Internet y las redes sociales en la transformación del mundo

Internet y las redes sociales en la transformación del mundo

enero 29, 2012 Desactivado Por inQualitas
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Federico Mayor Zaragoza
Presidente de la Fundación Cultura de Paz
«Ahora podemos expresarnos constantemente a través del ciberespacio, y estoy convencido que esta será la gran Puerta del Sol del futuro. «
Doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid, y catedrático de Bioquímica en las Universidades de Granada y Autónoma de Madrid, fue cofundador, en 1974, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. En 2002 fue nombrado presidente del ERCEG (European Research Council Expert Group) para promover la economía basada en el conocimiento. Ha sido ministro de Educación y Ciencia (1981-82) del Gobierno español y, en 1987, fue elegido director general de la UNESCO; cargo para el que, en 1993, fue reelegido para un segundo mandato. Siguiendo sus orientaciones, esta organización impulsó el Programa Cultura de Paz. En marzo de 2000 creó en Madrid la Fundación para una Cultura de Paz y, en 2005, fue designado, por el secretario general de las Naciones Unidas, copresidente del Grupo de Alto Nivel para la Alianza de Civilizaciones. Participa de forma activa en otras organizaciones científicas y pacifistas como Triptólemos o el Foro Mundial de la Sociedad Civil UBUNTU.
Como usted sabe, el leit motiv de nuestra revita es la Calidad, con mayúscula, en las empresas y en las organizaciones, públicas o privadas.
Cuando veo lo de InQualitas en los newsletters que me envían me gusta, porque creo que la calidad la tenemos que aplicar en todo, pero primero a que todo el mundo, todos los seres humanos, tengan esta posibilidad mínima de disponer de lo que podríamos llamar las condiciones propias de la dignidad humana: calidad de vida digna.
Eso está contemplado en la declaración Universal de los Derechos Humanos, en los principios de la UNESCO y la declaración y el Plan de Acción, en 1999, de la Asamblea General de las Naciones Unidas para una Cultura de paz. Aunque a veces nos preguntamos si son solo papel mojado.
No, no son papel mojado. Lo han sido durante la historia por muchos motivos, por ejemplo porque desde los inicios de los tiempos ha habido solo un poder y ha sido un poder masculino. La mujer no ha tenido ningún papel ni ha estado nunca relacionada con el poder. El poder masculino se ha caracterizado siempre por estar basado en la fuerza y, por lo tanto, la verdad es que cuando miramos la historia en perspectiva vemos que lo único que ha habido es un poder absoluto de unos cuantos hombres que han mandado sobre los demás hombres y sobretodo en las mujeres. Que siempre lo que han hecho es ampliar su poder, esto lo han hecho a través de la fuerza y por consiguiente la historia ha sido una historia de sucesivas guerras i conflictos entre los pueblos. Por eso, como dice el adagio latino, si vis pacem, para bellum (si quieres paz, prepara la guerra), lo que se ha preparado ha sido siempre la guerra. Todavía hoy, en muchos lugares del mundo, los hombres tienen que dar su vida, si es necesario, a los designios del poder. Aunque les pidan que luchen por lo contrario en lo que creen y en los principios de humanidad que tenemos arraigados en nosotros. En el fondo, lo que se nos pide siempre es que luchemos para defender este poder.
Aun así, ¿cree que hay motivos para la esperar que se apliquen de verdad estas leyes y tratados internacionales?
Lo que he expuesto ha hecho que en parte sean papel mojado, es cierto, pero estos grandes momentos históricos quedan en la mente de las personas y en la praxis política. Como queda el momento en que en Francia, ante el poder absoluto, hay una reacción ciudadana que, en el año 1789, dice ¡basta!, y en ese momento se comienza a hablar de derechos ciudadanos. Tenemos lo mismo en la constitución americana y también lo tenemos en el cristianismo. Fíjese hace ya tantos años se afirmó: «las personas son iguales y además, a estas personas las debemos conservar y querer, porque querer al prójimo es lo más importante». Pero todo esto después siempre pasa, llega este poder absoluto, en gran parte de raíz masculina, y se acaba.
