¿Qué representa el sector químico dentro de una economía como la aragonesa? ¿Qué cree que aporta? ¿Tiene potencial de crecimiento?
Al igual que en el resto de España, el sector químico en Aragón aporta mucho a su economía. El sector químico ha sido, es y lo seguirá siendo en el futuro, un sector estratégico para el desarrollo de cualquier sociedad. Este sector es muy dinámico y tiene una clara vocación alineada con la investigación y la innovación, lo que se traduce rápidamente en inversión empleando muchos recursos materiales y un personal cualificado para poder llevar a cabo esos desarrollos.
En Aragón no somos una excepción a lo anterior y —sin contar con grandes y bien definidos polos químicos como es el caso de otras regiones y ni tan siquiera con unas excepcionalmente grandes empresas— sí que tenemos un interesante y variado entramado de pequeñas y medianas empresas y muy pujantes.
Son de destacar: por un lado las empresas químicas situadas en el norte, en Monzón y Sabiñánigo, las situadas en Zaragoza y alrededores y el tejido algo menor en Teruel; por otro lado, y también agrupado en nuestra Federación, está el pujante sector de la transformación del plástico, del que en este caso sí puede afirmarse que tiene un peso relevante en el concierto nacional.
Los subsectores con presencia en la región son muy diversos y emplean alrededor de un 8,5 por ciento del empleo industrial de la comunidad y tienen un porcentaje similar del valor añadido bruto, datos para nada despreciables. Por todo ello, el sector en Aragón puede afirmarse que tiene un gran potencial de crecimiento.
Permítanos una pregunta de índole particular, en tanto que consejero delegado de IQE Industrias Químicas del Ebro, S.A. Ustedes acaban de recibir el Premio a la Excelencia Química otorgado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Químicos de España. ¿Puede considerarse este hecho como un indicativo del grado de calidad alcanzado por la química aragonesa?
Haber recibido recientemente nuestra empresa el premio a la Excelencia Química por parte del Consejo General de Colegios Oficiales Químicos de España es un gran honor y una gran satisfacción para nosotros. Es un premio que recibimos dándole el significado que tiene, que es el de un premio a la trayectoria de una empresa que ha sabido a lo largo de su historia imbricarse en la sociedad en la que se desenvuelve, y crecer en la interacción con ella en tantos y tantos aspectos. Esto lo venimos haciendo de una forma natural, vocacional y creo que esto es lo que se nos ha reconocido. Las empresas, industriales o no, pero quizás más las primeras, no podemos desligarnos del entorno en el que nos desenvolvemos, no podemos vivir aisladas. Y es que no vivimos al margen de la sociedad, ni de espaldas a ella, al revés, y cuanto más nos interrelacionemos y convivamos con ella mejor nos irá a todos, y progresaremos más y mejor. Esto es propio de las sociedades modernas y avanzadas. Si el premio contribuye a que otras empresas se inicien o afiancen sus lazos con su entorno social pues creo que será muy útil el ejemplo. Pero —y a su vez en referencia a nuestro sector, el químico— sí que puedo afirmar que ha llegado a un altísimo grado de excelencia en tantos aspectos que le afectan en su desarrollo que también podría llegarle un día un gran y merecido reconocimiento social. De hecho, yo creo que el mundo entero ya se lo ha dado de alguna manera, por ejemplo al declarar las Naciones Unidas por primera vez un año, el 2011, como Año Internacional de la Química. Por algo será.
Durante muchos años la industria química estuvo entre las peor valoradas por cuestiones medioambientales. ¿A qué atribuye la mejora de la opinión pública acerca del sector químico?
