“DECÁLOGO PARA HACER DELINCUENTES”, por el juez Emilio Calatayud
julio 21, 2009Publicado en Mis sentencias ejemplares, de Emilio Calatayud y Carlos Morán, La esfera de los libros, 2008. Este decálogo se incluyó también en el libro Emilio Calatayud: reflexiones de un juez de menores, publicado por la editorial Dauro, de Granada, en 2007. He aquí los diez principios sobre la ineptitud paternal que el juez Calatayud ha ido elaborando a partir de su experiencia y de aportaciones de otras personas:
– Desde su más tierna infancia, dé a su hijo todo lo que le pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
– No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
– Cuando diga palabrotas, celébrelo con unas sonoras risotadas. Esto le animará a hacer cosas todavía más graciosas.
– Nunca le regañe ni le diga que ha obrado mal. No le reprima. Podría crearle complejo de culpabilidad.
– Recoja todo lo que él deja tirado por ahí: libros, zapatos, ropa sucia, juguetes… Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
– Déjele ver y leer todo lo que caiga en sus manos. Esfuércese para que los platos, cubiertos y vasos que utiliza su hijo estén convenientemente esterilizados, pero no se preocupe por que su mente se llene de basura.
– Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño. De esta forma, conseguirá que no le afecte demasiado una ruptura familiar, quizá provocada por su propia conducta.
– Sea generoso, que su chico tenga todo el dinero que pida. Que nunca le falte un euro en el bolsillo. No vaya a sospechar que para conseguirlo es necesario trabajar.
– Satisfaga todos sus deseos. Apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle graves frustraciones.
– Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga el chaval con sus profesores y con sus vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarle.
– No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
– Cuando diga palabrotas, celébrelo con unas sonoras risotadas. Esto le animará a hacer cosas todavía más graciosas.
– Nunca le regañe ni le diga que ha obrado mal. No le reprima. Podría crearle complejo de culpabilidad.
– Recoja todo lo que él deja tirado por ahí: libros, zapatos, ropa sucia, juguetes… Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
– Déjele ver y leer todo lo que caiga en sus manos. Esfuércese para que los platos, cubiertos y vasos que utiliza su hijo estén convenientemente esterilizados, pero no se preocupe por que su mente se llene de basura.
– Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño. De esta forma, conseguirá que no le afecte demasiado una ruptura familiar, quizá provocada por su propia conducta.
– Sea generoso, que su chico tenga todo el dinero que pida. Que nunca le falte un euro en el bolsillo. No vaya a sospechar que para conseguirlo es necesario trabajar.
– Satisfaga todos sus deseos. Apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle graves frustraciones.
– Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga el chaval con sus profesores y con sus vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarle.
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