Comunicación en grupo

Comunicación en grupo

julio 9, 2013 Desactivado Por inQualitas
Mónica Pérez de las Heras
Mónica Pérez de las Heras es periodista y comunicadora, especializada en programación neurolingüística e inteligencia emocional. Ha sido directora de comunicación de diferentes organismos y entidades públicas y privadas. En la actualidad, se dedica a enseñar oratoria y comunicación con PNL e imparte cursos, conferencias y seminarios por todo el mundo, además de colaborar con diferentes medios de comunicación. Tiene muchos años de experiencia hablando en público y es profesora de algunas de las más destacadas escuelas de negocios.

Comunicación en grupo

En el libro Comunicación para ejecutivos, de Arturo Gómez Quijano, el autor distingue, lo que denomina, las tres distancias de la comunicación en las organizaciones, explicando que la corta es la que se desarrolla en el cara a cara, la distancia media es la que se efectúa ante un público lo que denominamos comunicación en grupo u oratoria, y la larga es la que tiene lugar a través de los medios de comunicación, por ejemplo, los portavoces que hablan en las ruedas de prensa; su objetivo final es llegar a los oyentes, que son los más lejanos. En este capítulo trataremos lo relacionado con la distancia media, de la que habla Gómez Quijano, aunque algunas de las indicaciones también sean pertinentes para la larga.

En la actualidad, hablar en público es una auténtica necesidad para la mayoría de los profesionales. La comunicación en grupo es tan habitual que cada vez hay más personas que apuestan por aprender sus claves, de manera que cualquiera de nosotros puede hacerlo. Lo que yo he podido comprobar, a través de mis cursos de oratoria y comunicación con PNL, es que cada ser humano tiene sus cualidades para hablar en público; hay gente muy natural, o con buena presencia o una estupenda voz o una adecuada gesticulación o una forma correcta de argumentar, sólo hay que extraer ese algo y practicar.

La IE y la PNL constituyen, además, dos herramientas espléndidas para mejorar la oratoria; si las utilizas con tino, serás capaz de hacer que tus presentaciones en público seduzcan a tu auditorio. ¿Que cabe la posibilidad de que surjan imprevistos? Sí, claro, y también hay que saber salir de ellos. Recuerdo una vez que casi me linchan. Me invitó un ayuntamiento esta vez no voy a decir el nombre del lugar para dar una conferencia sobre ecología, «habla de lo que tú quieras», me dijeron. Y a mí, no sé por qué, no se me ocurrió preguntar quién era el público. Yo había hecho por aquel entonces un informe sobre los parques zoológicos de España, así que decidí hablar sobre ello. Cuando comencé a exponer el tema y eso que yo estaba siendo muy crítica con estas instituciones, me encontré con que el auditorio era un grupo de animalistas radicales, que no estaban a favor de los zoos. ¡Casi me matan! Recuerdo que mi madre estaba entre el público y ni se atrevió a decir que lo era. De repente, me pareció verla esa fue mi percepción del lado de los animalistas, gritando a su propia hija: ¡Fuera, fuera! Casi no salgo de allí y, desde entonces, tengo dos cosas muy claras, saber a quién voy a hablar cuando me contratan para ir a un evento, y no llevar más a mi madre.

A lo largo de estos epígrafes vas a encontrar información muy útil para mejorar tu comunicación en público. Algunos de ellos se refieren al lenguaje verbal, otros al no verbal y también la aplicación del lenguaje paraverbal a la oratoria. Además, encontrarás claves para huir de las dificultades mentales, que nosotros mismos nos creamos, a la hora de exponernos ante otras personas y cómo disfrutar de esta actividad. Te sugiero que veas unos cuantos vídeos, disponibles en la Red, que te ayudarán a comprender mejor lo que aquí se explica y dónde podrás encontrar a ese orador que más te guste para modelarlo con posterioridad. Y ya sabes que, después de leerlo, sólo te queda practicar.

