La calidad y la excelencia en ingeniería civil
octubre 23, 2012Fernando Argüello
Director General de FIDEX (Foro para la Ingeniería de Excelencia)
«La calidad es decisiva en ingeniería civil para evitar enormes incrementos de coste durante la ejecución de las obras»
Fernando Argüello Álvarez es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid y master en Dirección General (PDG) por el IESE. Comenzó su trayectoria profesional en la empresa constructora Ginés Navarro Construcciones S.A. (hoy integrada en ACS), en la oficina técnica central de Madrid y en obras de carreteras en Madrid y en Baleares. En 1993 cambió de sector, pasando de la construcción a las empresas de servicios profesionales de ingeniería. Tras 24 años dedicado a la ingeniería civil —durante los cuales ha sido proyectista, responsable de departamento, director técnico, jefe de área de negocio y director general en diferentes empresas consultoras del sector— ha accedido, en febrero de 2012, a la Dirección General del Foro para la Ingeniería de Excelencia (FIDEX), asociación constituida por diez de las mayores y más internacionalizadas empresas consultoras de ingeniería civil españolas.
¿Quienes son los socios de FIDEX y cuáles son los motivos que les han impulsado a la creación de la entidad en febrero de este año?
En la actualidad, las diez empresas fundadoras que componen el FIDEX son: Eptisa, Euroconsult, Euroestudios, Getinsa, Aecom-Inocsa, Intecsa-Inarsa, Inypsa, Paymacotas, Prointec y Typsa. Los miembros de FIDEX agrupan a más de ocho mil profesionales y facturan de manera conjunta más de setecientos millones de euros anuales en ingeniería civil (la mitad en el mercado exterior). Estas cifras suponen cerca de la mitad de la facturación total del sector de la ingeniería civil española representado en Tecniberia, porcentaje que supera el 75% si hablamos de facturación en ingeniería civil en el mercado exterior.
La asociación tiene el fin común de la búsqueda de la excelencia y la calidad profesional en el desarrollo de los servicios profesionales de ingeniería, compartiendo una misma visión sobre la absoluta necesidad de alcanzar la excelencia en los servicios profesionales de planificación, estudio de alternativas, proyecto y diseño, control de ejecución y gestión de la operación y mantenimiento de infraestructuras. La decisión de crear la asociación en el pasado mes de febrero se derivó de la creciente preocupación en estas diez empresas por la deriva que iba tomando el mercado de la ingeniería en España, en el que cada vez prima más el precio y menos la calidad. La necesidad de ahorrar “a toda costa” hace que a veces las Administraciones solo vean el corto plazo, y tiendan a contratar los servicios profesionales de ingeniería exclusivamente en base a su precio, olvidándose de que la calidad en estos trabajos es fundamental para evitar enormes incrementos de coste durante la ejecución de las obras, que es la fase realmente costosa del proceso creador de una infraestructura. Queremos transmitir a las administraciones que ahora es el momento de invertir poco, pero invertir bien, pensando en el futuro. Ahora que no hay disponibilidades presupuestarias para acometer grandes obras, y que hay mucho tiempo para gastar el poco dinero disponible, es el momento de hacer estudios y proyectos bien elaborados y técnicamente justificados, para que cuando llegue el momento de invertir en ejecución de obras se haga de manera eficiente y sin los habituales imprevistos derivados de un proyecto redactado con prisas y sin el suficiente rigor, que terminan por multiplicar el coste de las obras y sus plazos de ejecución.
