Rankings de calidad de las universidades europeas

Rankings de calidad de las universidades europeas

noviembre 19, 2012 Desactivado Por inQualitas
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Francesc Solé Parellada
Vicepresidente de la Fundación CYD (Conocimiento y Desarrollo) y director del Programa Innova de la UPC
«Las universidades españolas y sus entornos regionales son muy sensibles a los rankings de calidad»
Doctor Ingeniero Industrial por la Universitat Politècnica de Catalunya, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Barcelona y máster en Gestión de la Ciencia y la Tecnología. Desde 1971, ejerce como profesor en la UPC, en la que en la actualidad es catedrático de Organización de Empresas, director del Parc Científic i de la Innovació y director de la Unitat de Valorització Programa Innova. Ha publicado numerosos trabajos sobre desarrollo económico, innovación y economía del cambio tecnológico, economía de la formación, entrepreneurship y gestión de las universidades. Es miembro del Institut d’Estudis Catalans y ha sido distinguido con la medalla Narcís Monturiol de la Generalitat de Catalunya al mérito investigador y tecnológico.
¿En qué consiste el Programa Innova de la Universitat Politècncia de Catalunya?
El programa Innova fue una idea del rector de la UPC Jaume Pagés. Después de un viaje a los Estados Unidos, me pidió que montase un programa de apoyo a los emprendedores en la universidad. Yo tenía un ex alumno, Jaume Royo, que estaba en Seattle haciendo el doctorado y le pregunté si quería colaborar y entre los dos lo empezamos. Nos dimos cuenta de que a veces el sentido común de primer orden no sirve. Hay que utilizar un sentido común de segundo y tercer nivel. La gente cree que dando clases a los alumnos de fomento del espíritu emprendedor habrá más empresas, y tienen razón, pero ésta es una razón que no tiene que ver con la promoción de las spin off. Las spin off solo se producen cuando en la universidad hay investigación. Porque la base de la creación de empresas es el aprovechamiento de unas oportunidades por parte de unos señores. El proceso tiene dos caras: el señor, que es un emprendedor, y la oportunidad, que es una cosa que se debe descubrir y aprovechar. En un país en vías de desarrollo las oportunidades que se descubren tienen un nivel bajo. En un país desarrollado las oportunidades que aparecen en el proceso de investigación tienen un nivel alto, porque aparecen en los grupos de investigación o de innovación de la universidad y de las empresas. Es decir que hay como una red a nivel tecnológico y científico alto cuyo funcionamiento pone de manifiesto cosas que se pueden aprovechar. Algunas para patentar y vender y otras para crear una empresa. A esto lo llamamos spin off, porque a lo otro, a lo que surge de las oportunidades normales, se le llama start up.
¿Entonces su principal misión es generar empresas nuevas?
En la universidad si fomentas el espíritu emprendedor es posible que salgan start ups, y hay que hacerlo pero se trata de un negociado diferente. Las universidades del mundo lo que hacen es estar atentos a las patentes. Y, si se crea alguna empresa con una patente que ha surgido en su seno, ellos quieren participar, porque han sido partícipes del esfuerzo y han puesto recursos. Cuando nos dimos cuenta de esto, separamos el programa Innova en dos ramas: una fomenta el espíritu emprendedor en la universidad, la otra observa los flujos de oportunidades que se crean en los grupos. Como resultado de todo esto, comenzamos a crear empresas tecnológicas y comenzamos a generar patentes y a licenciarlas. En estos momentos la UPC es la universidad que tiene más patentes de España y somos la primera o la segunda universidad española que crea más spin off de forma sistemática. Tenemos una mecánica y un funcionamiento que está vivo y del que continuamente surgen nuevas oportunidades. ¿Por qué? Pues porqué la UPC tiene unos grupos de investigación muy buenos. No hay más secreto que éste: la suma de una buena investigación organizada y de una unidad de soporte eficiente que rebaje las barreras a la creación de empresas.
¿Para nacer y desarrollarse, estas spin off necesitan un entorno industrial y tecnológico determinado?