Empápate de los grandes discursos de la historia

¿Qué discurso darías si fueras a morir? El 18 de septiembre de 2007 Randy Pausch, un profesor universitario, tenía previsto dirigirse a 400 estudiantes de la Universidad Carnegie Mellon (Pensilvania, Estados Unidos) para cumplir con una tradición académica denominada la última conferencia. Lo que nadie se esperaba es que comenzase su intervención con un anuncio: tenía cáncer de páncreas y los médicos le daban entre tres y seis meses de vida. «Es lo que es y no podemos cambiarlo», aseguró, antes de afrontar la charla con un humor y sentido común espectaculares. Su charla llevaba por título Cómo cumplir verdaderamente los sueños de tu infancia, refiriéndose a sus seis quimeras infantiles, y cómo éstas, poco a poco, se habían ido cumpliendo en mayor o menor medida. Tras mostrar sus radiografías, Pausch continuaba la conferencia haciendo flexiones delante del público para demostrar su fortaleza física: Estoy en mejor forma que muchos de vosotros, exponía. Una de las mejores frases del discurso es la siguiente: «Tras doctorarme, mi madre me presentaba así: Éste es mi hijo. Es doctor, aunque no de los que ayudan a la gente». Murió diez meses después de dar su conferencia, el 25 de julio de 2008, en su casa de Virginia. Por cierto, su madre le sobrevivió y está claro que se equivocó por completo pues su hijo ha ayudado, con su última clase, a mucha gente. Gracias a YouTube, esta entrañable conferencia se ha convertido en un éxito mundial y es uno de los mejores discursos de la era Internet.

Si te recuerdo frases como «Puedo prometer y prometo», «Tengo un sueño», y «No preguntes lo que tu país puede hacer por ti» seguro que reconoces que pertenecen a Adolfo Suárez, Martin Luther King y John F. Kennedy respectivamente. Fragmentos de discursos que han quedado incrustados en nuestra memoria y que forman parte de la historia de la Humanidad.

Se dice que, para hablar bien, hay que saber escuchar. Y qué mejor que fijarse, como nos dice la PNL en los comunicadores que han alcanzado la excelencia. Por supuesto, hay múltiples opiniones sobre cuáles han sido los mejores oradores. Hay gente que se decanta por los clásicos: Demóstenes, Pericles o Cicerón; otros prefieren destacar la visión patriótica de Abraham Lincoln, George Washington, Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt, Robert o John F. Kennedy: algunos consideran que los mejorestextos son los que movieron al mundo en pro de los derechos humanos, como los de Nelson Mandela, Martin Luther King o Gandhi. Lo cierto es que hay un buen número de alocuciones que han hecho historia, y es fascinante leerlas y aprender de cada una de ellas. Hay discursos muy emotivos, como el de Robert Kennedy al morir Martín Luther King (1968). Cuando el líder negro fue asesinado, Bobby estaba a punto de comenzar un mitin y tuvo que dar la noticia del fallecimiento de King a los miles de personas que en aquel momento se habían reunido para escucharle. Hay textos muy breves aunque muy efectivos, como el de Gettysburg (1863), de Abraham Lincoln; otros complicados como el de Bill Clinton (1998) cuando confesó al pueblo americano que había tenido una relación inapropiada con la señorita Mónica Lewinsky o declaraciones ante el juez, como la de Nelson Mandela (1964) antes de entrar en la cárcel y muchos otros.

En la mayoría de las ocasiones, detrás de una bella retórica, detrás de unas rotundas palabras, no está sino la mano de un escritor de discursos profesional (speechwriter), que prepara para el político de turno sus palabras para la historia. Ese es el caso de Ted Sorensen, quizá el más famoso del mundo, puesto que se dice que fue él quien hizo el popular discurso de investidura de Kennedy. En la actualidad, la mayoría de los políticos cuentan con personal especializado, periodistas o abogados, que escriben sus textos.

Aunque seas de los afortunados, que disponen de una persona que te diseña los discursos, siento decirte que no está todo hecho. Si quieres triunfar,… hay que practicar. Como dice ese refrán popular: «Sólo en el diccionario está el éxito antes que en el trabajo». Y una buena forma de empezar es aprender de quienes lo hacen bien, ¡así que, elige los discursos que quieras y comienza a leer!, también es posible contemplar muchos vídeos de éstos en la Red.

Aprovecha cada oportunidad de hablar en público

«Yo me convertí en un excelente orador público porque, en lugar de una vez a la semana, me comprometí a hablar en público tres veces al día. Mientras que otras personas de mi organización se impusieron hablar cuarenta y ocho veces al año, yo hacía eso mismo en apenas dos semanas. Así pues, al cabo de un mes, ya había adquirido dos años de experiencia. Y un año más tarde, ya tenía diez». El autor de este párrafo no es otro que Anthony Robbins, uno de los más importantes oradores motivacionales del mundo que aplica la PNL con públicos de más de 8.000 personas. Él indica que lo suyo no ha sido una cualidad innata, sino una cuestión de perseverancia de manera que, cualquiera que se lo proponga, puede conseguirlo. Así lo cuenta en su libro Controle su destino.