La industria química ha dejado de ser en mi opinión, y también se constata en general, el patito feo de la industria. También me atrevo a afirmar que, si lo ha sido, lo fue injustamente, pero argumentar ahora sobre ello sería un poco largo. No creo que haya habido un sector que haya hecho un mayor esfuerzo de adaptación, en todos los aspectos que le atañen y en él confluyen, que el sector químico. Así lo hemos hecho en materia de seguridad y prevención, y medio ambiente, por no hablar del cumplimiento de la ingente cantidad de normativa que nos afecta y cuya observancia tanto esfuerzo personal y económico supone. Hoy en día, por muchas razones, todo el mundo aprecia y quiere tener industria química en su región, lo que es por otra parte muy propio de una sociedad evolucionada y madura, mejor educada en suma. Es un sector de futuro, inversor, exportador, de empleo de calidad, que se enraíza allá donde se instala, que interacciona perfectamente con los recursos a su alcance, como las universidades, centros tecnológicos y científicos, etc. La gente sabe que la vida es química, que nos rodea la química y que todo lo que tocamos y que producimos es química, o la lleva, y sobre todo que los grandes desafíos de este mundo – que son muchos y difíciles—, y de la propia sociedad en la que día a día nos desenvolvemos, se tendrán que resolver con avances científicos químicos. Como son, entre otros muchos, problemas de salud, medioambientales y, por qué no, la consecución de nuevos materiales para satisfacción y confort de las personas.
Como persona vinculada a la empresa familiar (AEFA), ¿qué papel cree que puede jugar este tipo de empresa en la recuperación económica de la región y del país?
La empresa familiar, al igual que el resto de las empresas de nuestro país, no es ajena a las consecuencias de esta crisis. Las empresas familiares conforman el mayor número de empresas constituidas en nuestro país, pero no creo que por eso estén llamadas en exclusiva a ser el motor de la recuperación. Pero es cierto a estos efectos, que tanto las grandes empresas —que también las hay familiares entre ellas— como especialmente las pymes familiares están llamadas a ser el motor de nuestra recuperación económica. La EF ha padecido mucho la crisis pero, precisamente por ser familiar, ha puesto de manifiesto en estos tiempos las verdaderas grandes fortalezas de este importante tejido empresarial que tenemos. El empresario familiar, la familia empresaria en definitiva, es una apuesta de futuro segura en cualquier sociedad moderna y no creo sinceramente que quepa aquí hacer distinciones entre empresas familiares por regiones, ni tan siquiera entre países de nuestro entorno.
En una ocasión usted afirmó que la figura del empresario está demonizada. ¿Qué se puede hacer para mejorar la imagen del empresario?
La figura del empresario nunca ha tenido hasta este momento el reconocimiento que se merece, y aún hoy hay quienes incomprensiblemente no lo querrán reconocer públicamente, no vaya a ser que se les malinterprete, aunque sí lo reconozcan luego en privado. Sin embargo estoy seguro de que esta crisis sí que va a contribuir a que a partir de ahora cambie la percepción de mucha gente sobre la importancia de tener empresarios y empresas. Yo siempre he mantenido que ambos tienen que ser protegidos como si fueran especies en extinción. Se ha demostrado que no hay otra forma de hacer salir a un país hacia delante si no es con una potente iniciativa privada. A partir de ahí, con los recursos generados y recaudados, serán las administraciones las que deberán poner el cuidado y el sentido común en la distribución de estos ingresos, y, en la medida de lo posible, ayudar a la creación de riqueza, promoviendo a su vez inversiones, tanto privadas como públicas. En todo caso encuentro que es fundamental el momento que vivimos para que el mundo empresarial aproveche para reivindicar su importante rol en la conformación del país, en el mantenimiento y crecimiento del estado del bienestar y, en definitiva, en el tan deseado progreso armónico del conjunto de la sociedad.
Desde su posición, ¿ve signos que indiquen una clara recuperación económica? ¿Qué más nos falta por hacer?
