Cuestión de calidad, no de seguridad
noviembre 28, 2012Cuestión de calidad, no de seguridad
Digamos de entrada que no se trata de un problema de seguridad. Nadie se va a intoxicar con el aceite que hemos analizado. Ni siquiera hay un problema de mezclas de aceites, como vimos hace unos cuantos años. Pero se trata, y es importante, de un engaño al consumidor porque se le vende un aceite de menor calidad a la que indica su etiqueta.
Cuando el consumidor adquiere un aceite virgen “extra”, lo hace pensando en que compra un buen producto, que no es ni aceite de oliva sin apellidos ni aceite de oliva virgen a secas. Es “virgen extra”, sin defectos perceptibles por los sentidos y con un aroma frutado que alcanza al menos un nivel mínimo. Esto implica una elaboración cuidada para conseguir la calidad que le permita ser catalogado como tal. Y eso es por lo que paga el consumidor que conoce el mejor uso para cada tipo de aceite; el virgen extra lo consume crudo, en ensaladas, carpaccios o para enriquecer una tostada de pan con tomate… Para la OCU hay algo muy claro: el comprador debe recibir la calidad anunciada. Nada tenemos contra otros tipos de aceites de oliva, pero al consumidor hay que decirle de cuál se trata. Cuando elige, es consciente de la presunta calidad que paga. En nuestro análisis, aunque los productos no son aceites minoritarios tipo gourmet de precios muy elevados, sí son aceites de oliva virgen “extra” a los que el consumidor le supone la calidad que el consumidor debe esperar de ellos. Incluso, algunos son aceites lampantes que no pueden ser comercializados. Por eso, lo denunciamos a los lectores y a los organismos que velan por la buena imagen de un producto tan nuestro y que debería ser tratado con más cuidado que el que ponen algunos envasadores, verdaderos responsables del aceite que venden algunas marcas.
Editorial de José María Múgica, director de la revista OCU-Compra Maestra, de noviembre 2012, nº 375/3