El bosque como gran recurso económico, además de medioambiental

El bosque como gran recurso económico, además de medioambiental

junio 3, 2012 Desactivado Por inQualitas
Marc Palahí
Marc Palahí
Coordinador del área mediterránea del EFI (European Forest Institute)
«El bosque, además de su valor medioambiental, debería tener un papel destacado en la nueva economía «
Marc Palahí Lozano es ingeniero forestal por la Escuela Técnica Superior de Agricultura de Lleida y doctor ingeniero por la Universidad de Joensuu (Finlandia). Ha trabajado en el estudio de la prevención de incendios forestales en Catalunya y como investigador en la universidad finlandesa. Ha publicado numerosos artículos y presentado ponencias en encuentros internacionales de su especialidad. En la actualidad es director adjunto del Instituto Forestal Europeo (EFI), en el que además es responsable del área mediterránea (EFIMED).
¿Qué es el European Forest Institute (EFI) y EFIMED (European Regional Office)? ¿Cuál ha sido su evolución y cuáles son sus principales ámbitos de actuación?
El EFI se creó el 1993, o sea que ya llevamos veinte años de actividad. Surgió como una asociación de entidades e institutos de investigación forestal europeos, que vieron que para ser más eficientes debían de estar coordinados y juntar recursos. Se creó entonces como una asociación bajo la ley finlandesa. Se ha demostrado que era necesaria una asociación de este tipo, porque en veinte años de doce entidades que formaron la asociación se pasó pronto a 100. Había una necesidad de mayor coordinación de estas instituciones de investigación.
El proceso de integración ha ido evolucionando. Los países que lo formaron creían que era necesario recibir asesoramiento en el tema forestal y se pidió que esta asociación fuera reconocida como Organismo Internacional, a través de un tratado de 23 países, el EFI se constituyó como Organismo Internacional en el año 2000.
En ese contexto de internacionalización, se vio que desde Finlandia era difícil responder a los retos y necesidades de los bosques de diferentes partes de Europa, por eso hemos creado delegaciones en cada área específica. En España, a través de la experiencia del proyecto Netforest se propuso que si desde aquí contribuíamos a financiar el EFI, fuera bajo la condición de que esta contribución se quedara en España, para fomentar la investigación y asesorar a los políticos en el ámbito mediterráneo especialmente, y abarcando también el norte de África y Oriente Medio. Así es como se instaló la primera oficina del EFI fuera de Finlandia, fue en Barcelona el año 2007. A partir de entonces los otros países vieron que esta era una buena estrategia y Francia, Alemania y Austria también propusieron tener oficinas regionales para los diferentes zonas geográficas de influencia.
La Comisión Europea consideró que una institución como EFI podía asesorarlos a ellos directamente. A partir del 2007 otorgaron contratos directos al EFI sobre diferentes ámbitos, como la tala ilegal, por ejemplo. Como vieron que funcionaba, quisieron continuar con la colaboración pero exigieron que el trabajo se concentrara en un sitio, y que cristalizara en una oficina de soporte directo a la Comisión Europea y al Parlamento. Varios países querían esta sede y desde España ofrecimos nuestra experiencia de años de trabajo en la entidad. Y ello coincidió con el proyecto de Sant Pau como receptáculo de grandes instituciones internacionales. Por ello el Ministerio de Asuntos Exteriores aprovechó esta para atraer junto al EFI a más proyectos internacionales.
El EFI está aprovechando el espacio disponible en el recinto modernista del Hospital de Sant Pau en Barcelona, pero ¿hay prevista una ampliación de estas instalaciones?
Efectivamente, de momento En el Sant Pau Historic Site está el EFI y la Universidad de las Naciones Unidas. En la actualidad sabemos que se está negociando la instalación de UN-HABITAT, centrada en la sostenibilidad de los entornos urbanos, y GWOPA (Global Water Operators Partnerships Alliance). Se trata de una organización especializada en temas de agua, que sería muy interesante para nosotros para trabajar conjuntamente y crear sinergias. También nos consta que se estás negociando con la FAO para traer aquí alguno de sus departamentos. En otros terrenos también se está negociando para crear grandes centros de conocimiento y de contactos internacionales. Por ejemplo, en el campo de la Gastronomía hay también alguna iniciativa interesante. Aunque personalmente creo que es muy importante que venga la FAO, porque entonces EFI y FAO tendrían un contacto muy directo y podríamos tener en Barcelona la institución más relevante del mundo dedicada al ámbito forestal.
