buenas cuando están fuera del cajón y todo el mundo las ve. Y es tan importante tener la idea como saberla contar al mundo y hacerla entrar en el mundo. Y esto fue a raíz de trabajar en la tele, por ello monté una agencia de comunicación para escritores y para llevarlos a la tele. Empecé a hacer esto hasta que me di cuenta al final de que ya podía llevar empresas a la tele, de que ya tenía el lenguaje y empecé a descubrir los secretos del «ruido mediático». Es decir, por qué una cosa se convierte en noticia, por qué de repente una idea o un producto que saques al mercado se proyecta a todo el mundo, en todos los medios de comunicación del mundo. Qué tiene, qué ingredientes hace que sea tan interesante. Y a raíz de esto monté la empresa de comunicación.
O sea que vamos a parar al marketing puro y duro, es decir a adentrarnos en la temática de su libro El arte del ruido…
Yo soy muy generoso y lo digo sin modestia, porque creo que se tiene que decir en el sentido de que todo lo que he aprendido en estos últimos años de cómo salir en los medios de comunicación, es decir el ruido mediático, estas técnicas, en lugar de guardármelas para mí y ganarme la vida haciendo campañas para los clientes… lo divulgo. Obviamente hago campañas pero me gusta compartirlo, porque creo que es una herramienta superimportante para personas que tienen un proyecto y quizá no tienen recursos para pagar una campaña de verdad, entonces tienen que buscarse la vida para salir en la tele.
Hago algo así como Ferrán Adrià. Es un grandísimo cocinero pero además es una persona a la que le gusta compartirlo todo. Es una persona que está obsesionada, sería la palabra, por explicarlo todo, todo lo que sabe: hasta la última técnica, hasta la última migaja, y que tenga un alcance para todos, de ahí la «Bullipedia» i la Bulli Foundation, en donde recoge todo este concepto de regalar el conocimiento para que todo el mundo se beneficie. Yo soy igual. Por esto escribí El arte del ruido, porque ya sabía cómo salir en los medios, y de hecho con mi experiencia he salido en el Wall Street Journal y en Time… He salido ahí y en otras partes, y lo he hecho para clientes. Así pues, qué mejor que explicarlo para que un emprendedor pueda hacerlo también. El libro recoge todo lo que yo sé sobre ruido mediático, no como Lorente que dice «casi todo lo que sé de publicidad», en mi caso es «todo lo que sé del arte del ruido». No puedo explicar nada más, aquí está todo, más no puedo añadir. Leyendo este libro y empollándotelo bien, ya estás. Es un manual.
Hago algo así como Ferrán Adrià. Es un grandísimo cocinero pero además es una persona a la que le gusta compartirlo todo. Es una persona que está obsesionada, sería la palabra, por explicarlo todo, todo lo que sabe: hasta la última técnica, hasta la última migaja, y que tenga un alcance para todos, de ahí la «Bullipedia» i la Bulli Foundation, en donde recoge todo este concepto de regalar el conocimiento para que todo el mundo se beneficie. Yo soy igual. Por esto escribí El arte del ruido, porque ya sabía cómo salir en los medios, y de hecho con mi experiencia he salido en el Wall Street Journal y en Time… He salido ahí y en otras partes, y lo he hecho para clientes. Así pues, qué mejor que explicarlo para que un emprendedor pueda hacerlo también. El libro recoge todo lo que yo sé sobre ruido mediático, no como Lorente que dice «casi todo lo que sé de publicidad», en mi caso es «todo lo que sé del arte del ruido». No puedo explicar nada más, aquí está todo, más no puedo añadir. Leyendo este libro y empollándotelo bien, ya estás. Es un manual.
El aula del miBa integrada dentro del espacio de exposición. Planta inferior del miBa Museum.
Hablemos un poco del contexto de crisis en el que estamos, ¿cómo la podemos superar y qué mundo se encontrarán cuando crezcan estos niños que hoy juegan, se divierten y preguntan en el miBa?
Yo creo que nuestra generación ya vivirá así, la gente moriremos en una situación de crisis, mejor o peor, pero ya no viviremos un esplendor económico, no lo creo. Otra cosa es la percepción que tenemos ahora, tan terrorífica. Nos acostumbraremos y viviremos con menos.
Los niños que vienen al museo, los que nacen ahora y nacen en este contexto, deberán usar mucho más el sentido común, muchísimo más. Tendrán que estar mucho más preparados: tienes que saber inglés sí o sí; tienes que saber informática sí o sí; tienes que saber muchas cosas, como programar webs; tienes que estar mucho más preparado para poderte espabilar. Y posiblemente pasaremos de un modelo más hiperespecializado, que es el modelo que nos han vendido hasta ahora, a un modelo más renacentista y transversal. Y yo apuesto al mil por mil por personas transversales y renacentistas, con muchas facetas, con una riqueza bestial de conocimientos y una visión muy amplia, que puedan en un momento dado informarse y trabajar en una cosa específica, pero que tengan una visión con la que puedan hacer un zapato, un diseño, componer música y otras cosas muy diversas. Y este es el tipo de persona que el día de mañana tendrá mucho futuro, igual como eran los renacentistas del siglo XV. En cambio la educación va en dirección contraria, hacia la especialización, por eso Ken Robinson es quien nos dice «Ojo, porque estamos coartando las libertades del individuo.» Hay una frase muy chula que dice: «Un creativo es un niño que se ha salvado». Yo la suscribo totalmente. A medida que nos hacemos mayores nos vamos poniendo costras y no somos tan libres como cuando éramos niños. Si mantienes tu espíritu de niño tienes muchas posibilidades de ser capaz de sobrevivir a todo porque los niños son muy rápidos pensando y tomando decisiones. Te puedes equivocar o no, pero decides.
Los niños que vienen al museo, los que nacen ahora y nacen en este contexto, deberán usar mucho más el sentido común, muchísimo más. Tendrán que estar mucho más preparados: tienes que saber inglés sí o sí; tienes que saber informática sí o sí; tienes que saber muchas cosas, como programar webs; tienes que estar mucho más preparado para poderte espabilar. Y posiblemente pasaremos de un modelo más hiperespecializado, que es el modelo que nos han vendido hasta ahora, a un modelo más renacentista y transversal. Y yo apuesto al mil por mil por personas transversales y renacentistas, con muchas facetas, con una riqueza bestial de conocimientos y una visión muy amplia, que puedan en un momento dado informarse y trabajar en una cosa específica, pero que tengan una visión con la que puedan hacer un zapato, un diseño, componer música y otras cosas muy diversas. Y este es el tipo de persona que el día de mañana tendrá mucho futuro, igual como eran los renacentistas del siglo XV. En cambio la educación va en dirección contraria, hacia la especialización, por eso Ken Robinson es quien nos dice «Ojo, porque estamos coartando las libertades del individuo.» Hay una frase muy chula que dice: «Un creativo es un niño que se ha salvado». Yo la suscribo totalmente. A medida que nos hacemos mayores nos vamos poniendo costras y no somos tan libres como cuando éramos niños. Si mantienes tu espíritu de niño tienes muchas posibilidades de ser capaz de sobrevivir a todo porque los niños son muy rápidos pensando y tomando decisiones. Te puedes equivocar o no, pero decides.
Francesc Ribera