La asociación tiene el fin común de la búsqueda de la excelencia y la calidad profesional en el desarrollo de los servicios profesionales de ingeniería, compartiendo una misma visión sobre la absoluta necesidad de alcanzar la excelencia en los servicios profesionales de planificación, estudio de alternativas, proyecto y diseño, control de ejecución y gestión de la operación y mantenimiento de infraestructuras. La decisión de crear la asociación en el pasado mes de febrero se derivó de la creciente preocupación en estas diez empresas por la deriva que iba tomando el mercado de la ingeniería en España, en el que cada vez prima más el precio y menos la calidad. La necesidad de ahorrar “a toda costa” hace que a veces las Administraciones solo vean el corto plazo, y tiendan a contratar los servicios profesionales de ingeniería exclusivamente en base a su precio, olvidándose de que la calidad en estos trabajos es fundamental para evitar enormes incrementos de coste durante la ejecución de las obras, que es la fase realmente costosa del proceso creador de una infraestructura. Queremos transmitir a las administraciones que ahora es el momento de invertir poco, pero invertir bien, pensando en el futuro. Ahora que no hay disponibilidades presupuestarias para acometer grandes obras, y que hay mucho tiempo para gastar el poco dinero disponible, es el momento de hacer estudios y proyectos bien elaborados y técnicamente justificados, para que cuando llegue el momento de invertir en ejecución de obras se haga de manera eficiente y sin los habituales imprevistos derivados de un proyecto redactado con prisas y sin el suficiente rigor, que terminan por multiplicar el coste de las obras y sus plazos de ejecución.
Ustedes reivindican para su sector de actividad la “marca España” como una divisa de excelencia. ¿Creen que la percepción en los mercados de nuestra capacidad económica les perjudica?
La imagen general de España como país económicamente débil evidentemente afecta a la imagen internacional de todos los sectores productivos, pero en materia de ingeniería civil podemos decir que nuestra imagen de país altamente tecnificado permanece casi intacta. El nivel técnico de las empresas españolas de ingeniería civil sigue siendo reconocido a nivel mundial, y las empresas con presencia internacional continúan contratando proyectos y estudios en numerosísimos países. Tal vez sea el momento de dar un vuelco a la Marca España, y aportarle un carácter más tecnológico y avanzado. No debemos abandonar nuestra imagen internacional de país turístico, con buena gastronomía, éxitos deportivos, arte y cultura, etc., pero es oportuno dar a nuestra imagen internacional una cara más tecnificada y moderna, apoyada en un sector en el que nos encontramos en primera línea mundial, como es el de la ingeniería civil, que es reclamada en todos los países del mundo, desde los emergentes a los más avanzados.
En las ilustraciones de la entrevista destacamos cuatro grandes proyectos que avalan esta afirmación.
En las ilustraciones de la entrevista destacamos cuatro grandes proyectos que avalan esta afirmación.
Proyecto de mejora de la autopista I-595 en el Sur de Florida en EE.UU.
¿Cree que esta buena imagen internacional en su sector es extrapolable a la ingeniería española en general?
Aunque en FIDEX nos centramos exclusivamente en el sector de la ingeniería civil (incluyendo medio ambiente y edificación singular, no residencial), vemos que otros campos de la ingeniería española también son reclamados desde el exterior, particularmente en todo lo relacionado con energías renovables y “oil & gas”. La investigación y desarrollo que se ha llevado a cabo en las empresas españolas en estos campos ha alcanzado niveles muy avanzados, y hace que la tecnología española se esté exportando a los países más avanzados del mundo. Varias de las empresas asociadas a FIDEX cuentan con áreas de negocio en estos campos, y dan fe del enorme potencial de nuestras empresas en todo el mundo. El único problema con el que nos enfrentamos en muchas partes del mundo es el idioma: ya no basta con hablar inglés; hay que conocer los idiomas locales de todos los países en los que se quiere trabajar.
¿Qué acciones habría que llevar a cabo, por parte de las administraciones y las empresas, para mantener y acrecentar este prestigio alcanzado?
La inversión en ingeniería en España prácticamente ha desaparecido. Y no solo eso, sino que los contratos firmados es los años 2009 y 2010 se han paralizado casi en su totalidad. Eso ha provocado que las empresas hayan tenido que verse forzadas a desmantelar sus equipos de trabajo, prescindiendo de multitud de profesionales y orientando la labor de los más valiosos hacia los trabajos en el extranjero. Esto tiene como consecuencia que los equipos multidisciplinares que se han constituido a lo largo de más de veinte años se van desmantelando poco a poco, y por tanto el nivel de calidad de los trabajos futuros puede verse reducido a causa de la dificultad de volver a constituir estos equipos una vez desmantelados.
