Solvay

Solvay

mayo 17, 2013 Desactivado Por inQualitas
Xavier Duran
Xavier Duran, licenciado en Ciencias Químicas y doctor en Ciencias de la Comunicación, ha colaborado en diversos medios de comunicación, casi siempre en temas de divulgación científica. Actualmente trabaja en TV3. Ha publicado los libros: El cervell polièdric (versión castellana: Secretos del cerebro, Ed. Algar); Paseos por la Barcelona científica (Ayuntamiento de Barcelona); L’artista en el laboratori, pinzellades sobre art i ciència (publicado en castellano por la Universidad de Valencia); Molècules en acció, del big bang als materials del futur, editado por Edicions de la UPCPer què les lleones no els prefereixen rossos (i seixanta curiositats científiques més), y 100 molècules amb què la química ha canviat (poc o molt) la història.

Solvay España

Vista desde el aire, la planta de Solvay en Torrelavega parece una pequeña ciudad, rodeada del típico tapiz verde de Cantabria. Aquí se encuentran los orígenes de la empresa en España, con la fábrica inaugurada en 1908. Incluso habría que ir un poco más lejos en el espacio y en el tiempo, porque los verdaderos inicios se encuentran en una mina de carbón de Lieres (Asturias), comprada por Solvay en 1903 para garantizar el combustible para la planta de Torrelavega.

Y debemos ir aún más lejos para conocer cómo nació la empresa que se convertiría en uno de los líderes mundiales en el sector de la Química. Todo empezó en 1861, cuando Ernest Solvay, un joven autodidacta de 23 años que trabajaba en la planta de gas de su tío, investigaba cómo reciclar y aprovechar el amoniaco que esta fábrica producía pero que no utilizaba. Sería, pues, un visionario por lo que respecta a ver en un residuo una posible materia prima. Ernest había padecido un brote de pleuresía a los 17 años y ello le había impedido estudiar en la universidad. Pero su pasión y su capacidad le permitieron desarrollar una notable carrera.

Realizando pruebas, un día descubrió que había producido carbonato de sodio anhidro. Ernest era consciente de tres cosas: sabía que este producto tenía una gran demanda en diversos sectores —jabones, pinturas, textil, papel…—, sabía que el crecimiento industrial en pleno siglo XIX aumentaría su demanda y también sabía, por último, que la forma cómo se obtenía entonces, con el llamado método Leblanc, consumía mucha energía y era muy contaminante. Por ello decidió patentar enseguida su proceso para obtener industrialmente el carbonato de sodio a partir de sal marina, amoniaco y ácido carbónico. Este sistema sigue utilizándose hoy para obtener carbonato sódico que se utiliza principalmente en las industrias del vidrio y jabón en polvo y para la limpieza de gases de combustión.

Además, convencido de la efectividad de su sistema, Ernest convenció a su hermano Alfred, a amigos de la infancia y a diversos parientes para que dieran apoyo a su empeño y para que, los que pudieran, invirtieran en su desarrollo. El problema era que en otros países ya se había ensayado un método similar, pero nadie había podido aplicarlo a escala industrial. Ernest sí pudo: el 26 de diciembre de 1863 se fundó legalmente la empresa Solvay & Cie y dos años después empezaba a operar la primera fábrica Solvay en la población belga de Couillet.

Los inicios fueron muy difíciles, con un reactor que fallaba constantemente, trabajadores poco formados o fiables y continuos problemas económicos que incluso les situaron al borde la ruina.

Pero una vez solucionados los problemas técnicos, los Solvay ganaron el mercado belga y se prepararon para la expansión  internacional. En 1872 abrieron la fábrica de Dombasle en Francia y el año siguiente se dispusieron a conquistar el mercado británico con una nueva factoría. En 1874 se instalaron en Alemania, el 1881 en Rusia y en Estados Unidos y en 1883 en el Imperio Austrohúngaro. En la actualidad Solvay es un grupo industrial químico internacional centrado en el desarrollo sostenible y en la excelencia operacional, y que ofrece productos innovadores y sostenibles en los segmentos de Química de Consumo, Materiales Avanzados, Química de Alto Rendimiento y Polímeros Funcionales.