Tiene razón Robbins cuando explica que la capacidad de hablar en público no es innata. Si bien es cierto que hay personas que tienen más facilidad de palabra, o una voz más imponente, o mayor capacidad de síntesis, o más gracia a la hora de contar algo, lo que suelen tener a sus espaldas es, sobre todo, mucho trabajo.

Aunque no tengas ambiciones políticas que también las podrías tener, hablar en público de forma exitosa siempre te vendrá bien. Ahora, en el mundo de la empresa, la administración, la comunicación, o en cualquier otro ámbito, expresarse con corrección y transmitir tus mensajes ante un auditorio está muy valorado, desde el punto de vista profesional. También es útil para tu vida social. Hablar en las reuniones de la comunidad de vecinos, hacer un brindis en una fiesta, preguntar una duda en un seminario o decir unas palabras en el funeral de un amigo, todo ello será más fácil para ti si conoces las técnicas de la oratoria.

Por lo tanto, lo importante de la comunicación en grupo es tener la voluntad de decir que sí cada vez que nos ofrecen la posibilidad de hablar en público. Como les digo a los alumnos en clase: «Tú di que sí cuando te lo ofrezcan, luego ya te encargarás de prepararlo de manera adecuada». Como dice Robbins: «La repetición es la madre de toda habilidad».

 

Saborea las tres claves de la oratoria

En diciembre de 2007, Jeremy Rifkin, un gurú de la lucha contra el cambio climático, pronunció una conferencia en Madrid. A pesar de que se le había destinado un lugar preferente en la mesa presidencial del salón de actos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), él prefirió bajar del estrado, y con el único recurso de un micro inalámbrico, comenzó a hablar. Antes de ello, como una estrella mediática, que es, posó unos minutos para los fotógrafos, advirtiendo que no permitía que se le tomaran imágenes durante su alocución. En un momento dado, durante su charla, se vio perturbado por una joven que se movía entre el público como buscando un sitio para sentarse. O, al menos, eso es lo que el profesor Rifkin pensó que hacía, cuando, de repente, con voz muy seria, increpó a la chica, indicándole que se sentara. La joven, ante la regañina del orador, se escabulló por el pasillo, y sólo entonces éste comprendió que la chica, que corría despavorida, ahuyentada por él y mirada por todos, no era alguien que llegaba tarde, como él especuló, sino una de las azafatas del acto, que recogía las preguntas del público. Consciente de que había metido la pata, se disculpó con un gesto y continuó. Supo, pues, solventar su error.

Ahora que ya estás dispuesto a pronunciar un discurso, debes conocer las claves fundamentales para hablar en público con éxito. Para mí son naturalidad, humildad y corazón.

a) Naturalidad

Hace unos años, iba a participar en una mesa redonda en Sevilla. La mesa, que como es habitual a pesar del nombre, nunca es redonda, estaba situada en una tarima de más de 25cm de alto, y a mí me tocaba sentarme justo en una esquina. Como había más ponentes que sitio, cuando yo fui a colocarme, ubiqué fuera de la tarima una de las patas de la silla, con lo cual, en cuanto traté de sentarme, me caí al suelo con gran estrépito. En un primer momento, la reacción del público fue la de reírse ante la circunstancia.

Así que eso es lo primero que oí, mientras intentaba alzarme del suelo y levantar mi asiento. No obstante, la segunda reacción de la gente fue la más interesante, cuando me incorporé y reconocí mi torpeza, el auditorio se conmovió. Siendo natural, subsané el imprevisto.

