Oportunidades en el espacio económico mediterráneo

Oportunidades en el espacio económico mediterráneo

agosto 10, 2011 Desactivado Por inQualitas
Anwar Zibaoui
Anwar Zibaoui
Coordinador de ASCAME (Asociación de Cámaras de Comercio e Industria del Mediterráneo)
«La suma del comercio de España con Marruecos (6.000 millones) y Turquía (8.000 millones) supera la cifra de negocio con China»

Procedente de una familia de empresarios libaneses, ha estudiado Economía y Arquitectura en París y en Barcelona; ciudad en la que vive, desde hace veintiséis años, plenamente integrado en la sociedad catalana. Se ha especializado en economía internacional, como experto en el mundo árabe y de manera especial de los países árabes de la cuenca mediterránea. Para reforzar el mutuo conocimiento y los lazos económicos entre estos países y la UE, ha escrito numerosos artículos y estudios, y ha dado conferencias e impartido clases como profesor visitante en diversas universidades. Del 2000 al 2007, la Cámara de Comercio de Barcelona le nombró director de la zona árabe-mediterránea. En esta etapa se fundó y se ha consolidado ASCAME, organización en la que, del 2002 a 2007, ha desempeñado el cargo de secretario general y a la que sigue estrechamente vinculado como coordinador.

¿Qué es ASCAME y cuál ha sido su evolución?
La Asociación de Cámaras de Comercio e Industria del Mediterráneo es en la actualidad la mayor organización empresarial mediterránea. Está presente en los 23 países que tienen costas en el mar Mediterráneo y, por tanto, cubre todo el territorio norte y sur. La asociación se creó en Barcelona, en 1982, por iniciativa de la Cambra de Comerç de Barcelona, quince años antes de empezar el proceso euromediterráneo de Barcelona, del 1995. Desde el principio se creó con el objetivo de acercar ambas orillas del Mediterráneo creando puentes para reforzar la cooperación económica. Porque ya en el 82 se empezaba a pensar que el mundo iba a cambiar y que los países pequeños no podrían desarrollarse, o sea que, de alguna manera, había que volver a la antigua idea “romántica” del Mediterráneo como una unidad, mediante la cual se podrían crear sinergias entre nuestras economías. ASCAME ya entonces propugnaba cooperación y de integración económica, cosa que en aquellos años era una novedad e incluso parecía como si propusiera una especie de travesía en el desierto. Cuando en el 1995 se pone en marcha el “Proceso de Barcelona”, que pretendía crear una zona de integración económica entre la UE y el mediterráneo sur y oriental, entonces las organizaciones que estaban en esta dinámica de asociación y cooperación adquirieron un valor diferente. Había que adaptarse a la nueva realidad. Por ello en el 2000 adaptamos los estatutos de nuestra organización para abarcar a todos los países mediterráneos, y no sólo a las ciudades bañadas por el mar, como hasta entonces; ya que no tenía sentido que, por ejemplo, una ciudad a unos kilómetros de Barcelona, en el interior, no pudiera ser integrada. Esto permitió a ASCAME estar presente en todos los ámbitos económicos y ser hoy el interlocutor básico de cualquier iniciativa de carácter empresarial para el Mediterráneo, porqué es la mayor —y casi única de su naturaleza— organización representativa del sector privado en el norte y en el sur.
¿Cuáles son sus objetivos y principales actividades en la actualidad?
Remarco que en el mundo hay muy pocas organizaciones de esta naturaleza Norte-Sur, en la que haya cámaras de regiones y países tan diversos, sean desarrollados o en desarrollo; es sin duda como una pequeña globalización económica a escala mediterránea. Es una aportación asociativa abierta a las empresas y a la sociedad civil. ASCAME, por tanto no es elitista u oficialista y tenemos claro que debemos centrarnos en defender la cooperación económica mediterránea, en asistir y ayudar a las Cámaras de comercio y a las empresas, especialmente a las pymes. No olvidemos que el 95% de las empresas en el Mediterráneo son de estas características. Éstas son, sin duda, las mayores creadoras de empleo, tanto en el norte como en el sur.