Pero en la historia hay momentos brillantes y de esperanza. Por ejemplo el más próximo a nosotros quizás sea el que se vivió en el año 1989. Entonces pareció efectivamente que todos estos principios universales dejaban de ser papel mojado en la política mundial. Todo eso que se había dicho con ilusión en el año 45 en la Carta de las Naciones Unidas, en la que se decía: «nosotros, los pueblos, hemos decidido evitar a las generaciones futuras el horror de la guerra. Ahora construiremos la paz y además ¡lo haremos los pueblos!». La caída del muro de Berlín y el derrumbamiento de la U.R.S.S. fue un momento de gran expectación mundial. Sin embargo, unos años después…
Algo parecido al año 1918 después de la Primera Guerra Mundial.
Exacto, Woodrow Wilson también lo hizo y le dijeron inmediatamente que no era posible. Llegó desde Nueva York a Europa con un convenio que se llamaba «De la paz permanente» y se creó la Sociedad de Naciones, pero todo eso se perdió. ¿Por qué? Porque se seguía en la misma línea de pensamiento «si quieres la paz, prepara la guerra». Franklin D. Roosevelt nada más acabar la Segunda Guerra Mundial dijo lo mismo: «esta guerra, este exterminio masivo, este holocausto, este genocidio, ¡no se puede repetir nunca más!». Él también entendía que eran los pueblos quienes debían solucionar los problemas, y se preguntó cómo debían hacerlo. Con unos principios democráticos. Estos principios democráticos los contiene la Organización Intelectual de las Naciones Unidas, que es la UNESCO. Es la única de todo el sistema que dice: «todo esto regirá por igual en todos los seres humanos y por unos principios democráticos que son la justicia, la solidaridad y la libertad». Lo digo para que veáis que sí que lo dicen muy claro. Tres años más tarde se proclamó solemnemente en la Naciones Unidas la Declaración de los Derechos Humanos, que es una auténtica maravilla. Porque además nos dice que los derechos son para liberar a la gente del miedo, que sencillamente dejen de estar asustados. Además, si estos principios no se cumplen, los seres humanos se pueden ver arrastrados a la rebelión para hacerlos cumplir. Esto lo reconocen los estados más poderosos de la Tierra, pero es que en eso también intentan imponer su criterio: «nada de pueblos, ¡los estados! O sea, aquí solo mandamos nosotros».
Y sin embargo en este proceso parece que hay un momento de esperanza, que usted vivió muy de cerca.
En efecto, llega el año 1989 y es una maravilla. Parece que los principios de la Revolución francesa de hace dos cientos años, de «libertad, igualdad, fraternidad» van a hacerse realidad, en medio de la carrera de las superpotencias. Gracias a la habilidad de Gorbachov, se derrumba el imperio soviético sin una gota de sangre. Pero además coincide con Nelson Mandela saliendo de la cárcel de Suráfrica. Un hombre que en lugar de salir, después de veintisiete años de cárcel, con ganas de venganza, sale con los brazos abiertos y, con la complicidad de FrédéricLecler, acaba con el apartheid. Eso lo he vivido yo: «No dogs, no dark» (no perros, no negros). ¡Eso lo he visto con mis propios ojos! Y todo esto ¿¡Quién se lo podía imaginar!? Esto coincide, además, con la paz en Mozambique, en El Savador y en Guatemala. Es decir que estamos en un momento fantástico y dijimos: «qué maravilla que el comunismo se ha ido y ha dejado paso a una libertad, aunque sea relativa».
Con lo que solo quedaba una potencia dominante y un sistema económico.