El componente de espontaneidad de la naturalidad no debe olvidarse porque es el mejor aliado para salir de cualquier imprevisto. Sobre todo cuando metemos la pata. Ante cualquier eventualidad, en una charla, el público puede reírse en un primer momento, aunque después se solidariza con el orador y, cuando empatiza con él, piensa: «pobrecillo, lo que le ha pasado». Si uno sabe aprovechar el momento para exponer su naturalidad, se ha ganado a la gente. Esto es tan real, que hay oradores profesionales que saben utilizarlo cuando los espectadores están fríos y distantes. Un pequeño tropezón al entrar, al subir al estrado, unas risas por parte de la audiencia, una excusa suya, aludiendo a lo patoso que uno es, son motivos suficientes para meter a los asistentes en el bolsillo. Dice el DRAE que naturalidad es «espontaneidad y sencillez en el trato y modo de proceder». Sin embargo, la mayoría de los oradores de nuestro tiempo carecen de naturalidad. Sin darse cuenta aflora en ellos la necesidad de aparentar seguridad, tranquilidad, conocimiento, entre otros, y eso les torna un tanto artificiales. Imaginemos dos profesores. Uno entra en el aula cuando todos los alumnos ya están dentro, lo hace con semblante serio, se sienta en su mesa, prepara sus papeles, hace un ligero carraspeo y comienza a hablar. El segundo, llega con tiempo, los alumnos aún están entrando. Deja sus cosas en la mesa y se dispone a charlar con el primer estudiante que se encuentra: hola, soy fulanito. ¿Qué tal el curso? ¿Estáis contentos? ¿Cuál de los dos profesores habrá comenzado con mejor pie? Por supuesto, el segundo.

Actualmente, la naturalidad es tan exigua, que se ha convertido en un valor en alza y, quien la consigue, triunfa. De hecho, los grandes oradores de Estados Unidos ya no quieren dirigirse al público desde un atril o pertrechados detrás de una mesa. Huyen del formalismo y, como se señalaba antes, cogen el micrófono con una mano, y sus fichas en la otra, se bajan del estrado y hablan, mientras se mueven entre el público, interactuando con él. Esa proximidad física con el auditorio les hace más cercanos, más espontáneos, más naturales. Así que, ya sabes, sólo tienes que ser tú, es el mejor ingrediente.

b) Humildad

El 22 de mayo de 2007 disfruté de un buen ejemplo de humildad. El acto transcurría en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. La oradora era la doctora Jane Goodall, una primatóloga, especialista en chimpancés, que recibió el Premio Príncipe de Asturias en 2003. Es una de las científicas más importantes de la historia moderna, y sin embargo, si hay una característica que le identifique es la humildad. Aquella tarde ejerció su influjo sobre los oyentes de una manera muy especial. Más de 400 personas, en su mayoría gente joven, que conocían su historia, habían ido a escucharla. Con una aparente fragilidad, Jane Goodall se acercó al atril y comenzó su exposición. Y lo hizo, como es habitual en ella, imitando la llamada de los chimpancés en la distancia. Contemplar a una mujer tan importante −desde el punto de vista de la ciencia−, comunicándose con los espectadores, mientras imitaba el sonido de los simios, es una experiencia única. La sala estaba en absoluto silencio, y aquel sonido, que transportaba al rincón más profundo de la selva de Tanzania, llegaba en directo al corazón del auditorio. Su manera de hablar, tan pausada, transmitiendo una paz que le caracteriza, demostraron una humildad tal, que la gente salió de allí encandilada.

«Virtud que consiste en el conocimiento de nuestras limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con ese conocimiento», dice el DRAE que es la humildad. En una ocasión, mientras impartía clase en un pueblo de la Comunidad de Madrid, unos alumnos me confesaron que la profesora anterior había llegado el primer día, diciendo: «Desde luego, no sé cómo pueden vivir ustedes aquí, con lo lejos que está esto de todo». Por supuesto, pocas amistades hizo aquella mujer con los estudiantes, con quienes no fue capaz de empatizar en toda la semana que les dio clase; su superioridad le hizo granjearse el malestar de todos ellos. Es un error frecuente, entre los oradores, creerse superiores a las personas que les escuchan. Sólo, desde la postura del diálogo y la humildad, se sale victorioso de cualquier situación. En ese sentido, la PNL, con su premisa el mapa no es el territorio, lo deja muy claro, cada persona tiene derecho a opinar sobre las cosas, que no tiene por qué coincidir con la tuya, así es. Cuando das una conferencia, no vas a instruir, sino a compartir conocimientos y, como veremos más adelante, a hacer un servicio a los demás. Explica John Grinder respecto a esto:

«No puedo enseñarte nada, puedo proponerte un contexto para que aprendas»; y lo dice alguien que ha revolucionado el mundo de la psicología, la terapia, el lenguaje, la comunicación, entre otros. Quien se cree que posee la verdad absoluta cuando habla en público, no puede ser un buen comunicador.

c) Corazón

«Estos hombres enseñaron al pequeño francés, de sangre mezclada, que yo sentía por Francia y tenía el orgullo de ser francés. Este amor nunca se ha debilitado y este orgullo nunca me han abandonado. Son sentimientos que he callado y guardado para mí, durante mucho tiempo, como un tesoro escondido en el fondo de mi corazón, que no sentía la necesidad de compartir con nadie. Pensaba que la política no tenía nada que ver con mis emociones personales. Me imaginaba que un hombre fuerte debía ocultar sus emociones. Desde entonces, he comprendido que sólo es fuerte aquel que aparece en su verdad y que la Humanidad es una fuerza y no una debilidad».

