Quiénes somos
La revista digital inQualitas es obra del equipo de producción de Dobleerre Editorial. Ningún partido político, medio de comunicación, empresa u organización, con o sin ánimo de lucro, mediatiza nuestra línea editorial o los contenidos de esta web. Las opiniones que en ella se expresan son plenamente independientes y está abierta a todas las corrientes de pensamiento, siempre que se expresen de manera correcta y respetuosa hacia las opiniones diferentes o adversas.
Va dirigida al estamento directivo, así como al ámbito académico y al profesional; pero también al mundo sindical y al del cooperativismo.
Nació con el nombre El Tema de los Temas porque para nosotros uno de los grandes “temas” de nuestro tiempo es la excelencia y la calidad empresarial, profesional y laboral.
Objetivos
Nuestro principal objetivo es la promoción de la calidad en el trabajo que crea los bienes y servicios que producimos y ofrecemos, tanto en el ámbito privado como en el público. Creemos que el sentido crítico y el apoyo mutuo son imprescindibles para cortar la hidra de la incompetencia que va invadiendo nuestra vida cotidiana.
La calidad o las deficiencias en el trabajo, tanto la cara como la cruz, son el leitmotiv de esta revista. La organización y la ejecución del trabajo, individual o colectivo es el objeto de nuestros comentarios, entrevistas y reportajes. Tanto si es excelente como si es nefasto, tanto si proviene de una minoría “excelsa” como si se atribuye a la “masa” plebeya. En la cuestión esencial que nos ocupa, la tenue línea que separa a clases, estamentos o colectivos profesionales se desdibuja más a menudo de lo que unos y otros nos empeñamos en manifestar. Sea y provenga cada uno de donde le plazca, el “tema” del que nos ocupamos, por acción o por omisión, por activa o por pasiva, alcanza a todo hijo de vecino y ni el más recalcitrante anacoreta puede quedar al margen; como tampoco Robinson Crusoe no hubiera podido sobrevivir en su isla si no hubiera contado con el trabajo previo de algunos congéneres.
El trabajo bien hecho no tiene fronteras, el trabajo mal hecho no tiene futuro. Y su corolario: trabajar bien equivale a crear más puestos de trabajo, hacerlo mal significa destruir el propio y el de los demás.
A este foro están llamados, por supuesto, quienes organizan el trabajo ajeno (generalmente asociados con el empresariado o con el gran empleador público, el Estado, en sus múltiples manifestaciones), pero también quienes observan el drama colectivo de la ineptitud, la ineficacia y la ineficacia desde el lado de los asalariados, sea cual fuere su nivel de responsabilidad. También reclamamos la implicación de los sindicatos y algunas patronales que todavía no sitúan en el centro de sus intereses la preocupación por la calidad en el trabajo.
También ha de servir para remarcar que las más de las veces el verdadero adversario, el que se opone a la justicia y al progreso, no está en el otro bando, sino que lo tenemos emboscado como quintacolumnista en los recovecos de las organizaciones, tomando decisiones estratégicas, envuelto en su hermoso vestido de emperador, o fingiendo que cumple con su obligación en los escalones intermedios o inferiores. Tanto da si canta las excelencias del inexistente ropaje como si sistemáticamente se niega a seguir al que encabece la procesión. Puede que sea insuperable el antagonismo entre el trabajo y el capital, pero muchas polémicas generadas al respecto son espurias y paralizantes, cuando a todos nos urge encontrar soluciones al caos que nos destruye; cuando los enemigos recalcitrantes de unos y de otros son, al fin y al cabo, la golfería, la desidia y la ineptitud en sus más variadas manifestaciones, entre las que la corrupción pública y privada aparece como una consecuencia inevitable.
No es nuestra intención encausar y sentenciar a los que ocupan el puesto de otros más capacitados, pero sí queremos señalar el grave error en el que incurrimos todos cuando no denunciamos de manera contundente el mal gobierno corporativo en la cúspide o el desorden laboral en la base, pasando por las más diversas formas de incompetencia en todos los escalones intermedios.
En los sueños manifestados al genio de la lámpara, o destinados a las diversas loterías públicas y privadas –en inacabable proceso de expansión– cada cual especifique qué le pide a la vida y a la diosa Fortuna. Pero si tuviéramos que formular nuestro deseo desde inQualitas podríamos resumirlo en las palabras del poeta inglés Alexander Pope (1688-1744): “Sabe que todo el bien que los individuos encuentran, o que Dios y la Naturaleza destinaron a la Humanidad, todo el placer de la razón, todas las alegrías de los sentidos, se encierran en tres palabras: salud, paz y competencia”.