¿Comunican bien nuestros políticos? ¿Y los directivos, cuando no tienen a sus equipos de comunicación para hacerles de “parachoques”?
Habría que analizar caso por caso y definir qué se entiende por buena comunicación. Hay políticos que consiguen una claridad en su mensaje y una cercanía con su cliente (el ciudadano) mayor que otros. Es verdad que si nos atenemos a las percepciones de la ciudadanía y a su valoración, diríamos que no, Pero hay excepciones honrosas que trabajan y entrenan su comunicación para conseguir más cercanía, mayor credibilidad y mejor conocimiento de su figura. Los directivos están interiorizando cada vez más que el fontanero y bombero de la empresa no sirve para todo. Son pequeñas salvaguardas coyunturales pero una buena respuesta comunicativa y una perspectiva bien trabajada de mensaje estructural y cohesionado puede salvar a una empresa de más de una crisis. Eso es lo que hago y gestiono a diario.
¿Comunicar en público es sólo elocutar un discurso, improvisado o aprendido de memoria? ¿En qué consiste y cómo se hace bien?
Comunicar en público es poner en valor todo lo que eres y representas y aprovechar las vías que posees para proyectar lo que piensas y sientes. Necesitas de un mensaje, traducirlo a lenguaje asumible, provocar con ello que se pueda recordar y compartir y hacerlo perenne el mayor tiempo posible, hasta que otros mensajes de mayor fuerza lo sustituyan.
¿Comunicar es lo mismo que liderar? ¿En qué se diferencian, cómo coinciden o cómo confluyen ambos conceptos?
Comunicar es una forma de construir un liderazgo mejor, más coherente, más reconocido y sobre todo, más humano. Es lo que nos falta en las organizaciones de hoy. Más humanidad. No concibo un líder que no sepa comunicar ni un buen comunicador que no haya empezado por autoliderar ciertos comportamientos internos. Hoy, se lidera desde la colaboración y aquí la persuasión sensorial, la emotividad sensitiva y la empatía discursiva juegan un papel relevante en las organizaciones.
Usted ha publicado el libro Tus gestos te delatan. Las Claves para ser un buen comunicador. El título ya es una declaración de principios, ¿qué comunica más nuestros gestos o nuestras palabras?
Comunican ambas, pero son nuestros gestos los que primero perciben, analizan y clasifican los conceptos que posteriormente guarda nuestra memoria. La razón valida justo después en función de la coherencia percibida. Los gestos constituyen la vestimenta emocional del lenguaje. Hay que trabajarlos para que aumenten y multipliquen lo que con palabras decimos. No viene a sustituir al mensaje, sino a amplificar lo que este viene a decirnos.
En formato e-book, está también disponible su obra I have a dream. Miradas al discurso 50 años después. ¿Martin Luther King era un buen comunicador? ¿Puede ofrecernos algunos argumentos para avalar esta afirmación y revelarnos algunas técnicas que utilizaba?
No era el mejor de los comunicadores. Nos inspiró porque supo trasladar con pasión la idea de un cambio histórico en un país que lo necesitaba. Supo liderar a una comunidad que representaba una parte de la división racial que afectaba la coherencia del llamado país de la libertad. Días antes de su discurso, confesó a su círculo cercano que no sabía qué contarles. Alguien le dijo que le hablara de su sueño, simplemente. Y eso hizo. El uso de la geografía estadounidense como ejemplo de encuentro y diversidad, la historia de un país de superación permanente estaban presentes en su intervención a cada párrafo. Y fue uno de los que mejor usó la anáfora, que es un recurso retórico muy usado en política: la repetición de la misma estructura al principio o final de cada párrafo: «I have a dream…I have a dram… I have a dream».
Es también coautor del libro Podemos. Deconstruyendo a Pablo Iglesias. ¿En nuestra época cómo organizan o deben organizar los políticos su discurso? En este caso, ¿estamos hablando de un buen comunicador? ¿Puede desvelarnos su secreto y/o algunas técnicas o “trucos” para colocar o reforzar su mensaje?
La organización del buen discurso debe partir de una estructura coherente, un buen uso de elementos de conexión con los intereses y motivaciones de quien te escucha, ideas que faciliten el recuerdo y frases que motiven el impacto visual y emocional. Pablo Iglesias es un comunicador de formato corto: eslogan y titular bien usados en fondo y forma. Pero es un político envoltorio. Disfraza el contenido con brillantez periférica para que no veamos, de momento, qué contiene su interior. A veces, vacío, a veces con un regalo que no nos gusta. Usa muy bien la técnica del contraste y el discurso boomerang, que ya relaté y desmenucé en mi libro. La primera trata de situar en la mente del que escucha conceptos diferenciadores, poniendo sobre la balanza mental qué supone elegir a unos y otros, relacionando la elección de su causa como lo bueno y la elección contraria como lo malo. Trabajo de laboratorio para conformar un nuevo orden basado en la alteración de convenciones sociales y paradigmas emotivos. El discurso boomerang, relacionado con esto, consiste en comunicar a la gente mensajes que previamente has extraído de ellos. Durante años has escuchado sus cabreos, has posicionados a víctimas y culpables, has localizado sus preocupaciones y a los pocos meses o años apareces y, tras una operación cosmética precisa, devuelve a la misma gente de la que procedió idénticos mensajes y conceptos. Así lo colocan, así lo posicionan y así lo quieren reforzar.