Solo queda el capitalismo como vencedor. Entonces todos pensábamos que el sistema capitalista se reformaría, que los que lo dirigen se darían cuenta de que no puede seguir por el mismo camino. Yo escribí el año 91 que un sistema, basado en la igualdad pero que se había olvidado de la libertad se había hundido. Pero que se hundirá el otro si basado en la libertad se sigue olvidando de la igualdad. Y esto es lo que está pasando. Este aplicación del capitalismo tuvo un momento de gran ambición. El señor Reagan y la señora Thatcher dijeron: «ha llegado nuestro momento, por fin Occidente ahora mandará». ¿Y qué hacen? Lo primero que hacen es negar la responsabilidad de los pueblos y su incidencia en la paz. Ahora mandan los seis países más ricos del mundo. Al principio solo se llama a la Casa Blanca a cuatro países, xon EE.UU. y la Gran Bretaña eran seis: el G6. Después se añaden Canadá, G7 y luego Rusia: el G8. Lo digo para que veamos que lo primero que hacen es volver al poder absoluto. Además dicen otra cosa: «todo eso de los principios democráticos y de los derechos humanos, todo eso fuera. Ahora mandarán los mercados». Debemos reconocer que casi todos los países han caído en esta trampa. Casi todos lo países de Occidente proclamaron «economía de mercado» y algunos como España añadimos: «economía social de mercado». Pero no nos engañemos, estábamos plantando semillas amargas, porque eran semillas en las que dejábamos lo principios de justicia social por los que habíamos luchado y los substituíamos por las prácticas y leyes mercantiles. El resultado ya lo conocemos, es una gran crisis sistémica. Esto no es una crisis financiera, esto es una crisis de sistema y lo que tenemos que hacer es cambiar el sistema.
¿Suprimiendo el sistema capitalista?
Este sistema hoy está en Occidente, porque no nos engañemos, los países de América Latina están inventando otros caminos y hoy aún hay un gran predominio, pero no hay ninguna duda de que el señor Lula ha defendido en Brasil una posición enfrentada a la del Banco Mundial y otras instituciones del sistema. Son instrumentos de los países de Occidente y no los quieren. Ahora acaban de crear, además de Mercosur, CELAC: Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Sin la península Ibérica y sin el hermano del norte. África también poco a poco se está despertando. Ya no digo lo que ha pasado recientemente con la liberación de poderes absolutos en el Norte de África… pero es que además tenemos un problema inmenso hoy en el mundo: se llama China, que ha sido el fruto precisamente del capitalismo. Ese capitalismo ha actuado con tanta codicia que, en lugar de decir: «bueno, si esto cuesta siete, lo venderemos a diez y ganaremos tres», han dicho «esto nos lo hacen en China y a nosotros qué nos importa que allí la gente esté como está. Los beneficios los daremos directamente al bolsillo del Estado Chino, en el cual de mil trescientos millones de personas cien millones más o menos se beneficiarán, pero los otros, pobres, solo a trabajar para el sistema». Lo digo porque se ha generado un mundo enormemente complejo, donde Occidente, que solo es el veinte por ciento de la humanidad, controla el ochenta por ciento de la riqueza. El ochenta por ciento de la humanidad que está fuera, tiene problemas de acceso al agua, tiene problemas de acceso a la alimentación (mueren más de sesenta mil personas todos los días de hambre), tiene problemas de acceso a los servicios sanitarios e higiénicos, tiene problemas de acceso a la energía, tienen problemas de medio ambiente… Todo eso es la dignidad de la vida. Todo eso es, precisamente, la Qualitas de la vida.
Pero no solo es el sistema económico, las creencias influyen también en esta situación.