¿Podría especificarnos cuáles son sus responsabilidades en el Instituto Forestal Europeo y en EFIMED?
Ahora tengo dos cargos y, la verdad, me gustaría que fuera solo uno, porque es mucho trabajo. Soy director del EFIMED que es la oficina mediterránea del EFI. Mi trabajo consiste en coordinar proyectos de investigación en el ámbito forestal a nivel mediterráneo, captar fondos para que los centros de investigación y las universidades puedan colaborar conjuntamente y responder a problemas como los incendios forestales, la creación de mercados para productos que ahora no tienen demanda, entender mejor las relaciones agua-biodiversidad-cambio climático, etc. Esto por un lado.
Simultáneamente ejerzo las funciones de director adjunto del EFI, especialmente asesorando en acciones concretas en contacto con los representantes públicos o políticos. Mi función es intentar acercar la ciencia a los políticos y a los centros de decisión política de nivel europeo: Comisión y Parlamento europeo básicamente. Mi trabajo es dar más visibilidad al ámbito forestal, y que todos los resultados que conseguimos a nivel científico se acerquen a los políticos; y al mismo tiempo ver cuales son las demandas de los políticos para centrar la investigación que de respuesta a las necesidades de la población.
En general y en el ámbito específico mediterráneo, soy, pues, el que lleva los temas de asesoramiento a políticos. Me ocupo del police advice, que diseña políticas teniendo en cuenta los conocimientos que existen. En este ámbito está nuestro producto estrella que es el Think Forest. Sería, para resumir, como un foro de discusiones en el que se hacen estudios, conferencia, visitas de campo, etc., pero siempre con políticos de nivel: ministros, diputados europeos, primeros ministros…
Foro ADEA 2010
Marc Palahí, Assistant Director of EFI, dando la bienvenida al presidente del Parlamento Europeo, el alemán Martin Schulz, en la sede de la entidad.
¿Podemos afirmar entonces que los profesionales dedicados al estudio, la preservación y la explotación de los bosques europeos se están espabilando últimamente?
Sí, hemos sido un sector bastante cerrado tradicionalmente pero ahora las cosas están cambiando. Más cuando desde todas las instancias europeas se considera que esta iniciativa, que se llevaba a cabo desde Barcelona, es muy interesante y dinámica, y puede resultar muy fructífera para todos.
Antes que nada, hay que tener en cuenta que los bosques son la infraestructura ecológica más importante que tenemos en Europa. Porque los bosques dan servicios ambientales, que afectan directamente a los recursos más estratégicos que tenemos, que son el agua, el sol y la biodiversidad. Sin agua ni sol no comemos, y la biodiversidad almacena información genética que nos permitirá en un futuro adaptarnos a condiciones que aún desconocemos. Los bosques y nuestra manera de gestionarlos tienen un impacto directo sobre todo esto. El agua que bebemos viene mayoritariamente de ahí. Sin bosques los recursos necesarios para la vida, están en peligro.
¿Cree que, desde el punto de vista económico y empresarial, se es consciente de lo que implica su área de trabajo?
A nivel económico, en Europa hay 3,5 millones de personas trabajando en el ámbito forestal y 18 millones son propietarios forestales. O sea que los bosques dan ingresos a 18 millones de personas y esto supone muchos puestos de trabajo. La industria forestal también es la mayor productora de bioenergía. El reto que tenemos ahora es el de ser más eficientes en el uso de los recursos, generar productos con valor añadido y asegurar que los sistemas son resilientes. Estos son los tres pilares. Además, que el modelo económico sea inclusivo territorialmente. Y el modelo forestal, si os fijáis, tiene todos los ingredientes: da trabajo en el mundo rural, si está bien montado el sistema, ayuda a mantener la resiliencia del ecosistema y puede generar productos de valor añadido. El futuro del mundo forestal está realmente asegurado si los gestores económicos tienen la visión adecuada.