Sí, parece que hay síntomas claros de recuperación en muchos ámbitos, y ello independientemente de las grandes declaraciones y de los datos macroeconómicos, que son irrefutables si están elaborados con rigor. Nos tenemos que alegrar de que entre de nuevo inversión extranjera, de que la prima de riesgo esté bajando, de que el sector del automóvil, tan estratégico para nuestra economía, siga apostando claramente por nuestro país. Son buenas noticias y síntomas de que estamos saliendo de la crisis. Vamos lentos pero avanzamos, ya no estamos en décimas en descenso sino en décimas de crecimiento. Pero hemos caído mucho y eso es lo lamentable. Hay muchos damnificados. Ahora hace falta consolidar la tendencia. He oído cómo también se mueve algo más el transporte, que las empresas van comenzando a invertir de nuevo, que hay ganas de contratar, la propia señal de que se empieza a recuperar la venta de coches es muy importante, porque el coche no es precisamente un bien de primera necesidad. En fin, hay que ser prudentes, pero se está en la senda de la recuperación, eso significa que crece la confianza en nosotros mismos y esto es lo primero que debe recuperarse, la confianza. Y a partir de aquí el dinero se moverá, y el dinero llama al dinero y así se genera actividad económica. Ya hemos estado demasiado tiempo en un estado de shock y va siendo hora de que salgamos del mismo. También es momento de tener altura de miras y de ser solidarios.
¿Cuáles diría que son los retos de su Federación en particular y del sector químico aragonés, español y europeo en general?
La Federación quiere continuar siendo la casa común de todos aquellos que pertenecen al sector químico en nuestra Comunidad. Queda aún un buen margen hasta lograr este objetivo y es, sin duda, una labor de constancia de la que la Federación nunca se podrá desligar. La unión hace la fuerza y las empresas agrupadas en torno a las organizaciones son imprescindibles, hacen un gran trabajo y tienen un gran valor para sus representados e incluso para aquellos que, por una u otra razón, aún no están asociados y por tanto quizás no lo perciban o no quieran percibirlo.
La Federación tiene ya un largo trecho recorrido y hoy es una entidad muy bien consolidada y que presta un gran servicio al sector. A veces es poco visible y, por ende, también a veces poco reconocido, pero no importa tanto esto último como el trabajo que se está haciendo. Esta Federación fue pionera en Aragón, ya que nació como Asociación al calor del nacimiento de las grandes organizaciones empresariales cuando se aprobó nuestra Constitución, un dato que demuestra que esta Comunidad ha tenido conciencia de que tenía y continúa teniendo un relevante sector químico que merece la pena continuar defendiendo y promocionando.
Siendo este sector uno de los grandes pilares del desarrollo de cualquier sociedad moderna, nuestros representantes han ido tomando conciencia a lo largo del tiempo de esta relevancia, de lo que aporta este sector no solo en términos económicos sino también en términos de intangibles. Tiene una gran afinidad y vinculación con la Universidad y en concreto con la Facultad de Ciencias, pero a su vez con los centros tecnológicos y científicos, que los hay, y muy buenos, en la región. Por todo ello, y por otros aspectos no menos importantes, Aragón tiene unas condiciones óptimas para atraer empresas de este sector.
La Federación no puede, ni es su papel lógicamente, ser catalizadora de las actividades y desarrollos de sus empresas, pero sí se erige hasta donde puede en su rol de representante institucional y defensora de los intereses generales del sector, especialmente en temas normativos de variados aspectos de alcance regional y nacional. La Federación es también un buen altavoz ante la sociedad y sus representantes para defender el sector y expresar las bondades del mismo para estimular la creación de más tejido empresarial y recabar en su caso el apoyo institucional.
En cuanto al sector químico en general, nos parece que es un sector que está sobre-regulado a muchos niveles, especialmente el europeo, y como derivada también lo está a nivel nacional y regional. Esta sobre-regulación da lugar a una exagerada y complicada burocracia que está afectando seriamente la competitividad del tejido empresarial existente y el devenir del sector en Europa.
Para nuestros representados es fundamental contar con la Federación para hacerse oír en los diferentes foros regionales y nacionales, especialmente en FEIQUE, la Federación Empresarial de la Industria Química Española —a la que estamos asociados—, y que nos permite, en este caso en particular y en otros aspectos, recibir una información puntual, de calidad y necesaria para nuestras actividades.