Por supuesto, cuando hablamos del derecho humano, cuando a veces veo la iglesia defendiendo cosas indefendibles. Que digan que hay un ser humano antes de la fecundación, por ejemplo… La iglesia no debería meterse en todo esto, eso lo deberían dejar a los científicos. Yo soy creyente, aunque heterodoxo, pero que nos dejen a los científicos opinar de estos temas, ¡ellos no saben nada de todo eso! Pero tan preocupados que están por todos aquellos orígenes, y sin embargo permiten que se mueran cada día de hambre treinta y cinco mil niños. Y nadie se ocupa de la calidad de vida de esos niños y la gestación de la madre y las condiciones con las que la madre tiene que alimentarlos, vestirlos y después educarlos… Digo todo esto porque estoy seguro de que habrá nuevos cambios, un nuevo comienzo.
¿Cómo piensa que hay que abordar esta situación de caos ideológico, político y económico?
Este nuevo comienzo no está lejos. No está lejos porque por primera vez desde hace pocos años, podemos tener unas democracias sólidas. ¿Por qué? Porqué ya no solo se basarán en ir a votar. Vas a votar y luego quienes detentan el poder hacen lo que quieren. Eso también lo escribí hace más de treinta años, escribí (y que conste que me gusta ir a votar, ya que he tenido abstinencia durante tantos años) que cuando vamos a votar nos cuentan físicamente, pero la democracia no es que nos cuenten, sino ¡ser tenidos en cuenta! Ahora deberán tenernos en cuenta porque nos podemos expresar constantemente y libremente a través del ciberespacio y esta, estoy convencido, será la gran Puerta del Sol del futuro.
¿Cómo ve el movimiento de los Indignados? ¿Cree que son operativos sus planteamientos?
Sí, pero yo creo que además de protestas tiene que haber propuestas. Y estas propuestas ya no son de partidos sino genéricas. Ahora por ejemplo estoy proponiendo que se hable de «Río más veinte». En poco tiempo habrán pasado veinte años de la cumbre de Río de Janeiro. ¿Cómo puede ser que todos esos que se preocupan de la subida y bajada de la bolsa y de la prima de riesgo se hayan olvidado totalmente de la pobreza, del medio ambiente, del cambio climático? Esto es lo que ahora debemos reclamar, y eso también lo escribí en el año 68 en la pizarra, siendo rector de la Universidad de Granada, en la que era catedrático de Bioquímica. Escribí: «Revolución». Eso lo he explicado muchas veces. Que en aquel momento un rector escribiera Revolución en la pizarra, no estaba mal. Borré la R y dije que entonces quedaba «Evolución». Eso es lo que nos aconseja la madre naturaleza. La naturaleza es evolución y evolución quiere decir cambiar lo que se tiene que cambiar y conservar lo que se tiene que conservar. Los que no quieren evolucionar, los que están apegados a sus privilegios y no quieren cambiar nada… entonces añadí otra vez la R: Revolución. O Evolución o Revolución. Ahora creo que estamos en otro momento crucial de la historia. No hay duda de que Europa no puede seguir viendo al señor Sarkozy y a la señora Merkel decidiendo lo que haremos o lo que no haremos…
Lo primero que tenemos que hacer es gastar menos en armamento, y lo segundo es decirle a la OTAN basta, que ya se ha acabado. La OTAN se creó para contrarrestar al Pacto de Varsovia. Cuando en el año 92 el pacto de Varsovia se eliminó perdió su significado.
Pero, está el derecho de legítima defensa, vivimos en un mundo extraordinariamente inseguro.