Y a esto hay que añadir un segundo fenómeno: la expansión internacional de las ingenierías españolas ha sido posible gracias a las referencias que estas empresas han obtenido en el mercado interior. En efecto, para poder aspirar a grandes contratos internacionales, la primera e inexcusable condición es haber desarrollado trabajos similares en los últimos tres o cinco años, y poder acreditarlo. Como el mercado interior ha desaparecido desde hace más de tres años, a nuestras empresas ya les resulta imposible obtener ese tipo de referencias que les permitan trabajar fuera. Solo las empresas que ya están consolidadas en el exterior pueden acreditar haber hecho grandes proyectos en los últimos tres años. Así pues, hoy por hoy es imposible que las empresas que no están ya internacionalizadas intenten trabajar en el exterior.
Por tanto, las administraciones tendrán que tratar de reactivar el mercado interior de Ingeniería, que requiere de una inversión muy pequeña (el proyecto supone apenas un 2-3% del presupuesto de una obra), además de apoyar con todos sus medios a la internacionalización de nuestras empresas. Para ello es fundamental que nuestras empresas cuenten con el apoyo de la ingeniería pública Ineco, que cuenta con las mejores referencias de nuestro país en materia de infraestructuras de transporte. Ineco deberá acompañar a las empresas privadas españolas en sus intentos de trabajar en el exterior, en lugar de luchar contra ellas en las licitaciones internacionales.
Por su parte, las empresas deben hacer todos los esfuerzos posibles por continuar lo que ya están haciendo: internacionalizarse cada vez más para ser capaces de mantener activos y completos los equipos técnicos que tan altos niveles de calidad han alcanzado a lo largo de los últimos veinte años.
Y a esto hay que añadir un segundo fenómeno: la expansión internacional de las ingenierías españolas ha sido posible gracias a las referencias que estas empresas han obtenido en el mercado interior. En efecto, para poder aspirar a grandes contratos internacionales, la primera e inexcusable condición es haber desarrollado trabajos similares en los últimos tres o cinco años, y poder acreditarlo. Como el mercado interior ha desaparecido desde hace más de tres años, a nuestras empresas ya les resulta imposible obtener ese tipo de referencias que les permitan trabajar fuera. Solo las empresas que ya están consolidadas en el exterior pueden acreditar haber hecho grandes proyectos en los últimos tres años. Así pues, hoy por hoy es imposible que las empresas que no están ya internacionalizadas intenten trabajar en el exterior.
Por tanto, las administraciones tendrán que tratar de reactivar el mercado interior de Ingeniería, que requiere de una inversión muy pequeña (el proyecto supone apenas un 2-3% del presupuesto de una obra), además de apoyar con todos sus medios a la internacionalización de nuestras empresas. Para ello es fundamental que nuestras empresas cuenten con el apoyo de la ingeniería pública Ineco, que cuenta con las mejores referencias de nuestro país en materia de infraestructuras de transporte. Ineco deberá acompañar a las empresas privadas españolas en sus intentos de trabajar en el exterior, en lugar de luchar contra ellas en las licitaciones internacionales.
Por su parte, las empresas deben hacer todos los esfuerzos posibles por continuar lo que ya están haciendo: internacionalizarse cada vez más para ser capaces de mantener activos y completos los equipos técnicos que tan altos niveles de calidad han alcanzado a lo largo de los últimos veinte años.
Estación depuradora de aguas de Atotonilco (México). Será la mayor estación depuradora del mundo.
Parece que su actividad internacional también tiene un efecto arrastre para otros ámbitos de la ingeniería y la industria del país, ¿podría ofrecernos algunos ejemplos?
Antes de ejecutar cualquier obra es necesario llevar a cabo una serie de fases previas de planificación y proyecto, que incluyen análisis de las necesidades, justificación de la inversión, selección y optimización de soluciones, análisis de afecciones sociales y medioambientales y redacción del proyecto. Estas actividades son las que llevan a cabo las empresas de ingeniería, y solo después entran en juego las empresas constructoras para ejecutar las obras. Las empresas de FIDEX están actualmente realizando este tipo de estudios y proyectos en 58 países de todo el mundo, a los que posteriormente podrán llegar las empresas españolas de construcción, maquinaria y bienes de equipo para hacerse cargo de la ejecución de las obras, de la gestión de la explotación y del aprovisionamiento de maquinaria y equipos. Y así ha sucedido ya en numerosos países: primero entra la ingeniería española, y de su mano se incorporan en fases posteriores otras empresas españolas de la construcción y sectores afines.