No sería justo olvidar la sensibilidad social de Ernest Solvay. Además de crear el potente grupo industrial, en 1878 ya estableció una pensión para los trabajadores, en 1897 instauró la jornada de 8 horas y en 1913 las vacaciones pagadas. No sólo fue, pues, un visionario en la industria química, sino también en los derechos laborales. Por otra parte, fundó diversas sociedades científicas, filantrópicas y caritativas. La Escuela de Negocios de Bruselas todavía lleva su nombre. Y en 1911 creó el Consejo de Física, que reunía a los físicos y químicos más célebres de la época y que sigue celebrándose actualmente de forma bianual. Ernest Solvay murió en 1922, a los 84 años de edad.

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Consejo de Física Solvay en 1911. De izqda a dcha, de pie: Goldschmidt, Planck, Rubens, Sommerfeld, Lindemann, De Broglie, Knudsen, Hasenohrl, Hostelet, Herzen, Jeans, Rutherford, Kamerlingh Onnes, Albert Einstein y Langevin. Sentados, de izqda a dcha: Nernst, Brillouin, Solvay, Lorentz, Warburg, Perrin, Wien, Marie Curie y Poincaré.

De Torrelavega a Martorell

En 1904 se iniciaron las obras de una fábrica para producir carbonato sódico y sosa cáustica en Torrelavega (Cantabria). La factoría fue inaugurada el 8 de agosto de 1908 por el rey Alfonso XIII. Allí se empezó a fabricar primero carbonato sódico y dos meses más tarde sosa cáustica y bicarbonato.

La fábrica fue un elemento capital para la promoción económica de la zona y hoy sigue dando trabajo, directo e indirecto, a unas mil personas. Es un ejemplo de industria química de base, que se ocupa de la extracción y el procesamiento de materias primas naturales —en este caso, caliza y sal— para fabricar productos semielaborados —que en Torrelavega son carbonato sódico, bicarbonato y lejía de sosa cáustica, entre otros—. Estos productos son utilizados en otras empresas, sobre todo en industrias químicas de transformación.

En Cataluña, la historia de Solvay comienza en el año 1920, con la compra de las minas de potasa de Súria. Es éste un buen ejemplo de cómo la fábrica busca asegurar el suministro de la materia prima. Las minas de potasa producen una gran cantidad de residuos salinos, que son depositados en escombreras. Hoy día, Solvay sigue aprovechando parte de estos residuos salinos para obtener la sal industrial, necesaria para su proceso electrolítico. La sal obtenida por flotación de los residuos salinos, depurada en parte de los sulfatos que lleva y secada, recorre los 50 kilómetros que hay entre Súria y Martorell en ferrocarril. Cada año la planta de Martorell consume 450.000 toneladas de sal.

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Los filtros de banda para el lavado del bicarbonato bruto, supervisados aquí por un operario, redujeron el consumo de agua para eliminar el cloruro.

En el año 1947 la dirección general de Solvay España se instaló en Barcelona. En 2010 se trasladó a Martorell, donde en 1972 había entrado en funcionamiento la fábrica que hoy ocupa 400 personas. Ya en 1956 el Grupo Solvay había empezado a producir PVC en Torrelavega. A finales de esa década el aumento de la demanda de PVC en España llevó a ampliar la producción con nuevas plantas. La concentración en Cataluña de la industria química de transformación del plástico, la existencia en Tarragona de un complejo petroquímico productor de etileno, la proximidad de la sal en Súria y la facilidad del suministro de energía eléctrica aconsejaron emplazar un centro de producción en Cataluña.

En 1968, Solvay compró 30 hectáreas de terreno en la finca «La Torre de Martorell». El 29 de julio de 1969 se puso la primera piedra de la nueva factoría y tres años después, el 4 de diciembre de 1972, fue inaugurada la fábrica como Complejo Petroquímico Solvay-Viniclor-Hispavic-Martorell.

