Consejos prácticos al hablar en público para disfrutar y ser eficaces

Consejos prácticos al hablar en público para disfrutar y ser eficaces

abril 23, 2024 Desactivado Por María Muñoz Roca
Silvia Leal

María Muñoz Roca

María Muñoz Roca es licenciada en Administración y Dirección de Empresas por la Universitat Abat Oliba CEU, titulada en Ciencias Empresariales por la Universitat de Barcelona y master en Marketing por Esade Business School. En la actualidad es entrenadora en Habilidades Directivas en MRC International Training. Más de 2.000 alumnos y participantes, en los últimos once años, han asistido a sus clases de Presentaciones en Público, Liderazgo, Inteligencia Emocional, Trabajo en Equipo, Gestión del Tiempo y Creatividad. Sus clientes principales son Nestlé, Telefónica Movistar, TOUS y Gas Natural Fenosa; e imparte también la docencia en Universidades y Escuelas de negocios como: Universitat Abat Oliba CEU, Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), EAE-Escuela de Administración de Empresas y el IED-Centro de Estudios Financieros.

¿Cómo eliminar el miedo escénico y cómo definir el objetivo de una presentación en público?

1. Definir el objetivo de la presentación

«No hay viento favorable para el barco que no sabe dónde va». Séneca

Tengo que plantearme cuál es el objetivo, para qué hago esta presentación, qué quiero conseguir.

El objetivo de mi presentación puede ser…

  • Informar
  • Ayudarles a Reflexionar
  • Concienciarles de que es importante prepararse bien
  • Que mejoren sus presentaciones
  • Darles técnicas
  • Que aprendan a comunicar
  • Darme a conocer
  • Que se lo pasen bien, se diviertan y aprendan…

Uauhhh!! Vaya objetivo más ambicioso!!!

El Objetivo Global es Disfrutar y sobre todo, Hacer Disfrutar. Estudios recientes han demostrado que la mejor forma de aprender es divirtiéndonos. Daniel Goleman, en su libro Liderazgo (febrero de 2013), nos indica que en momentos de aburrimiento nuestro cerebro no es capaz de aprender. Literalmente comenta: “Cuando los alumnos no están ni atentos ni contentos en clase solo absorben una pequeña parte de la información que se les proporciona”. Si conseguimos que el público se divierta, casi automáticamente estamos haciendo realidad los otros objetivos: nos escucharán, aprenderán técnicas, mejorarán y reflexionarán sobre nuestro tema. Es imprescindible que captemos su atención y debemos hacerlo con creatividad, sorprendiéndolos, divirtiéndolos.

Y si yo veo cómo mi público disfruta, la “inyección” de adrenalina es inmediata. Y yo me entrego más, me sumerjo en la presentación, disfruto al máximo. Y si yo disfruto, ellos se contagian y viceversa. En el libro El contagio emocional, los psicólogos John T. Cacioppo, Elaine Hatfield y Richard L. Rapson ratifican que debemos esparcir sentimientos positivos hacia los demás, porque los sentimientos de los demás nos afectan del mismo modo que los nuestros les afectan a ellos. De alguna manera, el público nos “imita” en nuestras emociones. Si nosotros disfrutamos, ellos también. Las responsables de esta “imitación” son las llamadas neuronas espejo. Moldean nuestro comportamiento y hacen que las emociones fluyan de una persona a otra. Nos activan la comunicación empática y generan una respuesta de retorno ante un estímulo exterior. ¿Quién no ha bostezado de repente cuando un compañero lo hace? Si nosotros proyectamos positividad, optimismo, alegría, nuestro auditorio se contagiará de nuestro estado de ánimo, disfrutará y aprenderá. Parece fácil ¿verdad? Es fácil, siguiendo algunos pasos.

Me pregunto cómo puedo conseguir que mi cliente disfrute. ¿He dicho mi cliente? Sí, mi cliente. Me gusta considerar a mi público como mi cliente. Le estoy dando importancia. Tengo respeto por mi cliente y por tanto, tengo que prepararme bien.

