La bioteconología blanca y el progreso tecnológico de Europa

La bioteconología blanca y el progreso tecnológico de Europa

julio 26, 2012 Desactivado Por inQualitas
Pierre Monsan
Pierre Monsan
Director del consorcio Toulouse White Biotechnology (TWB)
«Aún estamos a tiempo de convertir a Europa en un polo tecnológico y de conocimiento»
Pierre Monsan es uno de los grandes gurús en el ámbito de la biotecnología aplicada a los procesos industriales, también conocida como biotecnología blanca. Además de dirigir el TWB, es director adjunto del Laboratorio de Ingeniería de Sistemas Biológicos del Instituto Nacional de Ciencias Aplicadas (INSA) de Toulouse. Funciones que compagina con las de miembro del Instituto Universitario de Francia y de la Academia Francesa de Tecnologías, y presidente del Comité Consultatif Régional pour la Recherche et le Développement Technologique (CCRRDT) del departamento de Midi-Pyrénées.
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la biotecnología en el área industrial?
Tenemos muchos desafíos. El primero es desarrollar productos que ayuden a reducir el calentamiento global. Cada vez más la gente está preocupada por las consecuencias que el cambio climático tiene en nuestras vidas. En Francia, sin ir más lejos, la industria vitivinícola está notando los efectos de ese desajuste, y les está obligando a tomar decisiones en relación a la cosecha y la recolección. Debido al agotamiento de los yacimientos de petróleo en los últimos años han surgido alternativas, como la obtención de combustibles de origen agrícola, no para sustituir al petróleo de origen fósil pero sí para complementar la oferta. Tecnológicamente es posible obtener combustibles a partir del maíz o de la caña de azúcar, pero entiendo que deberíamos utilizarlos para la alimentación humana o animal. Personalmente, opino que crear combustible a partir de alimentos es un mal negocio.
¿Estamos aún muy lejos de desarrollar una economía basada en el carbono renovable?
Esa es nuestra meta. Queremos diseñar herramientas biológicas como microorganismos y enzimas para lograr procesos sostenibles en la obtención de biocombustibles, productos químicos intermedios, biopolímeros y biomateriales. Aquí está el futuro, más que el presente. Pero insisto, es necesario actuar con cautela a la hora de fijar los objetivos y no defraudar las expectativas. Durante los dos últimos años se han invertido más de dos billones de dólares para investigar en producción de biocombustible con microalgas. Creo que aún tardaremos bastantes años hasta que ese biofuel sea el combustible habitual en nuestros coches. Empresas americanas que habían comprado plantaciones enteras de caña de azúcar en Brasil para fabricar biofuel han perdido el 90% de su valor en bolsa porque no han conseguido refinar todo lo que prometieron.
¿Hasta qué punto la biotecnología va a suponer una ruptura respecto a la química tradicional?
Creo que los nuevos avances en esta área revolucionarán al sector químico sólo hasta cierto punto. La química se ha mostrado muy eficiente hasta el momento para ciertos aspectos. No sustituiremos todos los procesos químicos, sólo aquellos en los que la biotecnología logra una mayor eficiencia. Un buen ejemplo lo encontramos en la industria textil. Algunas multinacionales están utilizando intermediarios para la creación de fibras textiles a partir de carbono renovable en lugar de con carbono de origen fósil.
Usted dirige el consorcio público-privado Toulouse White Biotechnology (TWB). ¿Cuál es la misión de esta institución?
El TWB es un centro de investigación que pretende demostrar la madurez técnica y socioeconómica de productos y procesos de biotecnología blanca, la cual tiende a consumir menos recursos que los procesos tradicionales. El TWB tiene como socios el INRA (Instituto Nacional para la Investigación Agronómica), el CNRS INSA-Toulouse (Centro Nacional de Investigaciones Científicas e Instituto Nacional de Ciencias Aplicadas), varias industrias (desde proveedores de materias primas, pasando por proveedores de tecnología hasta fabricantes de productos finales), empresas (desde pequeñas y medianas hasta multinacionales como L’Oreal o ELF) e inversores early-stage. También cuenta con el apoyo de la Universidad de Toulouse.
¿En qué medida el TWB puede contribuir a mejorar la competitividad de la economía europea?
Dado el contexto actual de reducción de la inversión y de desplazamiento de los centros de decisión de Europa hacia otros lugares del mundo, no hay otra solución que tratar de conciliar los intereses del sector público y privado. Para ello estamos trabajando en dos vertientes. Por un lado queremos reunir la masa crítica de excelencia científica que les ayude a acelerar la transferencia de la innovación hacia la empresa, e implementar proyectos de I+D preindustriales para la creación de herramientas y metodologías y proyectos de I+D industriales para el desarrollo de nuevos productos y procesos, siempre en colaboración confidencial con empresas. Es una cuestión estratégica. Aún estamos a tiempo de convertir a Europa en un polo tecnológico y de conocimiento. Únicamente lo conseguiremos si podemos obtener un mayor rendimiento de las inversiones en I+D.

Abel Sierra