Para comprobar el potencial de futuro que tiene este papel de “punta de lanza” que juega la ingeniería, basta con comprobar que las grandes constructoras españolas, tan presentes en el mercado mundial, rara vez llegan a tener presencia en más de ocho países, mientras que las ingenierías asociadas a FIDEX están presentes todas ellas en un mínimo de quince países, llegando alguna de ellas a superar los cincuenta países. Pronto veremos a las grandes constructoras españolas en mercados en los que nosotros ya estamos trabajando, como Kenia, Vietnam, India o Australia.
Para comprobar el potencial de futuro que tiene este papel de “punta de lanza” que juega la ingeniería, basta con comprobar que las grandes constructoras españolas, tan presentes en el mercado mundial, rara vez llegan a tener presencia en más de ocho países, mientras que las ingenierías asociadas a FIDEX están presentes todas ellas en un mínimo de quince países, llegando alguna de ellas a superar los cincuenta países. Pronto veremos a las grandes constructoras españolas en mercados en los que nosotros ya estamos trabajando, como Kenia, Vietnam, India o Australia.
De cara al mercado interior, ¿creen que el público en general conoce y las autoridades valoran su aportación al prestigio de la ingeniería que se hace en el Estado español?
Tenemos el problema de que la población en general, e incluso algunas administraciones, tienden a identificar a la ingeniería y a la construcción como un mismo sector. Y aunque sean dos sectores muy relacionados e íntimamente ligados, son completamente diferentes.
La parte “visible” del proceso creador de una infraestructura es la ejecución de la obra, y en la cultura española está muy arraigada la costumbre de no valorar lo que no se ve. Se tiende a identificar el prestigio de la ingeniería española con las grandes empresas constructoras. La opinión pública no conoce a ninguna de las grandes empresas españolas de ingeniería civil, mientras que a las grandes constructoras las conoce todo el mundo. Evidentemente, parte de la culpa de eso es nuestra, y por eso ahora pretendemos dar a conocer a la opinión pública la actividad que desarrollamos, y mostrar que si el sector de la obra civil española es ejemplo de técnica y excelencia en el mundo entero, en gran parte es así gracias a la actividad silenciosa de nuestras empresas de ingeniería. Este mensaje debe llegar a la opinión pública y a las propias administraciones, y solo así será posible que se valore de manera adecuada la labor de nuestras ingenierías y podamos seguir mejorando en nuestro camino de excelencia y desarrollo tecnológico.
La parte “visible” del proceso creador de una infraestructura es la ejecución de la obra, y en la cultura española está muy arraigada la costumbre de no valorar lo que no se ve. Se tiende a identificar el prestigio de la ingeniería española con las grandes empresas constructoras. La opinión pública no conoce a ninguna de las grandes empresas españolas de ingeniería civil, mientras que a las grandes constructoras las conoce todo el mundo. Evidentemente, parte de la culpa de eso es nuestra, y por eso ahora pretendemos dar a conocer a la opinión pública la actividad que desarrollamos, y mostrar que si el sector de la obra civil española es ejemplo de técnica y excelencia en el mundo entero, en gran parte es así gracias a la actividad silenciosa de nuestras empresas de ingeniería. Este mensaje debe llegar a la opinión pública y a las propias administraciones, y solo así será posible que se valore de manera adecuada la labor de nuestras ingenierías y podamos seguir mejorando en nuestro camino de excelencia y desarrollo tecnológico.
Puente sobre el río Higuamo en la República Dominicana.
En la actualidad hay un sector de la opinión pública que manifiesta una cierta prevención hacia la industria del ladrillo, ¿le parece justificada esta actitud?
Identificar al sector de la construcción con “el ladrillo” induce a error. “El ladrillo” se identifica inevitablemente con la edificación residencial, y la construcción es mucho más que eso. En particular, la obra civil es enormemente variada, incluyendo desde las carreteras y ferrocarriles hasta las obras hidráulicas y el medio ambiente, pasando por muchos otros subsectores específicos. Pero tiene usted razón al hablar de la “prevención” de la opinión pública hacia el sector de la construcción, fundamentalmente debido al habitual desfase entre los costes previstos para la ejecución de las obras y los costes que finalmente resultan ser. Pero la causa de este problema no está en la falta de capacidad técnica de nuestros ingenieros, sino en las políticas de inversión en infraestructuras que se han mantenido en España desde hace cincuenta años: valorar solo lo que se ve.
