Entrevista a Rafael Foguet Ambrós

Entrevista a Rafael Foguet Ambrós

abril 18, 2010 Desactivado Por inQualitas
José Lozano
Rafael Foguet Ambrós es Premio Extraordinario de Licenciatura en Química y doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona, preside el Salón Expoquimia y la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, fundada en 1764. Es vicepresidente de la Sociedad Española de Química Industrial y de Ingeniería Química, y participa como miembro activo en numerosas entidades científicas españolas e internacionales. Ha sido director general de Cros y vicepresidente-consejero delegado de Ferrer Internacional.
Como reconocimiento a una dilatada carrera en el mundo de la empresa, caracterizada en gran parte por el impulso y la dirección de equipos de investigadores, el 19 de marzo de 2010, la Universidad de Barcelona le otorgó el grado de doctor honoris causa en la especialidad de Química. Podríamos centrar la entrevista en el repaso de su brillante hoja de servicios, pero vamos a referirnos al futuro. El año que viene ha sido declarado por la ONU Año de la Química y coincide además con la celebración (trianual) del Salón Expoquimia en Fira de Barcelona, del que usted es presidente. ¿Puede avanzarnos qué nos preparan?
Expoquimia 2011 mantendrá las líneas habituales del certamen, es decir las novedades en productos y en tecnología química; nuevos equipos e instalaciones; seguridad y medio ambiente, junto al soporte congresual ya tradicional de seminarios y jornadas, que forman más de veinte eventos diferentes.
Además albergará el acto final español del Año Internacional de la Química (el inicial se habrá celebrado en primavera en Madrid), lo que dará lugar a una concentración de personalidades y de sesiones académicas ad-hoc.
En el terreno científico-técnico, Expoquimia 2011 aumentará significativamente, sobre la edición anterior, lo que entendemos por nuevas tecnologías dentro de la Bioquímica y Biotecnología (principios activos farmacéuticos, biocarburantes, biopolímeros, materiales…).

También es de actualidad la tramitación parlamentaria, en el presente ejercicio, de la nueva Ley de la Ciencia. Aunque no es fácil resumir una cuestión de tanta enjundia en pocas líneas, ¿nos puede avanzar qué aspectos básicos resaltaría usted?
Es deseable que la nueva Ley de la Ciencia contemple unos objetivos claros para el futuro de la creación de conocimiento y de una manera especial para su transferencia a la Sociedad, que sirva de apoyo a una política industrial destinada a la formación o modernización de industrias y a la ocupación de nuevos mercados.
Ello quiere decir que han de participar todos los colectivos implicados (empresa, universidad y por supuesto la Administración pública) de forma que corrija carencias del pasado, se oriente hacia la creación y venta de productos y tecnologías, patentes internacionales, permeabilizar las relaciones universidad-empresa, etc. En todo caso priorizar objetivos viables con visión técnica y socio-económica.
Entremos de lleno en una de las cuestiones centrales que condicionarán nuestro futuro económico y social. España es la novena potencia económica del mundo, pero ocupamos el puesto 24 en registro de patentes científico-técnicas. ¿Se puede aguantar por mucho tiempo un decalage tan profundo?
No, sin perder puestos en el ranking económico mundial y si queremos garantizar nuestro bienestar futuro.
En su discurso de aceptación del grado de doctor honoris causa recalca usted que los cuatro agentes principales que condicionan la I+D son la Universidad, la Empresa, la Administración pública y la Sociedad en general. ¿En qué estamos fallando?
En realidad considero tres agentes activos (ya que la Sociedad en general es un colectivo receptivo) y parto de un análisis de su situación para concluir que tenemos una cierta base estructural útil que precisa, en algunos casos, una reorientación de sus objetivos o áreas de trabajo hacia campos tecnológicos y/o aplicados. Pero, en todo caso, es necesaria una mayor interacción y colaboración entre los tres entes de referencia.
Por su etapa como director general de la Sociedad Anónima Cros (Ercros en la actualidad), en el sector químico pero sobre todo en el farmacéutico, como Consejero Delegado-Vicepresidente —y persona de confianza de la familia Ferrer-Salat— en Ferrer Internacional, usted es un observador privilegiado del mundo empresarial, especialmente en relación a la I+D. ¿Las empresas españolas están a la altura de las circunstancias?
En España tenemos buenas estructuras empresariales e industrias con I+D y tecnología propia, algunas bien posicionadas internacionalmente. Lo que ocurre es que son pocas para nuestras aspiraciones económicas y de ahí la necesidad de incentivar y extender la creatividad y su transferencia al mercado, vía una eficaz política industrial.
Otro capítulo al que hay que dedicar una atención especial es el del estímulo a la creación de empresas con un apoyo decidido en la fase de start up. Hay que favorecer el crecimiento de las nuevas empresas hasta tal punto que el pase de una pyme a gran empresa debería ser motivo de distinción y reconocimiento colectivo.
Su vinculación personal con la Universidad, y en tanto que consejero delegado en las empresas del Grupo Ferrer, ha sido constante a lo largo de su dilatada trayectoria profesional. ¿Cómo ve la relación entre nuestras universidades y nuestras empresas? ¿A este ritmo, podemos ir escalando posiciones respecto a los países avanzados?
No cabe ninguna duda de que en los últimos quince años se han producido (no de una manera general, pero sí en casos concretos) avances relativos importantes en las relaciones universidad-empresa. Pero todavía estamos lejos de nuestros objetivos para que su impacto sea significativo a nivel de PIB del país, en comparación con países industriales avanzados a los que deberíamos imitar en muchas cosas (políticas incentivadoras, fiscales, financieras, laborales, docentes…).
Una vez más he de insistir en que priorizar y reorientar la creación y transferencia de tecnología son tareas de largo recorrido, pero absolutamente necesarias. No pensemos en un solo ministerio o consejería, pensemos en una política transversal de Estado.
Finalmente, debemos referirnos al cuarto factor, la Sociedad. En un contexto de crisis económica profunda es más necesaria que nunca la voz y el ejemplo de personas como usted que han dedicado su vida al trabajo bien hecho. ¿Qué les diría a los lectores de esta página web dedicada al fomento de la calidad y la excelencia en el trabajo, en las empresas y organizaciones y en las administraciones públicas?
Pues que en un país como el nuestro de pocos recursos naturales (ni minerales estratégicos, ni energías abundantes, ni grandes zonas cultivables) necesitamos, más que otros, valorizar recursos intelectuales (que los tenemos) y reequilibrar nuestra economía armonizando los sectores primarios, industrial de calidad y servicios específicos. Aunque esto no sea tan cómodo o fácil como seguir con otras actividades más comunes. Y en esto sí que la Sociedad en general tiene mucho que decir exigiéndolo, pero también practicándolo con un respeto a la cultura tecnológica e industrial.
No pierdan de vista que en la crisis global actual, los países más industrializados son los que ya están saliendo de la misma y ocupando posiciones de mercado que los colocarán en situaciones mejores que antes.
Francesc Ribera