La comunicación adecuada en actividades e industrias de riesgo
mayo 4, 2013Enrique de las Alas-Pumariño Miranda es doctor ingeniero industrial y ha desarrollado una larga trayectoria profesional de más de medio siglo en el sector químico. En este tiempo ha ocupado diversos puestos directivos en la industria petroquímica del Grupo Repsol. También ha sido consejero de La Papelera Española S.A., presidente de Biotécnica, S.A., presidente de Onena, y miembro del consejo asesor de la revista Tecnoambiente. Su vinculación con la Federación Empresarial de la Industria Química Española (FEIQUE) ha sido muy relevante. En ella ha desempeñado sucesivamente los cargos de director de Asuntos Técnicos y Relaciones Institucionales, director de Comunicación, y director de I+D+I. Ha formado parte de la Comisión Nacional del Riesgo Químico, de las comisiones de Medio Ambiente, Seguridad y Comunicación del Consejo Europeo de la Industria Química (CEFIC), y ha trabajado, como asesor para la Comisión Interministerial de Transporte de Mercancías Peligrosas y para la Organización Mundial de la Salud, en la redacción de normas de seguridad destinadas a los casos de accidentes químicos. Es autor de diversas publicaciones y artículos sobre medio ambiente, seguridad, comunicación y transporte.
Por citar un caso, cuando empecé a ejercer mi carrera en 1954 en la Empresa Nacional Calvo Sotelo en Puertollano (hoy Grupo Repsol) la mayoría del personal que estaba haciendo el montaje, unas 4.000 personas, procedía del campo y muchos eran analfabetos. Venían hasta la fábrica andando – algunos desde una distancia de 16 Km – y no tenían ni bicicleta, ni siquiera zapatos, usando abarcas hechas con trozos de neumáticos. Su cultura industrial era nula y consideraban que usar casco, gafas, guantes o el cinturón de seguridad eran cosas “afeminadas” y las rechazaban.
Mientras el trabajo se limitó a cavar y mover tierras el analfabetismo no tenía mucha importancia, pero al ir progresando se hizo patente el defecto que ello suponía pues era necesario recurrir a notas, guías, folletos, instrucciones escritas, y leer las propias indicaciones que llevaban las máquinas.
Así que el primer trabajo de “comunicación” que tuvimos que afrontar en aquella época fue el de enseñar a leer a una buena parte del personal, persuadirle que la seguridad es algo esencial en el trabajo, y lograr que fuesen metódicos, receptivos y disciplinados.
Daré dos ejemplos del trabajo hercúleo que esto supuso. Para enseñarles a leer compramos grandes pizarras para dar las lecciones: hacían palotes y les hacíamos recitar, como en el colegio: “La eme con la i, mi; la m con la a, ma: mi mamá me ama” Aquello, después del largo recorrido para llegar a la fábrica, y el propio trabajo de montaje, hacía la tarea muy difícil tanto para el personal como para los profesores, que tratábamos con unos alumnos fatigados y a veces malhumorados.
El orgullo que sentimos al conseguir nuestro propósito de enseñarles a leer se fue por el suelo cuando advertimos que una gran parte de las indicaciones de las máquinas venían en alemán, pues el know-how de las instalaciones que estábamos montando y las máquinas más importantes procedían de Alemania. Recuerdo con satisfacción y cierta nostalgia que no se nos ponía nada por delante y proseguimos nuestra actividad de comunicación enseñándoles “alemán”, para lo que nos inventamos nuestra propia “gramática”. Así, por ejemplo, en alemán conectar se dice einschalten y desconectar, auschalten”, por lo que todos los interruptores eléctricos de los motores, los compresores, los montacargas…llevan las indicaciones “Ein” y “Aus”. Al personal le informamos que “Ein” quería decir “Eincendido” y “Aus” “Auscuras”…Además de alemán hicimos algunos pinitos en inglés explicando que, por ejemplo, la palabra “On” quiere decir “Onde hay que apretar para que funcione”.
Cuento estas anécdotas porque creo que es muy útil, sobre todo para las nuevas generaciones, conocer “de dónde venimos” y cómo hemos llegado hasta aquí.
Con ese motivo existe un creciente respeto hacia el medio ambiente, y la seguridad, tanto por lo que se refiere a las plantas industriales como a sus productos.
La empresa comunica lo que hace teniendo en cuenta los intereses y expectativas de la sociedad, los de sus vecinos, los de sus clientes y los de su personal, escogiendo en cada caso los mensajes más adecuados para su audiencia.
Un papel especial es el de los periodistas. Puede haber periodistas dependientes de la empresa aportando sus conocimientos profesionales y periodistas independientes, al servicio de periódicos o emisoras de radio y televisión, a los que debe prestarse una especial atención. Si forman parte de un entorno que abarca nuestras actividades o instalaciones debemos mantenerles puntualmente informados, tanto de cómo hacemos las cosas como de los incidentes ocasionales que se puedan producir y de los remedios adoptados.
De hecho infinidad de compañías tienen una página web a través de las que se comunican eficazmente y logran una gran transparencia. En estas páginas pueden mostrar: lo que hacen, cómo lo hacen, lo que van a hacer y para qué valen sus productos. Con esta herramienta, y sus derivadas Facebook y Twitter, pueden además personalizar sus relaciones, responder a preguntas concretas e incluso explicar sus necesidades laborales.
Los temas que le interesan a la gente son las cuestiones de seguridad, protección del medio ambiente, beneficios y peligros que puede entrañar el uso de un producto. Para ello es posible utilizar un lenguaje inteligible, tanto hablado, como escrito y, en su caso, acompañado de imágenes.
Dicho esto, cada sector debe acoplarse a sus necesidades específicas, pues no es lo mismo el sector farmacéutico que la petroquímica o la fabricación de pinturas.
Esta preocupación ha sido completamente proactiva y ha sido impulsada, en España, por la Federación Empresarial de la Industria Química Española (FEIQUE) y, en Europa, por el Consejo de la Industria Química (CEFIC), en contacto además con la industria de EE.UU y Japón.
En relación con esto puedo afirmar que el CEFIC – como cabeza patronal de la industria química europea – ha estado siempre muy interesado en la mejora continua de la imagen del sector. Con tal motivo encarga anualmente, a una empresa independiente, que efectúe una encuesta en cada país europeo (Pan European Survey) para conocer cuál es la imagen del sector en cada uno de ellos.
España está en primera fila e incluso ha sido el país con mejor imagen tres años: el último 2012.
Las moléculas artificiales tampoco son desdeñables y van desde el caucho de los neumáticos hasta los detergentes, pasando por los adhesivos, las pinturas, la pólvora, los plásticos, las medicinas…
Otra práctica extendida es la comunicación de riesgos mediante la que se informa a los vecinos, o usuarios de productos, de cuáles son los riesgos potenciales, y los planes de crisis, según los cuales las empresas no sólo están preparadas para tan delicada situación, sino que, en los casos necesarios, tienen planes de emergencia especiales de formación de los vecinos, incluso con ensayos que cuentan con la colaboración de las autoridades.
www.feique.org/