Desde FIDEX entendemos que para solucionar este problema es necesario un cambio cultural, un cambio radical en la manera de contratar la ingeniería en España, acercándonos a los sistemas habituales en los países más avanzados. El coste del conjunto de los servicios de ingeniería y consultoría (planificación, estudios, proyectos, control de calidad de la obra) representa actualmente, en España, alrededor del 4-5% de la inversión en construcción, mientras que en Europa y Norteamérica supone siempre más del 8%. Se estima que su aumento en un 2% (desde el 5% hasta el 7%) permitiría llevar a cabo estas primeras fases con una mayor profundidad, lo que podría ahorrar más de un 20% del coste de las obras, debido a la evitación de incidencias e imprevistos en las obras, y sobre todo, redundaría en la calidad y seguridad de las infraestructuras.
En la mayor parte de los países desarrollados existe el convencimiento de que los servicios profesionales no pueden contratarse “al más barato”, sino al mejor (siempre dentro de un rango de precios competitivos). En los EE.UU. se han realizado estudios, conjuntamente con las aseguradoras, que han comprobado que las obras cuyos proyectos se contratan teniendo en cuenta el precio, generan más problemas y sobrecostes durante su ejecución que suponen un daño económico muy superior al posible ahorro en la contratación de los servicios de ingeniería.
El propio Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha manifestado que entre los años 2004 y 2012 ha habido “sobrecostes” en las obras hidráulicas ejecutadas cifrados en más de 1.500 millones de euros, lo que supone que, como media, cada obra ha costado un 29% más de lo que estaba previsto. El Ministro ha advertido a las empresas constructoras que su intención es “terminar con las modificaciones de los contratos”. Pero, ¿cómo se va a hacer eso? ¿Cómo se le puede decir a un constructor que, cuando encuentra arcillas en lugar de roca, siga adelante con la cimentación del puente que tenía prevista para la roca? Sin duda el puente se caerá, y la consecuencia será peor. Mientras no se dedique algo más de dinero a hacer proyectos más detallados y mejor analizados, no se le podrá pedir al constructor que ejecute la obra sin reaccionar ante los imprevistos.
Por eso decimos que ahora, en época de dificultades económicas, es necesario “invertir menos, pero invertir mejor”. Invirtamos un poco más en buena planificación y buenos proyectos, y en el futuro las inversiones en ejecución de obras no se desviarán tanto de las previsiones como sucede actualmente.
Desde FIDEX entendemos que para solucionar este problema es necesario un cambio cultural, un cambio radical en la manera de contratar la ingeniería en España, acercándonos a los sistemas habituales en los países más avanzados. El coste del conjunto de los servicios de ingeniería y consultoría (planificación, estudios, proyectos, control de calidad de la obra) representa actualmente, en España, alrededor del 4-5% de la inversión en construcción, mientras que en Europa y Norteamérica supone siempre más del 8%. Se estima que su aumento en un 2% (desde el 5% hasta el 7%) permitiría llevar a cabo estas primeras fases con una mayor profundidad, lo que podría ahorrar más de un 20% del coste de las obras, debido a la evitación de incidencias e imprevistos en las obras, y sobre todo, redundaría en la calidad y seguridad de las infraestructuras.
En la mayor parte de los países desarrollados existe el convencimiento de que los servicios profesionales no pueden contratarse “al más barato”, sino al mejor (siempre dentro de un rango de precios competitivos). En los EE.UU. se han realizado estudios, conjuntamente con las aseguradoras, que han comprobado que las obras cuyos proyectos se contratan teniendo en cuenta el precio, generan más problemas y sobrecostes durante su ejecución que suponen un daño económico muy superior al posible ahorro en la contratación de los servicios de ingeniería.