Sí, bueno, pero analizando bien el Tratado del Atlántico Norte, ¿por qué, por ejemplo, debemos nosotros estar vinculados a EE.UU. y tener que comprar cada año 154 aviones que sabemos que no nos sirven para una guerra? La guerra desde Vietnam ya no tiene nada que ver con aviones contra aviones y tanques contra tanques, y nosotros debemos gastar… ¿Sabe cuánto gastamos cada día en armamento? Cuatro mil millones de dólares. No puedes ser. ¡Se muere la gente de hambre! ¿Cuatro mil millones para proteger qué? Rusia hoy está más abierta que muchos de los países donde Bush ha autorizado la bomba atómica. Eso a mí sí que me da miedo: Pakistán, por ejemplo, ¿es un país previsible? Deberíamos ir rápidamente con un tratado de desarme nuclear, porque es una vergüenza que haya este descontrol. Hay que reconocer que Rusia fue la primera que dijo en Reykjavik: «nosotros estamos dispuestos a la codificación recíproca para que ni por error pueda salir de nuestro territorio una bomba atómica…» Pero claro, están Israel, Corea de Norte, Pakistán, la India; y está, sobretodo, China. Además a China le hemos adjudicado toda la producción industrial y es hoy la gran fábrica del mundo y ahora tenemos a la cabeza al país más capitalista que es al mismo tiempo el más comunista…
¿Cuáles podrían ser las posibles soluciones a estos despropósitos?
Todo esto podríamos decir que no tiene solución. Pero por primera vez creo que en muy pocos años todo esto se acabará. Si de momento surgen en el mundo desarrollado quinientos millones de persones que dicen que no votaran ni seguirán al G8 o al G20… Entonces se abrirá la puerta a una refundación de las Naciones Unidas. Los habitantes de la tierra necesitan unas Naciones Unidas que tengan unidad. Queremos unas Naciones Unidas que sean capaces de ser un interlocutor único. ¿Qué habría pasado si en Libia, por ejemplo, en lugar de la utilización del poder militar de la OTAN se hubiera enviado un interlocutor de las Naciones Unidas que representara a todo el mundo? No diciendo: «es que China no estará de acuerdo, es que Rusia no estará de acuerdo…» Hablan con Gadafi y le dicen «señor, escuche venimos a hablar en nombre del mundo». Yo conocí Gadafi bastante bien y era un señor que estaba un poco loco, pero que no tenía ni un pelo de tonto. Quiero decir que el señor Gadafi hubiera dicho: «con un interlocutor único no tengo más remedio que ceder». Hoy el autócrata de Siria tendría que hacer lo mismo. ¿Qué pasaría si a este señor lo van a ver en nombre de todas las personas civilizadas de la tierra y le dicen: «esto no puede ser, no lo podemos tolerar de ningún modo»?
Parece que hay otros problemas, igual de serios, que requieren un tratamiento coordinado a nivel mundial.
Ahora se me acude uno de bien gordo. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si en el tema de la droga, que es un tema terrible, hubiese hoy unas Naciones Unidas fuertes que se implicaran a fondo? Está claro que no se puede acabar con el problema por la fuerza. Hay que perseguir también la demanda y no solo la oferta. Mientras exista demanda habrá oferta. En Afganistán una hectárea de opio da alrededor de 13.000 dólares al año, en cambio si plantas trigo da 400 o 500 dólares. Está claro qué es lo que plantarán. Siempre habrá oferta. Ahora bien, si la demanda baja… La prueba la tenemos en España. Aquí, desgraciadamente, la persona que decide consumir droga y se convierte en adicta ya no debe ser un problema de seguridad sino sanitario. Se le debe tratar como lo que es un paciente, y por lo tanto hay que ayudarlo, y la mejor manera de ayudarle, sintiéndolo mucho, es darle la droga para que no tenga que ir a sus hermanos, amigos, padres y hacer lo que haga falta para conseguir el dinero. Además se provoca un desgarro familiar, de hijos que atacan a sus padres para sacarles el dinero. Todo eso se acaba en el momento en que se diga: «la droga, como el tabaco, como el alcohol y todo eso, son responsabilidad de los ciudadanos». Y nosotros queremos tratar a todos, como los que desarrollen enfermedades como un cáncer de pulmón porque han estado fumando. Esto lo pagamos entre todos después, por eso les hemos de hacer todas estas meditaciones y hacerles entrar en razón sobre lo que es bueno o malo. En una palabra, necesitamos la autoridad moral que hoy no existe.