Este conmovedor fragmento pertenece al discurso del 14 de enero de 2007, cuando Nicolás Sarkozy presentaba su candidatura a la presidencia francesa con el texto titulado He cambiado. Una disertación, creada en especial para él, donde desnudaba sus sentimientos y hablaba de emociones. El que había sido un ministro del Interior de Francia, serio y duro, se convertía en un hombre con sentimientos, y los reconocía delante de su público. Toda su presentación estuvo llena de alusiones a lo que había vivido, a sus experiencias vitales, de manera que consiguió hacerse cercano y más humano ante quienes le estaban escuchando. Fue un texto de mucho éxito, dirigido al corazón de los franceses.

Se dice que el ser humano, a pesar de nacer con dos hemisferios en el cerebro, el derecho y el izquierdo, comienza sus primeros años de vida utilizando el derecho; sin embargo, en el momento en que se inicia en la educación formal, es su hemisferio izquierdo el que empieza a desarrollarse, censurando, en cierto modo, al derecho. La expresión «los niños no lloran», no es sino un ejemplo de una creencia empleada durante años para decirles a los hombres que no deben mostrar sus emociones. Exponer lo que se siente ha sido considerado, durante mucho tiempo, como síntoma de debilidad; de ahí que, como decíamos en el capítulo correspondiente a la IE, nos cueste expresar nuestra emotividad. Saber expresar las emociones, e integrarlas en un discurso, es la manera más sencilla y directa de llegar a la gente. Las grandes intervenciones en público de la historia son las que han logrado tocar el corazón de los espectadores. Hoy en día, es raro el buen orador, el gran comunicador, que no incluya en su presentación anécdotas personales, vivencias propias, o historias de su vida. Y lo hace con un fin muy claro, acceder al interior de la gente, mostrándose como lo que es, una persona más.

Hay miles de ejemplos de discursos vacíos, en los que el ponente cuenta con frialdad lo que pretende, sin expresar nada ante un público que le mira aburrido. Los políticos españoles pecan de esto, de realizar una oratoria sin corazón. Pocas veces uno de nuestros políticos, sea del partido que sea, arranca, del público que le escucha, unos aplausos sinceros, emocionados.

En la actualidad, hay un orador que utiliza de manera magistral las tres claves de la oratoria, que aquí comento, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. En un mismo discurso es capaz de hacerte reír y llorar, como el que realizó en el Congreso, el 24 de febrero de 2009, un mes después de llegar a la Casa Blanca. Y uno de los textos que quedarán para la historia, y que merece la pena leer, es el discurso de la Raza, pronunciado, por el entonces candidato, el 18 de marzo de 2008 en Filadelfia. En realidad el texto se llama Una unión más perfecta y lo que hizo fue hablar de la problemática del racismo entre blancos y negros como ningún político americano había podido hacer, siendo blanco y negro a la vez.

Otro ejemplo, de lo que estamos comentando, es la película Una verdad incómoda (2006), del premio Nobel de la Paz y ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore. Es un documental sobre las presentaciones que este orador va realizando por todo el mundo. En su discurso, que pretende sensibilizar al planeta sobre los peligros del cambio climático, sabe utilizar muy bien las emociones. Tan pronto proporciona numerosos datos, que prueban la realidad del problema, como explica anécdotas de su infancia, lo que sintió cuando su hijo fue atropellado por un automóvil o unos dibujos animados que hacen reír a todos. Ese juego de emociones permite que su charla guste a públicos muy diferentes. Por tanto, desnudar nuestro corazón al hablar en público, perder el pudor a mostrarnos cómo somos, con nuestras fortalezas y debilidades, nos humaniza a los ojos de los espectadores, que se identifican con nosotros, empatizan y se solidarizan con nuestra charla, facilitando nuestra comunicación. ¡Naturalidad, humildad y corazón, con esos tres ingredientes triunfarás!

Extracto de la obra ¿Estás comunicando?. Lid Editorial Empresarial, 2011 Lid Editorial Empresarial, 2010. 

Mónica Pérez de las Heras, ponente de LID Conferenciantes
([email protected] )