Aquí en Barcelona, fuimos pioneros en crear plataformas y foros de debate, reflexión e intercambios empresariales. Por ejemplo cada año, en noviembre, organizamos una cita anual: la Semana Económica Mediterránea, de la que ya llevamos cinco ediciones. Es como un Davos adaptado a la región. En este año, por cierto, se incorpora como socio la UpM (La Unión para el Mediterráneo) para formar parte de la organización. Este es el mayor evento económico del Mediterráneo. Además estamos presentes en muchas comisiones, tanto de la UE como de la UpM, y para defender los intereses de las empresas impulsamos toda clase de proyectos de cooperación empresarial entre ambas orillas, así como, entre otras muchas iniciativas, programas de asistencia y formación.
Parece que el público en general, e incluso las minorías y los líderes de opinión, no son muy conscientes de la posición de Barcelona en esta nueva realidad.
El problema es, sin duda, de información y desconocimiento. Barcelona tiene la sede de la UpM y cuando la gente pasa por delante del Palacio de Pedralbes creen que allí hay una especie de congreso, por la multitud de banderas que se pueden ver en la entrada. Nadie se ha preocupado de informarles de lo que significa la presencia aquí de la UpM o lo que puede significar su consolidación en el futuro, tanto para la ciudad como para las empresas catalanas y españolas. Pero el desconocimiento hacia la realidad económica del Mediterráneo es aún mayor. Por ejemplo, China está de moda y todos quieren hacer negocios con este gigante, pero si nos centramos sólo en los datos económicos de intercambios comerciales vemos una diferencia substancial: con China España tiene déficit, o sea se importa más de lo que se exporta, mientras que con el ámbito mediterráneo (aun sumando la factura energética) exporta más de lo que importa. Sin ir más lejos, si sumamos Marruecos, con 6.000 millones de negocio, y Turquía, unos 8.000 millones (y con un crecimiento del PIB anual del 8%), ya nos da una cifra que es más alta que la que tenemos con China.
Y no olvidemos que Cataluña es la que tiene un mayor aporte económico español en esta región.
¿Con los cambios políticos a la vista en los países árabes del Mediterráneo, puede cambiar la visión de la sociedad y del empresariado español?
¡Ya lo creo que sí! Ya que he mencionado China, es de destacar que este país ha prohibido el acceso vía internet a las informaciones sobre la “primavera árabe”. Allí se aplica el mismo modelo que el que aplicó Mubarak, de partido único combinado con una economía privada; el mismo que ha aplicado Gaddafi. Los hechos demuestran que este modelo, por lo menos en el Mediterráneo, no tiene futuro. La economía sin libertad no es sostenible. Esto genera injusticias y corrupción. Solamente calculando la fortuna que tienen los dictadores derrocados en algún caso supera la deuda exterior del país. La democracia y la libertad favorecen la transparencia y la protección jurídica lo que facilita atraer la inversión exterior y promover la local.
ASCAME
¿Podría ofrecernos una breve panorámica de la situación política y social en la ribera sur?
He estado recientemente en Túnez, están preocupados por la situación económica, pero están animados, porque saben que están invirtiendo en su futuro. El año que están perdiendo ahora no es nada comparado con los treinta años que han perdido con el régimen de partido único. El empresariado y el trabajador están paralizados, es cierto, pero yo creo que invertir en un proceso de cambio hacia la democracia y la libertada es la mejor inversión que pueden hacer. Hay que tener en cuenta que son países en los que el 65% de la población tiene entre 25 y 30 años. Ten en cuenta que por ejemplo en el norte de África, de aquí al 2020, habrá que crear veinte millones de puestos de trabajo, con lo que están obligados a tener un crecimiento mínimo del 6% anual. Y es evidente que para poder alcanzarlo necesitan reformas económicas, para contar con el sector privado y aumentar su capacidad de atraer la inversión extranjera, una inversión y una cooperación efectiva que sólo pueden llegar si hay transparencia, seguridad y mercado.
Hay que entender también por qué los jóvenes asumen el liderazgo de la primavera árabe. Hasta ahora los regímenes han jugado con el miedo de la gente, al que han contrapesado con subvenciones, pero ahora “el miedo ha cambiado de bando”, ahora son los regímenes, sobre todo los corruptos, los que tienen miedo.