Aun así parece que tenemos problemas todavía más acuciantes. La tierra, como un organismo vivo que es, se rebela y puede amenazar nuestra misma subsistencia.
Hay otro caso en el que se ve con gran claridad esta cuestión. Como no existe una autoridad mundial sobre todos aquellos que transportan petróleo no se puede decirles: el mar es nuestro pulmón y resulta que la contaminación de los océanos va en aumento. El mar es nuestro pulmón y es el pulmón de la Tierra. Todos estamos pensando siempre en los bosques, que está muy bien, naturalmente, pero el mar constituye el 70% de «la piel» de la Tierra. En el mar está el fitoplancton, que es el que hace la gran recaptura de dióxido de carbono. Por favor, el mar hay que tratarlo con sumo cuidado. Bueno, pues van las grandes navieras y para ganar más dinero, es decir de nuevo por codicia, en lugar de ir a las instalaciones portuarias adecuadas, en mitad del océano limpian los tanques. El resultado es que se forma una capa de porquería que se fija al fitoplancton y anula sus propiedades. Y esto es sistemático, no hablo de accidentes, que hay que evitarlos, pero que son accidentes, hablo de lo que se hace diariamente en las superficies marinas. Se ha hecho todo lo imaginable, pero seguimos igual. Por ejemplo, se ha creado el sistema GOOS Global Ocean Observatory System, por el que veía a estos barcos y los denunciaban, pero resulta que todos llevan la bandera de Panamá o de Liberia, para empezar. Pero es que además resulta que a menudo el armador no tiene nada que ver con quien ha hecho el pago. No están ni asegurados. Todo esto que se llama Derecho Internacional, necesita de una gran institución con fuerza moral para poner las cosas en su sitio.
¿Fallan los gobernantes? ¿Cree que es necesaria una Declaración Universal de las obligaciones de los gobernantes?
Y también de las obligaciones de los ciudadanos. En definitiva, el problema está en que hoy los que mandan logran que nosotros seamos súbditos, no ciudadanos. Esto lo escribí en el año 64 en un libro que se llama Delito de silencio, que ahora se ha reeditado. En él me preguntaba cómo podía ser que estuviéramos callados, cómo podía ser que estuviéramos todos aquí sentados mirando el espectáculo uniformizados, en lugar de levantarnos y decir ¡basta! Las universidades, calladas. La comunidad científica, callada. Cuando tiene que haber una reacción general de los pueblos contra tantos desmanes.
¿Parece que también hay un problema muy serio en los medios de comunicación?
Los medios de comunicación son fundamentales. Este es el otro gran problema que tenemos hoy en día: la desinformación que dan a la gente. Aquí en Barcelona no tengo demasiada experiencia, pero puedo decirle que en Madrid todos los días salen seis periódicos de información general, y de estos seis cuatro y medio son periódicos que son «la voz de su amo». Y encima no dicen nada que tenga absolutamente nada que ver con la realidad. Y la gente con su buena fe se los cree.
¿O sea que volvemos al sitito en donde hemos comenzado, al problema de la calidad?
Desde luego, tenemos que dar al mundo la calidad intelectual, y la calidad intelectual no puede aceptar que las universidades y la comunidad científica e intelectual estén calladas. No puede ser que veamos de forma impasible como se muere la gente de hambre o como la gente vive en condiciones de extrema pobreza. Por eso creo que esta calidad, que solo podemos ofrecer con la expresión de nuestra voz, ahora será una realidad gracias al ciberespacio.
Para eso, precisamente, hemos puesto en marcha, entre la sociedad civil y la comunidad científica, UBUNTU, una red de redes. Se trata de un potente foro internacional para tratar los temas que he comentado, con más de 40.000 contactos, al que les invito a participar. UBUNTU es una antigua palabra africana que designa humanidad, compartir y estar en armonía con toda la creación.
Francesc Ribera