El propio Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha manifestado que entre los años 2004 y 2012 ha habido “sobrecostes” en las obras hidráulicas ejecutadas cifrados en más de 1.500 millones de euros, lo que supone que, como media, cada obra ha costado un 29% más de lo que estaba previsto. El Ministro ha advertido a las empresas constructoras que su intención es “terminar con las modificaciones de los contratos”. Pero, ¿cómo se va a hacer eso? ¿Cómo se le puede decir a un constructor que, cuando encuentra arcillas en lugar de roca, siga adelante con la cimentación del puente que tenía prevista para la roca? Sin duda el puente se caerá, y la consecuencia será peor. Mientras no se dedique algo más de dinero a hacer proyectos más detallados y mejor analizados, no se le podrá pedir al constructor que ejecute la obra sin reaccionar ante los imprevistos.
Por eso decimos que ahora, en época de dificultades económicas, es necesario “invertir menos, pero invertir mejor”. Invirtamos un poco más en buena planificación y buenos proyectos, y en el futuro las inversiones en ejecución de obras no se desviarán tanto de las previsiones como sucede actualmente.
La sociedad es cada día más exigente con ustedes, también en la sostenibilidad medioambiental y en la preservación del paisaje y los entornos naturales. ¿Cómo trasladan esos estándares de calidad a sus proyectos?
Los condicionantes medioambientales y los análisis de sostenibilidad de las infraestructuras no deben hacerse “a posteriori”, sino que deben formar parte de los criterios básicos de diseño de la actuación desde las primeras fases de la planificación de la infraestructura. Ya hay muchos países que así lo están exigiendo, y España no debería quedarse atrás. No es lo mismo proyectar una infraestructura y después corregir sus efectos ambientales o sus problemas de sostenibilidad, que diseñarla desde el principio teniendo en cuenta estas necesidades. El problema es que volvemos al mismo asunto de siempre: este tipo de estudios tiene un coste, y la tendencia a reducir costes en las fases iniciales del proceso llevan a que estos condicionantes no se tengan en cuenta hasta que ya no hay marcha atrás.
La capacidad de las ingenierías españolas en este campo está fuera de toda duda, y de hecho estamos siendo pioneras en este tipo de análisis y planificaciones estratégicas en muchos países del mundo. La imagen del ingeniero como contraposición al ecologista ya ha desaparecido del mundo real, y debe desaparecer también de la conciencia de los ciudadanos. La primera preocupación del ingeniero es que lo que diseña sea sostenible y respetuoso con el medio ambiente y el entorno social
La capacidad de las ingenierías españolas en este campo está fuera de toda duda, y de hecho estamos siendo pioneras en este tipo de análisis y planificaciones estratégicas en muchos países del mundo. La imagen del ingeniero como contraposición al ecologista ya ha desaparecido del mundo real, y debe desaparecer también de la conciencia de los ciudadanos. La primera preocupación del ingeniero es que lo que diseña sea sostenible y respetuoso con el medio ambiente y el entorno social
¿En el orden doméstico hay algunos aspectos concretos que les afectan negativamente en su relación con las administraciones públicas españolas?
Nuestro sector ha sido enormemente castigado por las restricciones de gasto impuestas por la situación económica, incluso en mayor medida que el sector de la construcción. En dos años (2009-2011), el volumen de licitación de la Administración Central en contratos de ingeniería civil se ha reducido en un 72%. Y en los mismos órdenes de magnitud se han movido las Comunidades Autónomas. La dinámica en el año 2012 está siendo muy similar, con reducciones superiores al 50% con respecto a 2011, y para 2013 no esperamos nada diferente, dejando las cifras de inversión en ingeniería en valores muy próximos a cero.
Entendemos perfectamente que las circunstancias actuales obligan a recortar de manera sensible los presupuestos de inversión en infraestructuras, pero pensamos que el recorte se debe hacer con visión de futuro, evitando el “café para todos” que hará que, cuando esta situación de escasez termine, todo siga igual. Desde FIDEX reclamamos que los presupuestos de los años venideros en los ministerios inversores (Fomento y Agricultura y medio Ambiente) establezcan una partida específica para estudios y proyectos, independiente de la partida prevista para ejecución de obras. El importe de las inversiones en creación de infraestructuras se reparte en proporciones de aproximadamente un 4-5 % para la ingeniería y un 95-96% para la construcción. Por este motivo insistimos en que con muy poco esfuerzo es posible mantener vivo un sector que ha desarrollado un nivel técnico y tecnológico que es admirado e imitado desde todo el mundo, y que está condenado a descomponerse si no se mantiene un mínimo de inversión en ingeniería, necesaria además para poder ejecutar obras cuando las condiciones permitan nuevas inversiones.