En la actualidad se desarrolla en la fábrica de Martorell el proceso productivo completo para la obtención de PVC. Esta fábrica y la de Torrelavega constituyen los pilares básicos de la compañía en España. También cuenta con la fábrica Solvay Benvic de Montornès del Vallès, dedicada a los compuestos de PVC, y con las minas de carbonato de estroncio de Escúzar. La adquisición, en 2011, de la empresa Rhodia por el Grupo Solvay ha hecho que los dos centros que poseía en Blanes y Madrid se hayan incorporado a Solvay España.

La producción

Para su ubicación, Solvay siempre ha buscado el suministro de las materias primas naturales. Se eligió Torrelavega porque disponía de los dos elementos básicos para su proceso de producción de carbonato sódico: sal (cloruro sódico)  y caliza (carbonato cálcico). Pese a su abundancia en diversos puntos cercanos, la obtención de estas materias primas no fue fácil y desde el principio se tuvieron que ensayar nuevos sistemas para la extracción. La sal provenía de Polanco y la caliza de la cantera de Rinconeda. Ésta funcionó hasta 1929. Hoy los dos lugares son un ejemplo de recuperación de un espacio natural después de las actividades extractivas. Polanco se repobló con cinco mil árboles de especies autóctonas y hoy aparece como un rincón encantador con la presencia de un pequeño lago y de fauna que ha hallado un entorno donde vivir. La cantera de Rinconeda se convirtió en un lago que ha sido escenario de diversas actividades lúdicas.

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La antigua cantera de Quintana, en Rinconeda, se transformó en un lago artificial. Aquí aparecen unos niños pescando en él en 1961.

En Torrelavega se han fabricado diversos productos. En 1933 se inició la producción de cloruro cálcico y dos años más tarde se inauguró allí una planta electrolítica para obtener sosa cáustica. En 1947 se inició la fabricación del primer cloro líquido y en la década de los 50 se comenzaron a elaborar diversos productos clorados. Aparte de la inclusión de nuevos productos en Torrelavega también se dejaron de producir algunos, como el PVC, en 1983, y los CFC (clorofluorocarburos), algo más tarde. En la actualidad en Torrelavega se producen carbonato sódico y derivados, cloro y productos clorados y sal. Los productos estrella son el carbonato y el bicarbonato sódicos, que encuentran nuevas aplicaciones.

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El complejo de Torrelavega, en Cantabria, en 2008 y casi un siglo antes. Al fondo, la chimenea, la central térmica y las torres refrigerantes.

En la fábrica de Martorell se producen cloro, sosa cáustica, hidrógeno, hipoclorito sódico y ácido clorhídrico. Para ello, tal como hemos explicado antes, se hace servir la sal procedente de Súria. Pero en el proceso de electrólisis para obtener el cloro se necesita mucha energía eléctrica. Procede en gran parte del parque de Rubí —una importante población cercana— y de una planta de cogeneración instalada en los terrenos de la fábrica. Como dato que da una clara idea tanto de la producción como de las necesidades de electricidad podemos decir que Solvay Martorell consume alrededor del 4% de la energía eléctrica industrial de Cataluña.

Otro producto estrella en Martorell es el PVC o policloruro de vinilo. Se trata de un polímero, es decir, de una larga cadena formada por unidades de una molécula llamada monómero. En el caso del PVC el monómero es el cloruro de vinilo, que obtiene por “cracking” (rotura) del dicloroetano a base de calor. Para este proceso se precisa el cloro que se obtiene en Martorell por electrólisis, oxígeno, que proviene de una planta de licuación situada muy cerca de la planta de Solvay, y etileno. Éste último viene de Tarragona a través de un “etilenoducto” de 90 kilómetros de longitud. El cloro y el etileno se mezclan para obtener dicloroetano. Ésta molécula se rompe por “craking” térmico para dar cloruro de vinilo y ácido clorhídrico. Éste último sería un residuo si no se aprovechara para que reaccionando con etileno y oxígeno vuelva a dar dicloroetano. Por su parte, millones de unidades de cloruro de vinilo se unen formando las largas cadenas del PVC.