En este proceso de creación uno se da cuenta de la importancia del tejido productivo del país. Porque hay muchas pruebas que hacer antes de empezar. Uno se da cuenta de que hay un montón de cosas extraordinarias en el camino que son necesarias. Esas cosas las tiene que hacer alguien y ese alguien tiene que saber. En la construcción del prototipo, por ejemplo, si estás creando una empresa tecnológica, te das cuenta de tus errores, de tus fortalezas, cómo se puede comercializar, quién lo tiene que fabricar, cuanto costará… Si no tuvieras el tejido productivo a mano, es decir, estos talleres, que pueden ser tecnológicamente sofisticados o simplemente muy profesionales, las barreras a la creación se harían insuperables. Estas pymes ahora pasan por grandes dificultades, ellas no tienen ninguna culpa ni en la burbuja inmobiliaria ni en la crisis financiera ni han invertido en obras faraónicas, y sin embargo sufren las consecuencias de la insensatez o de la codicia, y siendo parte de la solución no se acaba de pensar en ellas que están en grave peligro de extinción. No están presentes en las prioridades actuales y sin ellas no puedes hacer ni siquiera el prototipo. Puedes llegar a concebir la oportunidad tecnológica pero tienes una barrera muy grande que es la de hacer este proyecto realidad y hacer las pruebas objetivas. Así pues, incluso el nivel más bajo de la cadena productiva es muy importante para llevar adelante una spin off.
Explico, como ejemplo, uno de los últimos casos en los que hemos trabajado: Un profesor nuestro ha descubierto un sistema de congelar y descongelar fruta de manera que cuando te la comas no parezca que ha sido congelada. Registramos la patente, diseñamos el prototipo, hablamos con la empresa Nice Fruit e inauguramos la máquina. Es una máquina de cinco metros de largo que ya esta en marcha. Pero alguien tiene que fabricar el prototipo porque sin prototipo y sin pruebas no puedes ni empezar. Y es aquí, en la fabricación del prototipo, donde se necesita artesanía industrial que, como decía, puede ir de lo más sofisticado a lo más tradicional.
¿En la creación de empresas, las escuelas de negocios pueden seguir un proceso parecido al que nos describe?
Las escuelas de negocios son importantísimas en la cadena de valor de la creación de las spin off tecnológicas y tienen su papel, pero lógicamente no es en las escuelas de negocio donde se producen las oportunidades tecnológicas. Es decir, que el ámbito de aparición de las oportunidades que conducen a las spin off es en la investigación científico-técnica universitaria y en los departamentos de I+D de las empresas La oportunidad surge de forma directa o indirecta como consecuencia de un trabajo de laboratorio. En el momento en que estás en un grupo de investigación de cuarenta personas, es muy extraño que del trabajo de estas personas, teniendo convenio con empresas y programas europeos durante un año, no salga alguna cosa susceptible de ser patentada o susceptible de generar una spin off. Es muy raro. Las escuelas de negocios no trabajan con esto, no es su trabajo, por tanto es muy difícil que les surja una oportunidad tecnológica. Lo que puede darse es que un señor con un MBA, en su empresa o en una feria, descubra un artefacto o invento que le sirva para montar la empresa. Pero que, desde el propio MBA, descubra una oportunidad tecnológica no es lo normal. Sin embargo, las escuelas de negocios pueden colaborar, y dar sentido y rigor a los business plans o bien contribuir decisivamente en el ámbito de los business angels, el capital riesgo. etc.
Pasemos a hablar de CYD, Fundación Conocimiento y Desarrollo. ¿Cuáles son las principales motivaciones de la entidad?
