“La I+D está asfixiada. El aparato científico español está prácticamente detenido”
Como investigador del CSIC, ¿podría ofrecernos el punto de vista de su colectivo respecto a la situación actual de la investigación en el Estado español?
Considero que la Investigación y la Ciencia se encuentran a la cola de la lista de prioridades de los gestores económicos de nuestro país. El problema de fondo es que en este país tanto la Educación como la I+D se contemplan como gasto y no como inversión. El nivel de gasto público de España en Educación y Ciencia es muy inferior a la media de la OCDE, brecha que aumenta sin cesar.
En pocos años, España se convertirá en un país de mano de obra barata sin cualificar donde los miembros avanzados de la Unión Europa podrán externalizar, a precio de saldo, la fabricación de la tecnología desarrollada por ellos, gracias a su elevada inversión en Investigación y Ciencia y que nosotros les compraremos después.
¿Cabe hacer algunas matizaciones, en el caso vasco o en el caso catalán por ejemplo?
No conozco el detalle de otras comunidades ya que estoy en Madrid. Por desgracia, hasta donde yo conozco la situación de ambas por contactos con científicos de esas regiones, el abandono de la Ciencia e I+D por parte de los gestores del país es idéntico en todas partes.
¿Y cuál sería su punto de vista sobre el CSIC y otras entidades que organizan la I+D+i?
La I+D está asfixiada. El aparato científico español está prácticamente detenido. Todavía se mueve lentamente, como el coche al que se le ha acabado la gasolina y su propia inercia lo mantiene en marcha unos pocos metros más. Estamos en ese último tramo. El CSIC apenas puede hacer frente a los gastos porque la Administración le ha cortado el grifo. El CSIC ha tenido que recurrir al dinero ahorrado por los investigadores de sus propios proyectos y contratos para poder pagar parte de los gastos de infraestructura, becas, contratos postdoc, etc. Como consecuencia, escasea el dinero para contratar nuevos becarios y profesionales; escasea el dinero para comprar nuevo equipamiento científico; escasea el dinero para participar en congresos internacionales; y hasta se han eliminado suscripciones a revistas científicas. Sin dinero, no hay Ciencia ni I+D.
En estas condiciones precarias los proyectos ven amenazada su terminación. Las auditorías externas realizadas por empresas sin relación con la I+D que contrata la Administración, para supervisar la gestión económica de proyectos y contratos, disputa y persigue cada euro gastado con un afán recaudatorio ajeno a los intereses y objetivos científicos. En el futuro inmediato, ¿qué empresa o institución querrán patrocinar grupos de investigación para llevar adelante sus proyectos ante dudosas garantías de éxito?
¿A quién hay que achacar entonces la culpa de la actual situación?
Buscar culpables no ayuda a encontrar soluciones. No es culpa ni de este partido ni del otro. Esta situación hunde sus raíces en nuestra cultura tan española. Siempre he sostenido que una causa decisiva del atraso científico atávico de este país se debe al oro americano que entraba a galeones hace 500 años. España sufragó durante siglos la I+D europea con el oro de las Indias. ¿Para qué investigar si tienes dinero para pagar a los que investigan? Unamuno lo resumió muy bien: “Que inventen ellos”.
Esta situación no se arregla con un cambio de partido o de dirigentes, sino de cultura. Y eso implica un trabajo educativo de muchos años que no se está haciendo ni existe motivación por hacer.
¿Cómo le afecta a usted directamente?
Tengo un proyecto del Plan Nacional que se ha visto paralizado ante la imposibilidad de contratar personal, incluso con el dinero asignado.
¿Y cómo afecta al centro donde trabaja, el Instituto de Seguridad de la Información?
Todos los investigadores estamos en situaciones parecidas. La disponibilidad de fondos se ha reducido de forma drástica por lo que cuesta trabajo llevar a cabo los compromisos contraídos, lo que repercute muy negativamente en nuestra actividad investigadora. Si el CSIC no consigue recuperar el déficit de su presupuesto que ha ido acumulándose en los últimos años, es posible que en octubre tengan que cerrar los centros de investigación y nos quedemos en casa sin recursos para investigar.
¿Qué posibles soluciones ven los profesionales de su sector, a corto, a medio y a largo plazo?