En definitiva, nuestra reclamación persigue que la inversión en formación y en I+D+i llevada a cabo en las dos últimas décadas se puede salvar y rentabilizar manteniendo un nivel mínimo de inversión (del orden del 3% de las cantidades que han venido invirtiéndose en infraestructuras en los últimos años), lo que además permitirá tener buenos proyectos redactados (“cartera de proyectos”) para cuando llegue el momento de construir obras de nuevo.
Así pues, nuestro mensaje para esta etapa de escasez es doble: es el momento de invertir en ingeniería para crear una suficiente cartera de proyectos, y es el momento de invertir BIEN en ingeniería para que esos proyectos sean de buena calidad y las soluciones proyectadas sean las que más optimicen la inversión, además de reducir las incertidumbres que provocan posteriormente incidencias importantes en la ejecución de las obras. Cuando hay que invertir poco, hay que invertir bien.
Entendemos perfectamente que las circunstancias actuales obligan a recortar de manera sensible los presupuestos de inversión en infraestructuras, pero pensamos que el recorte se debe hacer con visión de futuro, evitando el “café para todos” que hará que, cuando esta situación de escasez termine, todo siga igual. Desde FIDEX reclamamos que los presupuestos de los años venideros en los ministerios inversores (Fomento y Agricultura y medio Ambiente) establezcan una partida específica para estudios y proyectos, independiente de la partida prevista para ejecución de obras. El importe de las inversiones en creación de infraestructuras se reparte en proporciones de aproximadamente un 4-5 % para la ingeniería y un 95-96% para la construcción. Por este motivo insistimos en que con muy poco esfuerzo es posible mantener vivo un sector que ha desarrollado un nivel técnico y tecnológico que es admirado e imitado desde todo el mundo, y que está condenado a descomponerse si no se mantiene un mínimo de inversión en ingeniería, necesaria además para poder ejecutar obras cuando las condiciones permitan nuevas inversiones.
En definitiva, nuestra reclamación persigue que la inversión en formación y en I+D+i llevada a cabo en las dos últimas décadas se puede salvar y rentabilizar manteniendo un nivel mínimo de inversión (del orden del 3% de las cantidades que han venido invirtiéndose en infraestructuras en los últimos años), lo que además permitirá tener buenos proyectos redactados (“cartera de proyectos”) para cuando llegue el momento de construir obras de nuevo.
Así pues, nuestro mensaje para esta etapa de escasez es doble: es el momento de invertir en ingeniería para crear una suficiente cartera de proyectos, y es el momento de invertir BIEN en ingeniería para que esos proyectos sean de buena calidad y las soluciones proyectadas sean las que más optimicen la inversión, además de reducir las incertidumbres que provocan posteriormente incidencias importantes en la ejecución de las obras. Cuando hay que invertir poco, hay que invertir bien.
Aeropuerto Sharm El Sheikh (Egipto).
¿Puede resumirnos algunas de las inquietudes y propuestas de su colectivo de cara al futuro?
Nuestro principal objetivo es conseguir que las administraciones españolas entiendan que las empresas de ingeniería son, por su propia naturaleza, sus colaboradores naturales para conseguir la mayor eficiencia en las inversiones en obra civil. El proceso de inversión en España está enfocado a la minimización de costes parciales de cada una de sus fases. Sin embargo, el objetivo tiene que ser la minimización del coste total, que se consigue con una mayor y mejor utilización de la ingeniería, fomentando la creatividad y la innovación. Un mejor proyecto garantiza menos incidencias y desviaciones en la fase de construcción, que es la económicamente costosa.
Ahora es el momento de planificar y proyectar las infraestructuras del futuro. Dedicar los escasos recursos actuales a planificar y estudiar detalladamente cómo se van a producir las inversiones, cuando cambien las circunstancias, es la mejor forma de utilizarlos.