Ahora hace catorce años, con la Fundación Bosch i Gimpera de la UB y el programa Innova de la UPC, montamos un think tank llamado B-lab, Business Laboratory. A la idea se sumó Ana Patricia Botín, que entonces aún no era presidenta del Banesto y se interesaba por la relación entre universidad y sociedad, especialmente en el tema de la emprendeduría. El caso es que al cabo de dos años, y gracias a las reflexiones del B-lab, se nos ocurrió crear una fundación cuyo objetivo fuera promover la contribución de la universidad al desarrollo económico y social de España. El motivo esencial, que convenció a los patronos, es que la sociedad española no tenía conciencia de la importancia objetiva de la universidad y de su función. Es curioso, pero estas cosas pasan. Nadie o poca gente sabía que la universidad tuviera la magnitud que tiene. ¡Son un millón y medio de estudiantes! Puede decirse que uno de cada 400/500 españoles tiene contrato de profesor con la universidad. Tú vas a Jaén, por ejemplo, y resulta que el conjunto de edificios más notable es la universidad. ¡Tenemos prácticamente al 50% de la juventud en la universidad! Descubrimos la importancia numérica de la universidad y después descubrimos algo de lo que la sociedad no era consciente, y es que la primera misión que tiene en términos de secuencia es la investigación, la segunda es la docencia y la tercera es el compromiso con la sociedad, consecuencia de las otras dos; aunque en el tiempo, y debido a su importancia objetiva, la primera misión sea la de la docencia. Por eso, partiendo de esta base, tenemos que mejorar la docencia. Las buenas universidades del mundo están focalizadas a la demanda social. O sea a ayudar a que los alumnos sepan, que tengan valores, competencias, que se haga transferencia de conocimiento al sistema productivo y a las organizaciones; hacer postgrado, cooperación para el desarrollo, prácticas en empresas, organizar la movilidad entre la universidad y la industria. Hay una infinidad de cosas de las que te das cuenta al final. Las universidades buenas son, pues, las que están focalizadas en la demanda. Además el dinero para la investigación no te lo dan, lo tienes que buscar y como no estés bien focalizado no tendrás recursos para hacer la investigación que deseas
¿Y cuáles son los motivos por los que la sede de la Fundación CYD está en Barcelona?
Porque, en los años 70, en Cataluña ya hubo un movimiento, tanto en la UB como en las escuelas técnicas superiores que hoy forman la UPC —en la época de los rectores Pagès, Ferrater, Serra Ramoneda, etc.— que entraron en la cuestión de los planes estratégicos, en los temas de gestión, en los contratos-programa y en la creación de empresas. Eso ya pasaba en España pero no estaba tan integrado. En el 78, la primera fundación universidad-empresa se constituyó en Madrid, y en otras universidades de España se tomaron iniciativas innovadoras en el ámbito de la gestión y de la transferencia, entre ellas las universidades valencianas. También podríamos referirnos a personas que, desde la Administración, se adelantaron a su tiempo. Pero en su conjunto, y casi como movimiento reformador de la organización y de creación de elementos que tratasen la tercera misión a la que me he referido, Cataluña tuvo en los 90 uno momento muy interesante a tener en cuenta. Aquí había un caldo de cultivo, una preocupación real por esos temas entre el estamento universitario. La fundación CYD habría podido surgir en cualquier ciudad española pero surgió en Barcelona, porque en el grupo inicial había personas que habían estudiado en buenas universidades de EE.UU. y de Europa y conocían bien la dinámica universidad-empresa-sociedad. Los promotores de la fundación estábamos realmente entusiasmados con la idea y seguimos estándolo. ¿Por qué aquí? Pues porqué estábamos aquí. No hay más motivo.
¿Según usted cuál ha de ser la principal función de la Universidad?
Cronológicamente la primera función de la universidad fue la reflexión y la docencia, eso fue antes de Humboldt. Pero cuando la ciencia se estructura, si tienes que formar a las personas tienes que saber, y la manera de saber es investigando. No es que la primera misión de la universidad sea hacer investigación porque sí, sino porque si no conoces el oficio difícilmente puedes explicarlo. Entonces, cronológicamente, la primera misión de la universidad es la docencia, pero también lo primero que se plantea es tener un buen profesorado y una buena investigación. Tenemos el ejemplo emblemático del MIT: en los 50 se dan cuenta de que la industria va por otro lado, va hacia la sofisticación del conocimiento, y entonces deciden ser una universidad tecnológica, pero con sólidas bases fruto de la investigación.
¿Y, en este contexto, cuáles serían los objetivos concretos de la Fundación?
La Fundación tiene como objetivo promover la tercera misión de la universidad, que es el compromiso con la sociedad. Hay gente que tiene una idea equivocada y creen que estar focalizado a la demanda equivale a privatizar la universidad. Eso no se ha planteado jamás en la Fundación. Lo único que queremos y entendemos es que las universidades sean buenas, y consecuentemente den un buen servicio a la sociedad y lógicamente estén enfocadas a la demanda. Dicho de otra manera, que estamos convencidos de que para que las universidades sean de calidad deben también ser el motor y promover el desarrollo económico y social de cada una de las zonas geográficas en que están implantadas.