En los tiempos de la burbuja del ladrillo la I+D recibía muchísimo dinero que podía haberse gestionado mejor. Este país necesita una racionalización del gasto en investigación: optimizar las estructuras administrativas de la gestión de la I+D; equiparar los sueldos de los investigadores a los de otros países de nuestro alrededor, como Francia, Alemania o Reino Unido, con el fin de atraer talento extranjero y contrarrestar la fuga de nuestros mejores cerebros; flexibilizar la contratación y mejorar los sistemas de becas para doctorados y doctores; aumentar presupuestos en I+D, en especial en sectores estratégicos de nuestro país; en fin, la lista sería larguísima y no puede llevarse a cabo de la noche a la mañana.
No soy experto en gestión de I+D, yo veo la situación desde mi ventana. Pero lo que veo desde ella, me aterra.
Y en el terreno universitario, ¿cómo se desenvuelve la investigación en sus áreas de conocimiento?
Se enfrentan a las mismas dificultades: precariedad laboral, presupuestos escuálidos, recortes salvajes, más de lo mismo. No es de extrañar que España no tenga ninguna universidad entre las 300 mejores del mundo, ya que no existe voluntad política de conseguirlo.
¿Puede hablarnos también de su vertiente como divulgador científico?
Desde que comencé a investigar, hace 18 años, me apasionó igualmente la divulgación, es decir: acercar la Ciencia a los ciudadanos, despertar en los jóvenes la pasión por el conocimiento. De ese afán de aprendizaje por comunicar mejor nació
El Arte de Presentar, un blog personal en el que cuento mis experiencias como ponente y docente. Su objetivo es ayudar a sus lectores a contarle al mundo desde el corazón, con seguridad y confianza, las historias que llevan dentro con el fin de inspirar un cambio transformador en sus audiencias.
Creo que el científico que quiera llegar a la sociedad debe convertirse en un narrador de historias. Cuando descubre algo, debe contar una historia, o sea por qué es importante, cómo se llegó hasta el descubrimiento, a qué problema da solución, a dónde nos va a conducir… Como en las buenas narraciones de misterio, el científico va deshilvanando la madeja de un problema complejo para llegar a una solución simple y elegante, al servicio de la sociedad.
Los científicos no somos necesariamente buenos comunicadores porque no se nos entrena para serlo. Es nuestra asignatura pendiente: hacer buena ciencia y saber comunicarla igualmente bien.
Parece ser que la sociedad no está muy concienciada de la necesidad de la investigación para nuestro futuro económico y nuestra cohesión social.
Según el famoso “Informe Internacional sobre Cultura Científica” realizado por la Fundación BBVA en 2012, el 46 por ciento de los españoles no puede identificar a ningún científico particularmente destacado. La Ciencia es un desierto en España. Existe un abismo insalvable entre el científico y el ciudadano. No es de extrañar luego que el ciudadano prefiera los recortes en Ciencia, a la que contempla como un lujo ocioso e inútil, que en cualquier otro capítulo presupuestario.
Es tarea de nosotros los científicos tender puentes que acerquen nuestros trabajos a los ciudadanos, cosa que no hacemos con suficiente esmero porque nadie nos enseñó a comunicar ni nos inculcó la importancia de la comunicación de nuestros descubrimientos.
¿Entonces cree que entre la comunidad científica faltan comunicadores eficaces, igual que parece que faltan en algunos ambientes tecnológicos y empresariales?
En España los malos comunicadores son la norma: en la Política, en la Empresa, en la Ciencia, en la Enseñanza o en la Iglesia, da igual donde se mire. Los dirigentes políticos, empresariales, científicos, académicos y religiosos son malos comunicadores y la mayoría no sólo lo ignora sino que hasta piensa lo contrario.
Nuestro sistema educativo hace aguas por todas partes. Necesita una revisión de arriba a abajo si queremos que este país abandone su puesto en el Norte de África y empiece a ganarse un puesto en el Sur de Europa. Entre docenas de asignaturas críticas en la Escuela para el desempeño futuro de los ciudadanos, y hoy omitidas de los planes de estudio, incluyo en lugar preferente aprender a comunicar. Tristemente, ¿quién nos va a enseñar? Desde luego los científicos no damos ejemplo.
Francesc Ribera