Por ejemplo, está el tema de las refinerías. U otro caso poco conocido: con la fibra forestal se pueden hacer ropa muy confortable, yo tengo una camisa de esta procedencia. Es que hay que tener en cuenta que la fibra forestal tiene una huella ecológica menor que el algodón. Para hacer una camisa de algodón tienes que contaminar mucho, utilizar mucha agua y consumir muchos recursos naturales. En cambio, si usas fibra forestal no. Hay muchos terrenos, que la mayor parte de la gente desconoce, en los que el bosque podría jugar un papel clave.
Una cosa que la gente no entiende es que las diferentes variantes del bosque: social, ecológica y económica, están entrelazadas. Los ecologistas a veces piensan que no se puede tocar el bosque sin dañarlo. La industria cree que los ecologistas están en contra de explotar le bosque, y realmente el futuro del sector forestal está en reconocer la interacción de todo ello. Un bosque rentable te permitirá financiar su adaptación al cambio climático. Y un bosque resiliente te dará dinero de manera sostenida en el tiempo. Si buscas dinero ahora de forma inmediata te cargarás el bosque. Este cambio de chip aún no se ha dado.
¿Qué se puede hacer para concienciar a la población y para motivar a los dirigentes políticos?
Nosotros fomentamos investigaciones prácticas a nivel político o de alcance público. Intentamos ver qué necesita la población y cómo podemos proporcionar conocimientos para que los políticos puedan legislar mejor y tomar decisiones acertadas. Por ejemplo, hemos publicado un libro sobre bosques y agua, y recientemente hemos puesto en circulación un policy brief sobre servicios ambientales.
Centrándome en mi área específica de responsabilidad, una de las paradojas del bosque mediterráneo es que son muy poco rentables. Nunca habían sido tan poco rentables como ahora, pero al mismo tiempo el valor medioambiental nunca había sido tan alto. El reto es cómo rentabilizar todos esos servicios que la sociedad demanda pero no paga porque no existe mercado. Esos son los retos del bosque mediterráneo, porque realmente hay mucha biodiversidad, por ejemplo agua, piñones, setas, etc.
Foro ADEAEquipo del EFI en Barcelona, ubicado en el Campus de Sant Pau.
¿Dirigen algunas de sus actuaciones al terreno empresarial?
A nuestros foros de discusión llevamos políticos, investigadores y las industrias más importantes del sector para que haya un poco de entendimiento entre las oportunidades de negocio y los retos a los que nos enfrentamos. A veces el sector ve muy claras las oportunidades a corto plazo pero no ve los retos a medio plazo. Como científicos debemos decirles a los empresarios que «existen verdaderas oportunidades, pero comenzad a adaptar el negocio porque dentro de unos años la producción será menor o el consumidor demandará otros productos». Intentamos generar, entonces, un poco de debate entre el corto, el medio y el largo plazo. Los políticos con su trabajo impactan también en los negocios y pueden fomentar una línea más verde a través de los impuestos de un modo u otro. El reto es enlazar ciencia, negocio y política, es decir que haya un diálogo abierto y franco entre los que tienen capacidad de influencia y de decisión.
Vamos a centrarnos un poco en la operativa interna del EFI y en sus fuentes de financiación.
Tenemos en plantilla a algunos investigadores en temas que creemos que son innovadores e interdisciplinares, pero nuestro potencial está en utilizar la red de centros de investigación, coordinarlos y, a veces, tocar temas y retos internacionales para que se trabajen conjuntamente bajo nuestra coordinación. Tenemos como mínimo investigadores que hacen artículos o trabajan en el sistema tradicional, pero cada vez más estamos evolucionando hacia las redes, o sea llevar el dinero para que la red trabaje. En la actualidad tenemos 50 trabajadores en nómina.
Lo que hacemos es centrarnos en temas que no se hayan tratado suficientemente, despertar la curiosidad. Por ejemplo, el tema de setas, los bosques y el agua. Invertimos en investigadores de aquí o de fuera y los ponemos a iniciar esos trabajos de investigación, para despertar la curiosidad y el interés de los demás y para que así se sumen a los proyectos.