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La fábrica de Martorell (Barcelona), líder en la producción de PVC, es la otra gran apuesta de Solvay en la península Ibérica.

Los sectores básicos a los que Solvay vende sus productos son, en primer lugar, el de bienes de consumo, con un 28%, seguido por automoción con un 15% y construcción con un 14%. En el año 2012 Solvay España tuvo un volumen de negocio de 573 millones de euros.

La política medioambiental

Solvay destaca que el respeto al medio ambiente es uno de sus valores. Por ello en 1992 se adhirió al “Compromiso de Progreso”, que recoge los diez principios básicos de actuación responsable elaborados por la Industria Química. Desde entonces Solvay tiene el compromiso de adaptar todas sus actividades a los principios de sostenibilidad. Entre sus objetivos están: la calidad de unos productos respetuosos con el medio ambiente, la preocupación para desarrollar unos procesos limpios y seguros, la intensificación del reciclado y de la recuperación y la prevención de accidentes. Por ello sus principales fábricas se acogieron a las certificaciones voluntarias ISO 14001 y EMAS (Eco Management and Audit Scheme).

Solvay destaca que la preocupación por el medio ambiente ya existía muchos años antes en la empresa. Como actuaciones concretas cita las obras para reducir la contaminación atmosférica, el uso, en varios generadores, de gas natural para reducir las emisiones de dióxido de carbono y de otros compuestos como óxido de azufre y la instalación de microfiltros para evitar el envío a la atmósfera de cenizas producidas por la quema de carbón.

En cuánto a los residuos sólidos, destaca el emisario submarino construido en el año 2000 para que los lodos de caliza provenientes de la fabricación de carbonato sódico viajen hasta a un kilómetro de la costa y allí se dispersen en el mar. Estos lodos, que no son tóxicos, se conducían desde 1960 a las proximidades de la playa de Usgo. Finalmente, también son destacables los planes de recuperación paisajística que antes se han comentado, como la restauración de antiguas canteras una vez terminada su explotación. De esta forma se recuperan unos espacios tanto para el fomento de la biodiversidad como para el uso recreativo por las personas.

Muy ligado al medio ambiente se halla el uso de energía. Como hemos dicho, el progresivo paso de carbón a gas natural ha permitido reducir las emisiones que causan el efecto invernadero. Pero también se ha promovido la cogeneración, un proceso en el que se aprovecha mucha parte del calor generado en una central térmica que, en vez de disiparse, sirve para producir electricidad. De esta forma aumenta la eficiencia del proceso. Junto a estas medidas, la eficiencia en todos los procesos y el ahorro energético sirven al objetivo de usar menos energía y de forma más eficiente.

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Investigador realizando un test. Ya desde sus inicios, la I+D ha sido un elemento básico en el proyecto empresarial de Solvay.
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Operadores de producción supervisando el correcto funcionamiento de la planta. La seguridad es otro de los vectores clave, junto a una preocupación constante para ofrecer productos de la máxima calidad a un precio competitivo que beneficie al cliente.

El respeto por las personas

Al explicar la historia de Solvay ya hemos comentado la sensibilidad social del fundador, Ernest Solvay. En Solvay Ibérica se mantiene este espíritu de facilitar el bienestar de los trabajadores y sus familias. Así, ya en 1909, una vez inaugurada la fábrica de Torrelavega, se solicitó permiso para construir un grupo escolar, una casa cuartel para la guardia Civil, un barrio para los obreros y otro para los empleados. En 1908 se creó la Caja de Socorros para ayudar a los trabajadores y a sus familias en caso de accidente o enfermedad y también se implantó la jornada de ocho horas —algo que tardaría en ser obligatorio por ley—, mientras las vacaciones pagadas se instituyeron en 1914.