En este libro, todos los capítulos están enfocados a realizar una presentación excelente que implique a nuestro auditorio y le haga disfrutar. Cuanto mejor me prepare, más garantías de éxito. El ingrediente más importante en la preparación será la creatividad: romper los esquemas tradicionales, arriesgar, atreverme a probar fórmulas nuevas, priorizar las necesidades del público frente a las mías personales. La creatividad nos ayudará a encontrar nuevos caminos para conectar con el público y hacerle disfrutar. Recordad que todos somos creativos, simplemente debemos trabajar y esforzarnos hasta encontrar la mejor idea.

Dentro del objetivo global hemos dicho que es importante que YO disfrute. Por cierto, si el título de este libro te ha llamado la atención, quizá sea porque te gustaría disfrutar un poquito más en tus presentaciones…

Tras el objetivo global, los objetivos específicos. Como apuntábamos al inicio de este capítulo, debo definirlos en base a qué quiero conseguir con mi presentación. Y por supuesto, dependerán de cada ponencia:

  • Captar socios para mi organización
  • Presentar un nuevo producto
  • Animar a mi equipo comercial
  • Recaudar dinero para un fin social
  • Ganar credibilidad ante mis nuevos compañeros
  • Defender una ideología
  • Cambiar una percepción
  • Generar nuevos hábitos
  • Aprobación de mi Plan Estratégico
  • Obtener más presupuesto

Aquí tú me tienes que ayudar, por favor. ¿Quién mejor que tú sabe por qué hacemos esta presentación al comité directivo, por qué te han invitado a una ponencia, por qué estás delante del cliente? Mi recomendación es que limites el número de objetivos a uno si es posible. Un objetivo específico significa plena concentración en él, evitar ambigüedades, centrarse en lo importante. Muchos objetivos suelen complicar la comprensión del mensaje y facilitan que cada asistente decida por sí mismo qué objetivo es más importante. Recuerda siempre que el objetivo está enlazado con la persona o personas a quienes diriges la presentación. No debe ser solo tu objetivo. Debe ser tu objetivo con respecto a un público en concreto.

Recuerdo que en mi etapa profesional en publicidad, cuando trabajaba en la agencia elaborando la estrategia de comunicación de los anunciantes, resultaba difícil tener un único concepto a comunicar a los consumidores. En nuestras reuniones, el cliente siempre consideraba que su producto o servicio tenía grandes beneficios que debían ser comunicados: Si se trataba de una comida, seguro que era sabrosa, ligera, de calidad, digestiva, económica,… ¿Cómo decirlo todo en un spot de televisión de veinte segundos? El gran experto en publicidad televisiva, Rosser Reeves nos convenció de que cada anuncio debe comunicar un único concepto de venta. Le llamó USP y significa una Única Propuesta de Venta, es decir, un único beneficio, que sea diferencial y que impacte a tu consumidor. Bien, trasladado a nuestro tema, tengamos un objetivo claro para cada presentación. Un único objetivo, bien definido. Y siempre que sea posible, mejor escribirlo porque nos ayuda a visualizarlo y a trabajar en la dirección correcta.

2. ¿Cómo eliminar el miedo escénico y disfrutar más?

«La vida es maravillosa si no se le tiene miedo». Charles Chaplin

Despídete de esas noches en vela antes de una presentación importante, de ese tremendo dolor de cabeza que te invade minutos antes de salir al escenario, del sudor frío que recorre tu cuerpo…

Lo primero que tenemos que hacer es eliminar nuestras “Creencias Limitantes” relacionadas con el hablar en público. ¿Creencias limitantes? Sí, son aquellos pensamientos que nos “autoconvencen” de que no somos capaces de realizar un acto determinado. Una creencia limitante es como una etiqueta que te has colocado a ti mismo. “Yo no soy bueno al hablar en público”, “Me cuesta mucho expresarme”, “Yo noto que la gente no me entiende bien”, “Siempre me tiemblan las piernas y tartamudeo”…. Estos pensamientos hacen que dejemos de intentar mejorar. Huimos de las posibilidades de mejora. Las creencias limitantes pueden cambiarse, por supuesto. ¿Es fácil? ¡No! Porque es una opinión que nos hemos creado sobre nosotros mismos y cuando la cambiamos es como reconocer que hemos estado equivocados, que no teníamos razón. Por tanto, nuestro subconsciente se resiste. Y nuestro consciente también. Debemos hacer un esfuerzo y prepararnos para el cambio. Lo más importante es querer cambiar, querer mejorar. En nuestro caso, cabe preguntarse ¿Qué debo hacer para superar el miedo escénico? ¿Cómo me preparo? Y ponernos en marcha