Usted asesora a Albert Rivera de Ciudadanos/Ciutadans. ¿Qué tiene que decirnos o qué puede decirnos de él y de la presentación al público de su propuesta política?
Hace de su claridad en los mensajes su mejor arma de persuasión. No utiliza grandes estructuras discursivas porque no se ajusta a sus parámetros como orador. Juega más con el método full-stop. Frases continuadas, fáciles de digerir, que dibujan una realidad y que no se intenta que interpretes ni traduzcas sino que las aceptes porque también forman parte de tu cosmovisión. Su propuesta deben aún madurarla los españoles pero forma parte de una línea de pensamiento y actuación coherente. Más que la política, Ciudadanos debe consolidar un relato que explique esa política, para que se perciba de forma adecuada e interpreten que las acciones que se hagan son coherentes con aquello que se predica.
Sólo en la presentación al público de la propuesta de educación encontré elementos a mejorar: 1) si llevas meses diciendo que la clave es la educación, que es el pilar sobre el que se sostiene la salud y futuro de una nación, no se puede hacer la presentación de tu propuesta estrella un 27 de julio, cuando la gente ya está a otra cosa. Y 2) debería haber hecho la presentación algún reputado experto en educación que hayas incorporado al equipo más que el encargado del programa económico. Por coherencia explicativa y por enfoque cognitivo.
Aun así, las propuestas de Ciudadanos están dotadas de consistencia y pragmatismo. A muchos sectores y posicionamientos ideológicos esto no gustará y buscarán desencuentros y aristas para desacreditar estos postulados. Entra dentro del juego político.
¿Cómo se imagina a nuestros jóvenes políticos en contraposición al Pablo Iglesias de la UGT a finales del siglo XIX. ¿Qué ha cambiado desde entonces del discurso político o en el discurso de los políticos?
Ahora hay menos componentes de fondo para entregarlo todo a formas y maneras extraídas del marketing. Juegan con la composición mental del ciudadano para avasallarle a base de eslóganes fáciles, de contrastes publicitarios que provoquen, no el pensamiento ni la reflexión, sino la inmediata decisión entre una opción y otra. El laboratorio de ideas se ha sustituido por el mercado de titulares. Hay talento en muchos jóvenes pero el sistema de partidos y la mediocridad imperante en muchos de ellos aleja a aquellos de intentar hacer buena política para cambiar las cosas. Incluso hay jóvenes que hacen más vieja política que nunca. Y siguen anclados en el siglo XIX. Tanto en pensamiento como en comunicación de ideas. Hay que regresar a un discurso honesto y humanizado donde el debate impere en el espacio público, donde elevemos al altar de la palabra las ideas democráticas y no nos dejemos anestesiar por proclamas facilonas que sólo buscan satisfacer deseos espurios e intereses personales.
Y volviendo a la temática empresarial, que es el eje de nuestra revista, ¿cómo era la técnica oratoria de un líder empresarial a principios del siglo XX y en qué se diferencia o debe diferenciarse de lo que es necesario a principios del XXI?
A principios del siglo XX, como bien demostró Dale Carnegie, cuando los estudios de neuromarketing apenas existían, la oratoria se basaba en un desarrollo estructurado de mensajes y palabras que buscaban el impacto reflexivo, la movilización a base de enganches emocionales pero bien cohesionados. Ahora, es preciso implicar desde el autoconvencimiento, la asunción de liderazgo colaborativo, de persuasión y convicción personales. Un líder empresarial no sólo comunica con palabras, sino que también debe provocar impactos y adhesiones con gestos y detalles, con referentes visuales y cognitivos. Un líder ahora, es ante todo, un comunicador que explica lo que hace de la forma más sencilla posible.
¿Qué les falta a nuestros emprendedores y empresarios para comunicar bien? ¿Se puede entrenar esta capacidad y se pueden resolver las carencias que cada persona pueda tener a la hora de comunicar en público?
Tener claro lo que quieren comunicar, un mensaje, una idea y trabajarla de forma concreta, concisa, coherente, clara, cercana y convincente. Y claro que se puede entrenar. Y se debe hacerlo de forma constante, además. La comunicación es el medio para conseguir el fin. El camino constante de mejora personal que te lleva a alcanzar un objetivo concreto. En La Fábrica de Discursos lo llevamos haciendo años con resultados excelentes para nuestros clientes.
Redacción Madrid