El círculo vicioso de la imprevisión y el virtuoso de la creación
julio 15, 2009Hace unos días, mientras comía con un amigo mío que tiene una pequeña empresa de unas cincuenta personas –es decir, la media catalana– me comentaba la realidad que está viviendo con la crisis. Su empresa se dedica a la ingeniería tecnológica y a la consultoría en diferentes aspectos relacionados con la implantación de tecnologías innovadoras para el ámbito empresarial. La empresa nació justo con la crisis de las “puntocom”, y se quiso diferenciar de las que ya existían por su flexibilidad pero, al mismo tiempo, por su especialización, la cual le ha hecho crecer año tras año al ritmo de un 8% respetando siempre los márgenes que le permitían incrementar la plantilla desde el principio.
A día de hoy, mi amigo ve la crisis con preocupación, aunque su negocio funciona según los parámetros y presupuestos que havia previsto a principios de año: con unos datos totalmente de contracción, con una caída fuerte de los gastos y mantenimiento de los ingresos, aunque sin crecimiento. En una comida que tuvimos a principios de año, me hizo un comentario que decía: “Tranquilo, Ferran, que esto en el segundo semestre se habrá superado” y apuntaba: “Tenemos que pasar este primer semestre del 2009 que será el peor”.
Ahora, durante esta segunda comida, lo he visto mucho más preocupado. Lo atribuye a lo que él llama el Círculo de la Imprevisión. ¿Y esto qué quiere decir? Le pedí que me lo explicara: “Es cierto que los empresarios tenemos problemas de financiación. La banca ha cerrado el grifo de los créditos, las pólizas son cada vez más difíciles de conseguir y tenemos proyectos que, sin ellas, tienes que recurrir a otras vías de financiación que a veces no son las habituales, como serían las de la familia o las del propio cliente. También es verdad que en este momento de crisis quien está pagando la mala praxis es el trabajador, aunque parte de la culpa la tiene el propio sistema, ya que éste no ha planteado antes la capacidad de transformarse. En las buenas épocas es cuando tienen que hacerse los cambios. Pero ahora no nos queda otra alternativa que cambiar y reinventar el propio sistema. De todas formas, la culpa de la falta de confianza del sistema financiero o del sistema laboral, no es la causa de muchos despidos ni de muchos cierres de empresas. La culpa es de lo que yo denomino el Círculo de la Imprevisión. Parece fácil, pero es tan complejo tener previsiones de lo que harán nuestros clientes… Es fácil, ya que nos podrían decir qué piensan hacer con ‘nosotros’ en los próximos meses y confirmar si nos darán ese proyecto que ya está hablado y trabajado. Pero, como el sistema tiene una cierta complejidad, este cliente no depende de sí mismo ya que a su vez, también tiene sus propios clientes… Toda esta falta de previsión provoca que muchas empresas, como la mía, no puedan prever el crecimiento ni el decrecimiento para el segundo semestre. Vivimos totalmente a ciegas aunque es una ceguera que no parece momentánea ni individual. Somos personas que hasta ahora‘veíamos’ y nos movíamos en un mundo en donde nos iba bien. Ahora, al cambiar las reglas del juego y no habernos formado para ser ‘invidentes’ en previsión, estamos viviendo otra vida”.
Me gustó mucho esta teoría del Círculo de la Imprevisión, ya que viene a reafirmar que muchas cosas están cambiando durante esta crisis. Prueba de ello es que muchas ingenierías están en esta misma situación. Los clientes no dicen ni sí ni no. Sólo se cansan de decir que no tienen horizonte de visibilidad a más de un mes. Es como pilotar un barco en medio de una densa niebla y sólo poder ver lo que tenemos a un tiro de piedra.
Esto hace que situemos a un hombre en la proa para ir visualizando lo que tenemos por delante, mientras que reducimos la marcha a unos pocos nudos de velocidad. ¿Llegaremos a puerto? Quizá sí, pero seguro que tardaremos mucho. ¿Llegaremos bien? Seguro que con alguna piedra tropezaremos, por pequeña que sea. La reflexión tendría que haber sido: ¿Por qué no tuvimos la previsión de cambiar el cuadro de mando e incorporar un sistema de posicionamiento por satélite, y de adquirir las cartas marinas para saber si en la zona hay rocas en las que podamos embarrancar?
Únicamente si todo el círculo empieza a poner las cartas boca arriba podremos salir, con mucha creatividad, de esta situación. Las acciones gubernamentales, si sólo son a seis meses, no dan la capacidad de levantar la niebla que tenemos sobre nosotros. Me recuerda una conversación que oí el otro día. El cliente le dice al camarero: “¿Cómo va todo?”. El camarero contesta: “Sin contar lo malo, todo va bien”.
Es necesario rechazar lo malo y reafirmar la confianza y el optimismo. Es necesario empezar a pensar que, en términos excursionistas, todavía estamos en el ascenso pero tenemos que conquistar la cumbre. De otro modo nos desilusionaremos y no podremos afrontar una buena caminata hasta la cima. Hay que romper el círculo por algún punto. ¿Quien empieza? Las administraciones serían una opción.
(Món empresarial, Nº 117, junio de 2009)