Una buena preparación elimina el miedo escénico. También es importante, como hemos comentado, tu actitud positiva, visualizar tu éxito. Evita anticipar el fracaso con expresiones como: “Y si me hacen una pregunta que no sé responder…”, “y si me bloqueo…”, “y si alguna persona sabe más que yo…” A estos “fantasmas” les llamo ¡Diálogo interno maldito! Aunque, por supuesto, hemos de pensar en qué pueden preguntarnos, en frenar a aquellos “boicoteadores”, etc. Profundizaré en ellos un poquito más adelante, al hablar de cómo empatizar con el público.

La preparación también incluye trabajar la respiración. Respirar lentamente, ser consciente de cómo entra el aire y oxigena nuestro cuerpo, expulsar el aire poco a poco. Tres respiraciones profundas nos llenarán de energía y a la vez, nos calmarán los nervios. Muy aconsejable siempre. No solo para tus presentaciones, sino para cualquier momento en que necesites renovarte.

¿Quieres conocer mis truquitos para ganar seguridad? Una vez más, todo se basa en la preparación y en la creatividad. A continuación, relaciono mis “truquitos” para que cada persona pueda utilizarlos en los momentos más adecuados:

1. Llegar 60 minutos antes del inicio. Tengo dos objetivos: preparo toda la logística y adapto el entorno a mis necesidades. En las formaciones en empresas, incluso cambio la ubicación de mesas y sillas, selecciono el lugar idóneo para colocar mi cámara de vídeo ya que quiero conseguir la mejor grabación, estudio el funcionamiento de las luces, compruebo el ordenador, la pantalla, altavoces, etc. Ya sabéis, Murphy está siempre presente y hay que evitar que “se manifieste”. Sí, realmente la Ley de Murphy es mi gran aliada. Como sabéis, esta ley dice “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. ¿Cómo combatirla? ¿Cómo evitar que algo salga mal? Con mucha preparación, considerando todas las posibilidades. Y también, muy recomendable, deberás tener un plan B o incluso un plan C. Siempre que es posible, recibo uno a uno a los participantes a medida que van entrando en la sala. “Hola, soy María Muñoz. ¿Tu nombre? Un placer conocerte, ¿Has visto el contenido de la formación? ¿Y hay algún tema concreto en el que te gustaría profundizar? ¿Cuál es tu experiencia? ¿Vives en esta ciudad?”. Por supuesto, no hago un cuestionario a cada asistente, simplemente, intento conocerlos un poco a nivel personal y a su vez, acercarles a mí. Porque de esta forma, a lo largo de la ponencia, se atreverán más a preguntar y a participar.

2. Mucha interacción con el público: Si me he preparado a conciencia, tendré información del público y además, como he charlado de forma informal antes del inicio de la presentación, también he podido conocerlos un poquito mejor. Por tanto, puedo hacer referencia empáticamente a sus experiencias y así, una vez más, los hago protagonistas. De esta forma, reparto el peso de la presentación. ¡Ellos son actores como yo! Les hago participar, les animo a preguntar, salen al escenario conmigo, colaboran y sobre todo, disfrutan. ¡Somos un equipo! Y el éxito de la presentación depende de cada uno de nosotros. ¿Te ha sorprendido la palabra “actor”? A mí me ayuda a relajarme pensar que estoy cumpliendo un rol, que tengo una misión cada vez que hablo frente a un público. Soy una actriz que se ha preparado, ha ensayado y está dispuesta a darlo todo por su audiencia.