Nuestros fondos tienen diversas procedencias, pero el 70% vienen de la Unión Europea. De España recibimos poco en la actualidad, unos 100.000 € anuales. Recibíamos 200.000 y se nos recortó el presupuesto a la mitad. Nuestro presupuesto viene, pues, ante todo de Europa, de proyectos competitivos, contratos de la Unión Europea, y también fondos de otros países. Por ejemplo, el Think Forest está financiado por Alemania, Francia, Suecia y Finlandia.
¿En el actual contexto de crisis, hay que priorizar la investigación en las inversiones más rentables? ¿Cómo se pueden discriminar y calificar los distintos proyectos?
El sector forestal tiene mucho potencial. Mucho más de lo que la gente cree. Lo que hace falta es una apuesta política. Si hubiese una apuesta política decidida, podríamos crear clústers forestales potentes. La energía de procedencia forestal no solventará todos los problemas energéticos del país, pero puede ayudar mucho, además indirectamente puede hacer decrecer el número de incendios forestales y contribuirá a crear una alternativa más para que el bosque sea más rentable. El futuro del bosque mediterráneo está en la diversificación. Tenemos un bosque muy multifuncional, muy diverso y con muchos productos, como los piñones, setas, madera, corcho, etc. que hay que saber explotar. Pero creo que el sector forestal lo primero que haría es dar trabajo al mundo rural, podría ser el pilar de una nueva economía verde, porque el sector forestal utiliza un recurso sostenible. Es mucho más eficiente ambientalmente que utilizar petróleo, plásticos, etc. Por ejemplo, pensad en lo que supondría si los políticos apostaran por el uso de la madera en la construcción, este tipo de material reduce un 80% las emisiones de CO2 con respecto a los materiales habituales en nuestras latitudes. Utilizando este material y sus derivados daríamos un gran impulso al sector. En Suecia están haciendo una legislación para obligar a que en la construcción la madera sea prioritaria, ¿por qué aquí no podemos explorar estrategias parecidas?
También está el concepto de bio-refinería que se está implantando en los países escandinavos, Canadá y EEUU. O sea el de utilizar biomasa forestal y a partir de ahí hacer productos químicos limpios, como fibras para hacer ropa como he comentado. Imaginad que en el sector textil en lugar de traer algodón de la India, se utilizara fibras forestales de bosques de aquí. Todo ello siempre desde un punto de vista sostenible Los suecos también comienzan a hacer cemento utilizando un 40 o 50% de lignina. El corcho es otro sector que tiene grandes perspectivas, y en cuanto al tema de la energía tenemos claro que no habrá una sola fuente de energía que solvente los problemas. Por lo tanto lo que hay que hacer es diversificar y utilizar varias fuentes de energía diferentes, y una de ellas, por supuesto, puede ser la biomasa.
También las farmacéuticas están poniendo el ojo en los bosques para hacer productos a partir de la celulosa y la nanotecnología. Productos con unas propiedades increíbles, como por ejemplo vasos inteligentes. Esto puede cambiar totalmente el sector forestal y la forma de gestionar los bosques. Cuando las farmacéuticas vean que a través de la lignina, la celulosa, etc. se puede hacer una farmacéutica más verde… eso puede revolucionar la industria Hay muchos productos que se pueden crear a partir del bosque.
Se supone que contando con la intervención o regulación pública…
Claro, esto es decisivo. Por ejemplo, la legislación norteamericana obligaba en algunos estados a suministrar una calidad de agua determinada y les daban dos opciones: instalar una depuradora o hacerlo de forma natural a través del bosque. Y vieron que pagar a los propietarios forestales, para que hicieran una gestión determinada en este sentido, era diez veces más barato que instalar una depuradora. Acciones de este tipo pueden dar mucho juego para enviar recursos al mundo rural y evitar el abandono del bosque y la despoblación de estas áreas.
Lo que no se debe hacer es siempre regular por sistema, restringir mucho lo que pueden hacer el propietario. En Finlandia, por ejemplo, se hacen subastas de biodiversidad. Se dicen: tenemos tanto dinero disponible y queremos recibir propuestas de propietarios diciendo qué harán en sus fincas para mejorar su biodiversidad. Hay una dirección técnica y financiera y dan el dinero a los proyectos más sostenibles. Eso es una forma de canalizar el dinero para hacer una buena gestión ambiental. No tanto regular y prohibir, sino mejor incentivar.

Jordi Romà – Francesc Ribera