En la Unión Europea se están rehaciendo todos los planes de desarrollo regional, especialmente los de la política de innovación, porque los fondos estructurales están muy vinculados a la mejora de las bases de creación de conocimiento e innovación. En los documentos regionales que he tenido oportunidad de consultar las ”smart specialisation” (que así se denominan las estrategias de desarrollo regional) y la universidad es uno de los ejes importantes a considerar. Se constata que a menudo, cuando se discuten propuestas, uno de los pocos soportes con quien la región puede trabajar es la universidad. Los expertos miran a un lado y al otro y, en términos de capital humano y creación de conocimiento, la universidad es normalmente el agente más consistente. El primer objetivo de la Fundación es, pues, que en España se reconozca la importancia de la universidad para su desarrollo económico y social y se orienten las políticas de acuerdo a este conocimiento. Hay que ser conscientes de la importancia de que millón y medio de estudiantes salga con valores, conocimientos, competencias emprendedoras. Que no quiere decir que necesariamente han de crear empresas, sino que sean gente comprometida, que sean capaces de asumir riesgos, capaces de invertir recursos para sacar más beneficios para la sociedad, etc. Que además sepan lenguas, que sean innovadores… y, en definitiva, buenos ciudadanos. Por otra parte la investigación necesita recursos y hay que dotar a la universidad de excelentes servicios de interface con la sociedad, porque es en la relación entre administración-universidad-agentes sociales-organizaciones-sistema productivo que el país se juega su futuro.
En la actualidad Fundación CYD está confeccionando un ranking de calidad en las universidades europeas, ¿puede explicarnos su alcance y la metodología de trabajo?
Para conseguir todo esto, la Fundación necesitaba unos instrumentos, y nos pareció que era buena idea hacer un informe para poner en evidencia la realidad que acabo de comentar, un instrumento que remarcase las buenas prácticas y que sirviera de orientación positiva para el conjunto. Nos dimos cuenta de que teníamos por delante un trabajo de difusión y convencimiento que no nos esperábamos y que era muy importante. Tuvimos la suerte de que Martí Parellada, catedrático de la UB y Coordinador general del Informe CYD que elabora la Fundación, Francesc Santacana, vicepresidente de la Fundación, y yo mismo somos conocedores del ambiente y de las posibilidades del proyecto. Esto nos llevó a darnos cuenta de que había elementos que podían ser motores también de la transformación y del cambio, y que había conocimiento e información que era necesario generar. Eso nos llevó a darnos cuenta de que la universidad española era muy sensible a los rankings. Que los rectores y periódicos regionales siempre se llevaban decepciones con los rankings que se publicaban. Se trataba de unas clasificaciones muy generales hechas muchas veces con un rigor discutible. También hay que reconocer que es muy difícil la máxima precisión, porque la universidad es multiproducto, o sea que enseña, sus profesores publican, van a congresos, forman parte de comités editores, de comités organizadores, se transfiere conocimiento, se hacen doctores, se patenta, se licencia, etc. Por eso, si quieres hacer un ranking de universidades, lo más fácil es hacerlo por publicaciones. Es fácil saber todas las publicaciones de cada universidad. Así conoces la calidad de todos sus profesores; sin embargo, queda claro que de todo lo demás no sabes nada. No sabes ni las spin off creadas, ni las transferencias de conocimiento a las empresas, etc. En nuestro ranking seguimos la metodología del CHE (Centre for Higher Education), que va mucho más allá. El objetivo de nuestra clasificación no es que seas el primero o el segundo, sino orientar a la gente que quiera ir a una universidad o a otra. Entonces lo que haces es una encuesta muy trabajada a las universidades. Las universidades te contestan los diferentes ítems i llegas casi a una especie de ranking-guía muy útil para el conjunto de los estudiantes. El nuestro es, pues, es una ayuda para que el estudiante luego pueda confeccionarse su ranking particular. Con él también los ejecutivos de las universidades pueden también hacer sus rankings específicos para orientar sus estrategias. En fin, consideramos que, de acuerdo con las universidades, ha de ser básicamente un instrumento útil.

Francesc Ribera