3. Conectado con el punto anterior, es importante adaptar la ponencia a las necesidades específicas del público, “personalizar” nuestras palabras, poner ejemplos cercanos a sus realidades. Si conozco a qué empresas pertenecen, investigo previamente su situación. Si es posible, las visito, conozco sus productos, su historia, etc. ¡Quedaríais maravillados al ver sus caras cuando hablas de su día a día! Si el ponente se ha interesado por ti, por tu empresa, es más fácil que te dedique su atención y que conectes emocionalmente con ellos.

4. Preparo una Flor Mental de mi ponencia que me ayuda a definir correctamente la estructura y el tiempo que debo asignar a cada parte de la presentación. Es un guión visual, resumido en una sola página, que puedo consultar en cualquier momento y me da seguridad (¡evita los bloqueos mentales!). Permíteme que profundice en la Flor Mental más adelante.

5. Mantengo el espíritu positivo. Voy a hacer todo lo que esté en mis manos. Y voy a ser consciente de que es difícil gustar a todos y saberlo todo. Por tanto, mi actitud humilde me ayudará a aceptar un posible fracaso, analizar sus causas y aprender de él. Quizás estés pensando “Suena muy bien. La teoría también me la sé yo. ¿Qué pasa cuando cometes errores, la presentación sale mal, no cumples las expectativas?” Estoy de acuerdo contigo. La teoría y la práctica son diferentes. Cuando alguna presentación o formación no ha sido bien valorada, mi corazoncito se encoge y mi estado de ánimo se resiente. Me cuesta mantener la alegría… unos minutos… quizás un día entero… Después me pregunto qué ha pasado, repaso qué he hecho, me planteo qué debería haber hecho y sobre todo, qué haré la próxima vez para mejorar. Es importante aceptar los errores, perdonarse y mirar hacia delante. Si perteneces al grupo de “los perfeccionistas”, seguro que sufres mucho con los errores y te resulta difícil aceptarlos, incluso quizá tiendas a enmascararlos. Te propongo pasarte al grupo de “los excelentes”: significa que lo harás lo mejor posible, permitiéndote algún desliz, alguna “imperfección”. Ya me contarás.

6. La Desatención Voluntaria. Éste es un fenómeno que aplico en todas mis ponencias y formaciones prácticamente de forma natural. Por supuesto, antes de empezar, mi mente está ultimando todos los detalles, incluso atiendo otros temas de mi entorno: llamadas de algún cliente, temas personales, enviar algún email… Hasta aquí —debes pensar— todo es lógico. Todos lo hacemos, ¿verdad? La diferencia estriba en que cinco minutos antes de empezar, me desconecto de todo lo que no tiene que ver con la ponencia o formación. No atiendo otros temas. Puedo recibir algún mensaje, aunque solo responderé si es algo extremadamente urgente. Mi familia, mis clientes y mis compañeros lo saben. Cuando estoy en una formación o en una presentación no estoy para nadie. Es una desconexión totalmente voluntaria que me ayuda a concentrarme al 100% en lo que va a venir: mi público, los contenidos, las incidencias, etc. Estoy atenta al mínimo detalle de lo que está pasando en la sala. Todos mis sentidos tienen un único foco: la presentación. Realmente la Desatención Voluntaria es parte del éxito. Hoy en día, es dificilísimo conseguir la plena concentración, porque las últimas tecnologías nos “interrumpen” continuamente. “Pip”: entra un email. “Ring”: una llamada al móvil. “Pst”: entra un whatsApp. “Linn”: un SMS. Por favor, el móvil en silencio, las alertas y alarmas del calendario también. Nos merecemos realizar un buen trabajo sin interrupciones. Tenemos pleno derecho a realizar nuestra ponencia de forma excelente, y ello implica que el ponente, y también el público, deben estar con sus facultades funcionando al máximo. Por ello, también pido siempre que el público desconecte móviles y ordenadores y aprovechen “el lujo” que supone dedicarse unas horas a ellos mismos, a aprender cosas nuevas, a compartir, a debatir, a descubrir, a investigar, a relacionarse.