La inversión actual en ingeniería, en todas sus fases, no llega al 5% del presupuesto de construcción, cantidad insuficiente y notablemente inferior a la que se dedica en el resto de los países homologables con el nuestro (entre el 8 y el 12%). Además, la forma de contratar los servicios de ingeniería debe estar basada en la calidad y no en el precio. La contratación con presupuestos bajos, que no permiten la realización de buenos proyectos, pone en riesgo la calidad final de las infraestructuras con incidencias durante la construcción que aumentan significativamente los costes y alargan los plazos de puesta en servicio. Lo ideal sería que se contratase la ingeniería atendiendo únicamente a la calidad técnica de las propuestas, contratando a precios fijos establecidos por la Administración, como se hace en Alemania, Suiza, Austria o EE.UU.
Otro mensaje fundamental es que las infraestructuras que necesita España para el siglo XXI no están terminadas; queda mucho por hacer. El hecho de que en el pasado se hayan construido algunas infraestructuras que no eran necesarias no significa que lo necesario esté todo hecho. Hay infinidad de cosas por hacer, además de conservar lo que ya tenemos. Por poner algunos ejemplos, es necesario mejorar las condiciones de los accesos a las grandes ciudades, incrementar de manera notable la capacidad de nuestros pasos fronterizos con Francia, garantizar la conectividad de los puertos con la red ferroviaria, evitar peligrosas travesías de población en multitud de carreteras convencionales, construir depuradoras de en casi un millar de poblaciones que aún no depuran sus aguas residuales, garantizar el abastecimiento de agua para consumo humano y para riego mediante la utilización conjunta de las desaladoras, trasvases y aguas depuradas, adecuar centenares de presas al cumplimiento de la nueva Ley de Seguridad de Presas y Embalses, etc. Como ve, podríamos estar horas hablando de actuaciones necesarias que están aún por hacer, y muchas de ellas responden a cuestiones de seguridad de los ciudadanos que no deben quedar desatendidas.
Ahora es el momento de planificar y proyectar las infraestructuras del futuro. Dedicar los escasos recursos actuales a planificar y estudiar detalladamente cómo se van a producir las inversiones, cuando cambien las circunstancias, es la mejor forma de utilizarlos.
La inversión actual en ingeniería, en todas sus fases, no llega al 5% del presupuesto de construcción, cantidad insuficiente y notablemente inferior a la que se dedica en el resto de los países homologables con el nuestro (entre el 8 y el 12%). Además, la forma de contratar los servicios de ingeniería debe estar basada en la calidad y no en el precio. La contratación con presupuestos bajos, que no permiten la realización de buenos proyectos, pone en riesgo la calidad final de las infraestructuras con incidencias durante la construcción que aumentan significativamente los costes y alargan los plazos de puesta en servicio. Lo ideal sería que se contratase la ingeniería atendiendo únicamente a la calidad técnica de las propuestas, contratando a precios fijos establecidos por la Administración, como se hace en Alemania, Suiza, Austria o EE.UU.
Otro mensaje fundamental es que las infraestructuras que necesita España para el siglo XXI no están terminadas; queda mucho por hacer. El hecho de que en el pasado se hayan construido algunas infraestructuras que no eran necesarias no significa que lo necesario esté todo hecho. Hay infinidad de cosas por hacer, además de conservar lo que ya tenemos. Por poner algunos ejemplos, es necesario mejorar las condiciones de los accesos a las grandes ciudades, incrementar de manera notable la capacidad de nuestros pasos fronterizos con Francia, garantizar la conectividad de los puertos con la red ferroviaria, evitar peligrosas travesías de población en multitud de carreteras convencionales, construir depuradoras de en casi un millar de poblaciones que aún no depuran sus aguas residuales, garantizar el abastecimiento de agua para consumo humano y para riego mediante la utilización conjunta de las desaladoras, trasvases y aguas depuradas, adecuar centenares de presas al cumplimiento de la nueva Ley de Seguridad de Presas y Embalses, etc. Como ve, podríamos estar horas hablando de actuaciones necesarias que están aún por hacer, y muchas de ellas responden a cuestiones de seguridad de los ciudadanos que no deben quedar desatendidas.
Francesc Ribera
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www.fidex.es
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