Está claro que ningún gobernante es eterno, ni los pueblos se callarán para siempre, no se pueden frenar los deseos de todo un pueblo. La sociedad ha cambiado y la juventud ya no acepta vivir más en regímenes políticos cerrados, con la misma foto de siempre del dirigente o del partido único. Piden libertad y vivir en un mundo abierto, y no estamos hablando sólo de fronteras físicas. Esto es algo que los dictadores no pueden detener. Aun con todas las provocaciones que ha habido por ciertos sectores de los antiguos regímenes en Egipto o Túnez, es evidente que el pueblo ha madurado.
Ahora se ve claramente que no se puede ir en contra de la gente, y ahora la gente sabe que tiene poder. Pero los cambios deben hacerlos los pueblos. No se pueden imponer desde el exterior. Afortunadamente ahora estamos asistiendo a un gran cambio, que será lento y podría ser doloroso en algunos momentos. En Túnez un profesor me lo resumió con un frase, me dijo: “cuando era joven, en la época de Burguiba, quería ante todo tener trabajo y familia; no pensaba que la libertad era importante. En cambio, ahora, mi hijo quiere libertad antes que nada, y considera que gracias a la libertad puede tener lo mismo o más, porque el país es de todos; mientras yo creía que tenía lo que tenía gracias a Burguiba”. Yo creo que ya no hay marcha atrás, éste es un cambio irreversible gracias a la juventud árabe.
¿Y el caso de Marruecos?
Pues también me parece un principio de cambio positivo. Antes era inconcebible que se hablara de monarquía constitucional, en Marruecos esto era impensable. El rey ha interpretado que había que moverse y el pueblo ha aceptado que éste es el primer paso. En Jordania también ocurre lo mismo. Y en las monarquías del Golfo pérsico también están intentando adaptarse. Aquellos que no se adapten lo tendrán muy mal. No son las intervenciones extranjeras, son los pueblos los que harán el cambio. La consolidación de estas nuevas democracias requiere tiempo, pero es irreversible. La gente no va a volver atrás. En Túnez restos del régimen antiguo han intentado boicotear el proceso, pero la gente ya interpreta los hechos con claridad y las provocaciones y burdas manipulaciones ya no les echan atrás.
El calendario además es muy claro. En Túnez hay elecciones este otoño lo mismo que en Egipto y en Marruecos. Esto es el principio del cambio real, y sinceramente me parece que no es un cambio pequeño.
Desde España nosotros medimos esos cambios como si se produjeran en países con democracias consolidadas. Tengamos en cuenta que en Marruecos en el apartado que se refiere al rol de la monarquía, excepto en la cuestión religiosa, se han copiado exactamente muchos párrafos de la Constitución española. Pero además, tengamos muy presente que hace algunos meses esto era poco probable que se aceptara. Tampoco debemos olvidar algunas leyes importantes aprobadas en Marruecos, como la vigente Ley de la Familia, que promueve los derechos de la mujer; o que en la nueva constitución, que se acaba de refrendar, se proclama la igualdad entre hombres y mujeres.
En lo que se refiere al poder económico de la Monarquía alauita hay algunas reticencias por parte de la opinión pública en nuestro país.
En cuanto a la monarquía hay que saber distinguir, a veces se adjudica al rey empresas que en realidad son propiedad del Estado, como los fosfatos por ejemplo. Que el rey sea el propietario de la mayor parte de la economía marroquí, como se afirma a veces, me parece un poco exagerado. Y nadie lo ha podido confirmar hasta el momento, yo conozco muchos grupos empresariales de este país y no me consta que sean propiedad de la casa real, pero esto no quita que el rey tenga algunas propiedades importantes en el país.
Examinemos, por ejemplo, las 5.000 empresas europeas que hay en Marruecos. Es muy difícil pensar que todas sean socias de la casa real.
¿Podría resumirnos a grandes rasgos las relaciones empresariales entre Marruecos y España?