Seguramente estarás pensando: “Bien, cuando tenga que hacer una presentación, repasaré estos puntos para aplicarlos”. Yo te propongo algo diferente: empieza a practicar desde mañana mismo. Para ello, no esperes a que alguien te proponga hacer una preparación. ¡No! Toma la iniciativa. Acércate mañana a tu director y dile “Me gustaría hacer más presentaciones. Necesito practicar para mejorar”. Y espera la respuesta. A mis alumnos profesionales les digo que deben presentarse voluntarios para hacer aquellas presentaciones que nadie quiere hacer. ¿Sabéis qué me responden?: “¡Estás de broma!”. ¡No! Márcate una fecha y empieza a preparar tu próxima presentación. Así podrás poner en práctica aquellos trucos y herramientas de este libro que consideres se adaptan a tu forma de ser. Y lo primero que te propongo es preparar tu “estrategia de motivación”. En El libro grande de la PNL, Allan Santos y Enric Lladó nos explican cómo cambiar tu percepción sobre algo que normalmente no te apetece realizar. Cómo conseguir aumentar tu percepción para hacer algo que anteriormente no te apetecía, o te resultaba difícil. Por ejemplo, una presentación. El primer paso es plantearte por qué te cuesta, qué pensamientos vienen a tu cabeza cuando has de realizar una presentación: ¿Miedo escénico? ¿Imaginas que no te salen las palabras? ¿Sientes ya ese sudor frío que recorre tu cuerpo? ¿Estás viendo a ese jefe que te intimida haciéndote una pregunta difícil?… Estas escenas, imaginarias, que vienen a tu mente son tu “Estrategia de desmotivación”. ¡Sí! Aunque no lo creas, tus propios pensamientos te están alejando del éxito, te estás hablando de forma destructiva, estás anticipando el fracaso. Por supuesto es una estrategia equivocada. Deberás realizar el ejercicio contrario: visualizarte realizando la presentación con soltura, con seguridad, ver las caras de tu público asintiendo y aplaudiendo tus palabras, verte a ti mismo recibiendo felicitaciones, satisfecho al finalizar la presentación. ¿Qué te parece? Si traes estas imágenes de plenitud a tu mente, te sentirás con ganas de hacer la presentación. Tu mente y también tu cuerpo responderán positivamente a este reto. Para que estos pensamientos se conviertan en un hábito, debes “anclarlos”. Significa que hay que recrearlos mentalmente tres veces para que consigan desbancar a todos los pensamientos negativos que solían aparecer cuando antes te enfrentabas a una presentación. Por tanto, a partir de este momento, te apetecerá hacer presentaciones porque valorarás todas las experiencias fantásticas que representan estar delante de un público. Y, además, sabes que vas a disfrutar y que ellos también disfrutarán con tu charla. Recuerda, la estrategia de motivación te ayudará a perder el miedo escénico. Es más, ahora querrás presentarte voluntario ¡para practicar, mejorar y disfrutar!

¿Recuerdas con una sonrisa momentos de tu niñez? ¡Son anclajes positivos! Son hechos importantes que te han marcado en tu pasado y que te aportan felicidad de forma instantánea al recordarlos. ¿Qué te parece tener anclajes positivos para reforzar tu autoestima y eliminar el miedo escénico cuando tengas una presentación?

Cierra los ojos y piensa en una presentación en la que disfrutaste, en una sobremesa con amigos en la que llevabas la voz cantante, en una charla informal en la que hablaste con comodidad y con seguridad. Ahora realiza el anclaje. Asocia esa experiencia positiva a un color o a un gesto —pellízcate en la muñeca por ejemplo—. Puede parecer magia. Se trata de programación neurolingüística. Estás hablando a tu cerebro y a tu cuerpo. Cuando practicas cinco o seis veces este anclaje, consigues consolidarlo. Y en aquellos momentos difíciles, cuando sientes que llega la ansiedad, repite el anclaje y recuperarás la autoconfianza. ¡Pruébalo!



Extracto de la obra ¿Disfrutas comunicando? Los 3 Pasos Creativos para mejorar tus presentaciones. Dobleerre Editorial, 2014