Pero junto a esta preocupación social, Solvay destaca por su intención de favorecer al máximo la formación de sus trabajadores. Cada trabajador dedica anualmente una media de 75 horas a su formación. Para Solvay éste es un valor que no sólo repercute en el trabajador, sino también en el conjunto de la empresa. Lo que se inculca desde Solvay no es sólo la necesidad de formación y de mejora individual, sino también la integración en un equipo y la voluntad de hacer propuestas innovadoras. Como para todo ello la comunicación interna es básica, en 1955 se creó la revista “La Fábrica”, que proporciona a los trabajadores de Torrelavega información sobre la empresa y sus actividades. La revista, con los lógicos cambios de diseño y contenidos, sigue publicándose en la actualidad.

Solvay destaca que, como fruto de toda esta política, la empresa fue incluida en 2003 en la lista de las 25 empresas más deseables para trabajar (Great Place to Work) y en 2007 recibió el sello de calidad “Empresa Top para trabajar”.

El pilar de la innovación

Volviendo al campo estricto de la producción, Solvay destaca como uno de sus pilares la innovación. Por una parte, se trata de mejorar los procesos y los productos y de hallar nuevos usos o maneras más efectivas de utilizar las sustancias fabricadas. Un ejemplo es el uso de un producto tan tradicional como el bicarbonato sódico como complemento en alimentación animal.

En muchos casos, la innovación tiene una relación directa con el medio ambiente. Así, Solvay participa activamente en el desarrollo de la Química verde. Esta tendencia, de nacimiento reciente, se rige por los principios de reducir al mínimo el impacto ambiental de los procesos químicos industriales, disminuyendo la producción de residuos o utilizándolos en otros procesos, no usando sustancias peligrosas o tóxicas o imitando procesos naturales que aumenten la eficiencia de la síntesis.

En el caso de Solvay, su innovación en química verde se basa principalmente en el estudio de los siguientes procesos: cadenas de producción basadas en recursos agrícolas para obtener piensos minerales o sintéticos, procedimientos biotecnológicos basados en hidratos de carbono o en fotosíntesis más que en materias primas de origen fósil,  obtención de nuevos polímeros a partir de azúcares o de aceites vegetales, síntesis de nuevos productos a partir de la fragmentación de biomasa por medios químicos o biotecnológicos y recuperación de dióxido de carbono a partir de nuevas tecnologías.

Solvay también desarrolla, a nivel mundial, nuevos materiales para obtener energía solar. Se trata de células fotovoltaicas orgánicas, es decir, basadas en compuestos distintos al habitual silicio y que pueden mejorar las prestaciones por su poco peso, plasticidad y versatilidad.

Un proyecto destacado, no sólo por su importancia técnica sino por su impacto en diversos ámbitos, es el  Solar Impulse, nacido por el empuje de los pilotos Bertrand Piccard y André Borschberg. Solvay se convirtió en 2004 en un socio principal de este proyecto cuyo objetivo es construir un avión que funcione sólo con energía solar y que sea capaz, con esta fuente de combustible, de dar la vuelta al mundo sin escalas. Solvay contribuye con un gran número de piezas fabricadas a partir de los productos químicos que sintetiza.

Sin duda, que un avión pueda volar día y noche sólo con energía solar es un hito tecnológico que requiere no sólo la máxima eficiencia en la transformación de la radiación solar en su fuerza motriz sino también la capacidad de almacenar esta energía para volar cuando no le llegue la luz de nuestra estrella. Más allá del proyecto en sí, el Solar Impulse puede dar un empuje muy significativo al aprovechamiento de la energía solar y, por tanto, de una fuente renovable. El reto del primer vuelo circunterrestre está previsto para el año 2014.

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Pasado y futuro en Solvay, junto al recuerdo de algunas ofertas antiguas, presentación del Solar Impulse, el avión capaz de volar día y noche impulsado únicamente por energía solar, equipado con más de un centenar de piezas fabricadas con productos de la compañía.

 

Más información:
www.solvay.com