En cuanto a las inversiones españolas, un dato muy relevante es que solamente en el sector textil las empresas españolas dan trabajo a 120.000 personas; Atento, el call center de Telefónica, emplea allí a 10.000 personas. Podríamos citar otros casos de éxito en la colaboración económica entre los dos países. Pero en general, en toda la ribera sur del Mediterráneo, hay partenaires cualificados para hacer negocios; hay empresas y profesionales preparados para colaborar. Creo que hay que pisar el terreno para poder opinar y hay mucha gente que habla sin conocer la realidad. España es el segundo socio económico de Marruecos, cosa que hace diez años no era así. Fueron los marroquíes los que empezaron a diversificar sus socios. Los empresarios españoles, especialmente los catalanes, interpretaron muy bien esto. Si algo va bien en las relaciones con Marruecos son las relaciones económicas. Las culturales y políticas todavía no van en la misma línea.
También creo que, a diferencia de Francia, España no ha conseguido crear un colchón de seguridad que proteja sus relaciones. En el caso francés, cuando, por ejemplo, Le Monde critica al rey de Marruecos las relaciones económicas con Francia no se tambalean. En cambio aquí no ocurre así, no hemos sido capaces de crear instrumentos que ayuden a mantenerlas sin altibajos, no hay por ejemplo un lobby empresarial marroquí-español potente, que remarque que las cosas que nos unen son más importantes que las que nos separan. En Cataluña no obstante se ha conseguido algo muy positivo, a mi manera de ver: cuando hay problemas entre Marruecos y España a Cataluña no se la ve como parte del problema, sino más bien como una parte que puede ayudar a encontrar la solución.
Además hay que tener en cuenta que en la parte marroquí esta apertura de la economía está dando grandes frutos, por ejemplo hay que considerar a las empresas marroquíes que hoy están invirtiendo en el África subsahariana, y esto es positivo para todos.
ASCAME
¿Cuál es, en su opinión, el papel específico de Cataluña en la economía, la política y la cultura en el área mediterránea?
Cataluña debe jugar un papel de capitalidad. Tiene una ventaja clara. No tiene un pasado colonial, tiene un modelo de colaboración pública y privada que puede ofrecer al conjunto, tiene un modelo de país que ha conseguido crear una economía potente a pesar de la crisis que se vive ahora, con unos cimientos y un potencial humano que son capaces de aguantar y volver a la senda del crecimiento.
Déjeme añadir también que la nueva constitución marroquí desarrolla un modelo autonómico que puede ser una salida al conflicto del Sahara, también en esto es positiva la influencia del modelo catalán. Aunque este modelo parece agotado aquí, no deja por ello de ser una solución allí. También este enfoque puede servir para Argelia, para el reconocimiento de las nacionalidades históricas como es el caso de la Cabilia.
Usted vive entre nosotros desde hace veintiséis años, ¿este hecho refuerza su posicionamiento tan explícito en favor de la capitalidad mediterránea de Barcelona?
Llevo viviendo más en Barcelona que en mi país natal, el Líbano. Es normal que viva y conozca la realidad catalana, que también es ya la mía. Por eso veo que el futuro de Cataluña va ligado al Mediterráneo, como fue su pasado. Pero ahora es como la referencia o la capital mediterránea en el mundo. Por ejemplo tenemos en Barcelona un aeropuerto potente capaz de transformarse o de ser un auténtico “hub” regional mediterráneo. Tengamos en cuenta que Argel está a una hora o Túnez está a una hora y cuarto, más cerca que Málaga. Además Cataluña tiene un proyecto que es la UpM, su sede y referencia es precisamente Barcelona, la cual tiene mucho que ofrecer y mucho que ganar en este proceso. Barcelona es evidente que tiene un papel clave, y más ahora, con la UpM bien instalada, cuando empieza a funcionar y a preparar proyectos.
Yo creo que España y Cataluña, que no tienen un pasado colonial claro ni han estado ligadas a los dictadores del norte de África, tienen mucho que ganar entre la población y la juventud mediterránea y árabe, que se ha revelado y que ahora es un interlocutor real para sus gobiernos.
Además, a nivel empresarial hay mucho terreno por recorrer y oportunidades muy cercanas en una región de 500 millones de habitantes. Si comparamos los éxitos y fracasos de las inversiones en el área mediterránea con las que se han dirigido a otras partes del mundo se constata que el fracaso es mucho más bajo en el Mediterráneo, comparado con otras regiones en las que tradicionalmente ha habido más tendencia a invertir. Hay que abrir los ojos y apostar decididamente por el futuro que se está construyendo en el Mediterráneo.
Más información:
www.ascame.org
ASCAME
Francesc Ribera